No quise creerles cuando me dijeron que a partir de los 30 mi cuerpo no iba a ser el mismo, que iba a empezar a notar dolores por todos lados cada dos por tres. Así que cuando ahora me hablan de lo que me espera al llegar a los 40, los 50, o más allá, doy por hecho que va a ser tan duro como prometen. Podría decirse que me estoy haciendo viejo.
¿Pero es eso realmente lo que está ocurriendo? ¿A partir de qué punto podría decirse que alguien se ha convertido en un viejo? ¿No es algo estrictamente atado a cómo se sienta una persona o en qué condiciones de salud se encuentra? ¿Los viejos que hacen CrossFit son realmente viejos?
¿A qué edad nos convertimos en viejos?
Como suele ocurrir siempre que creemos que no hay una verdad absoluta adecuada capaz de contentar a todos por igual, la ciencia ha encontrado la respuesta. Ahora ya podemos decir sin temor a equivocarnos, a partir de qué edad una persona es vieja.
Según recoge un estudio de la Universidad de Stanford, la clave para separar los tramos en los que nos empezamos a hacer viejos y ya podemos considerarnos uno está en las proteínas. A través del análisis de plasma de más de 4.000 donantes de entre 18 y 95 años, se encontró que los primeros signos de deterioro físico, la variación en esas citadas proteínas, empezaba a partir de los 34 años (ya lo decía yo).
La separación respecto a la vejez se visualizó en tres etapas, de los 34 a los 60 años en lo que se ha dado a conocer como edad adulta, de los 60 a los 78 en lo que se considera madurez tardía, y a partir de los 78 años en adelante en lo que llaman vejez. Se acabó lo de llamar viejos a nuestros padres si no rozan los 80 porque aún no lo son. En realidad están en su madurez tardía.
Imagen | Mikewolf en Midjourney
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