La obsesión de los ricos por las especies de animales exóticos no es nueva. Pese a que ahora es una moda que atamos estrechamente a los caprichos de las estrellas de Hollywood, en realidad es una fiebre tan antigua como nuestra propia existencia y que, desde hace siglos, ha acompañado a la aristocracia y la realeza en su obsesión por poseer lo que nadie más tiene.
Pero lo que antes era un guiño a su opulencia paseando por sus jardines en forma de aves asiáticas como el pavo real, se convirtió en un problema que lleva acrecentándose desde el Imperio Romano conforme otra afición se sumaba a la idea de simplemente poseerlos, la de soltar esas especies exóticas para poder darles caza.
Las especies exóticas se han convertido en un grave problema
El problema es que más allá del enfoque animalista respecto a la caza, los caprichos de monarcas y duques europeos llevan cientos de años poniendo en peligro nuestro ecosistema y, con la práctica de la caza recreativa saltando al resto de mortales, convertir la caza y la pesca en una industria en la que se busca maximizar los beneficios a cualquier coste, va a empeorar el problema.
Según recogía esta investigación de 2016, una cuarta parte de los mamíferos introducidos en Europa durante el último siglo fueron liberados por cazadores con fines recreativos. En el caso de las aves el porcentaje sube hasta un tercio, y en el de los ríos hemos acabado incluso dando por propias especies que en realidad nunca lo fueron.
La carpa, la tenca y el cangrejo de río italiano son algunos ejemplos de especies que llegaron aquí por capricho del Imperio Romano. Y en una voltereta del destino, el cangrejo de río terminó al borde de la extinción por culpa de otra introducción posterior, la del cangrejo rojo americano.
Más recientes son las cotorras, las tortugas de Florida, la pitón real, el pez león, el cerdo vietnamita, pero especialmente especies como el visón americano y el mapache, que escaparon de granjas de peletería o fueron soltados para promover su caza recreativa, son un gravísimo problema para la estabilidad de nuestro ecosistema por su impacto ecológico.
Casos como el del visón americano, que está dejando al visón europeo al borde de la extinción con menos de 500 ejemplares, según datos de 2011; o el mapache, que ha visto cómo su población aumentaba en más de un 300% desde que en 1990 empezase a expandirse por Europa tras ponerse de moda como mascotas, son el perfecto ejemplo de hasta qué punto las medidas frente a las especies exóticas se han vuelto imprescindibles.
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