Starfield es un juego maravilloso porque nos permite unir dos de las preguntas que más se ha hecho la humanidad a lo largo de su existencia: "¿Estamos solos en el Universo?", y "¿Cuántos bugs tendrá el nuevo juego de Bethesda?". Fuera bromas, no cabe duda que la nueva creación de Todd Howard y su equipo es uno de los juegos más esperados de la última década, a pesar de que aún queden cuestiones en el aire antes de su lanzamiento el próximo 6 de septiembre de este mismo año.
Una de las más repetidas es si habrá o no presencia de alienígenas en Starfield; o mejor dicho, si habrá vida inteligente. El propio Howard ha comentado que un 10% de los alrededor de 1000 planetas del juego tendrán vida, tal y como señala la teoría de los goldilocks (zona habitable dentro de las órbitas posibles alrededor de una estrella), pero se sobreentiende que serán animales como los mostrados en los distintos metrajes del reciente Starfield Direct.
Esta es la pregunta del millón, y una sobre la que no tenemos clara la respuesta hasta que el juego salga a la venta. No hemos podido ver especies más allá de la humana en lo enseñado por Bethesda, pero sí que sabemos que la parte central de la historia principal versará sobre unos artefactos que, a todas luces, no son propios de nuestra civilización. De hecho, los fans ya tienen teorías sobre la existencia de aliens.
Dado que Howard y su equipo han comentado que Starfield quiere ser fiel dentro de lo posible a la realidad, con cosas como ese porcentaje de goldilocks y la estética NASA-Punk, quizás es el momento de preguntar a la ciencia sobre qué posibilidades hay de que aparezca vida inteligente en el nuevo título de Bethesda.
La ecuación de Drake y las posibilidades
Lo bueno de las matemáticas es que te pueden permitir extraer conclusiones o estimaciones de cosas que no puedes comprobar. Por ejemplo, el teorema del límite central te dice que si tiras una moneda un millón de veces, lo razonable es que la mitad de las veces salga cara, y la otra mitad sea cruz; en esencia, que todo hecho aleatorio con variables independientes dibujan una campana de Gauss o distribución normal.
Pues en este sentido, en el año 1961 el astrónomo Frank Drake creó la ecuación que podéis ver arriba. Estaba pensada para estimar la probabilidad de existencia de una civilización inteligente en nuestra galaxia y constaba en la multiplicación de ciertos factores favorables a ello.
Desde el ritmo de formación de estrellas "adecuadas para la vida" anual en la galaxia, pasando por la fracción de ellas que tienen planetas en su órbita, un factor "Ne" que hace referencia a los goldilocks de los que hablaba Todd Howard, tres valores "f" referentes a fracciones estimadas relativas al desarrollo de la vida, que esta sea inteligente y que pueda y quiera comunicarse con nosotros. Todo esto se cierra con una "L" que estima el tiempo en años que una civilización inteligente puede existir.
Drake y su equipo dieron con que N era igual a 10 civilizaciones detectables, pero el paso de los años y de otras personas por la ecuación han cambiado los valores hacia resultados muy distintos. Por ejemplo, también se ha dado según otros investigadores el dato de que habría una civilización detectable cada 1241 millones de años en la Vía Láctea.
¿Cómo baja tanto este dato? Pues además de números más ajustados a lo que sabemos hoy sobre la formación de estrellas y sistemas de planetas, pone sobre la mesa el que no todas las civilizaciones durarían mucho tiempo en el estado de avance en el que intentarían comunicarse. En Starfield, este dato podría ser rebatido, ya que la humanidad ha avanzado hasta poder colonizar múltiples planetas; acercándonos más a lo que decía Drake y previendo la existencia de civilizaciones inteligentes alienígenas.
La paradoja de Fermi en Starfield
Después de esa buena noticia, llega la mala. El físico Enrico Fermi, mientras hablaba con otros investigadores, postuló una paradoja sobre la existencia de civilizaciones alienígenas en nuestra galaxia. Mientras Drake afirma con su ecuación que la inmensidad de la Vía Láctea nos obliga a creer que hay vida inteligente ahí fuera, Fermi intenta desmontar esto con una pregunta muy simple.
Si es tan evidente que existe vida inteligente, ¿cómo es que no la hemos visto ya? Esto tiene varias respuestas y teorías, empezando porque igual no somos tan listos como creemos y no podemos detectar los mensajes, o que puede que existan civilizaciones pero todas estén avocadas al desastre termonuclear, como creía el propio Fermi después de trabajar en el Proyecto Manhattan.
De hecho, el que Starfield se desarrolle en 2330, haría que el factor "L" de la ecuación de Drake sea más favorable que las últimas estimaciones... Pero esto tiene trampa, porque el acceso a la colonización de otros planetas daría incluso más la razón a Fermi. Si hemos visitado 1000 planetas y tenemos una tecnología tan avanzada, lo razonable es pensar que si no se han detectado otras civilizaciones, lo normal es que no existan.
Starfield puede optar por esta última solución, y quizás sea la más razonable dentro del juego. El argumento de que una civilización avanzada deja un mensaje para intentar que avancemos y no sucumbamos a nuestro propia destrucción, ya se ha explorado en películas de ciencia ficción como Ultimátum a la Tierra, sin ir más lejos.
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