Lo que hasta hace no mucho se había convertido en un fenómeno cultural ha caído en desgracia en gran parte por culpa de la Generación Z. Las aplicaciones de citas como Tinder o Match llevan cayendo un 68% desde 2020 y su descenso está estrechamente relacionado con cómo los más jóvenes le han dado la espalda en favor de opciones que consideran más auténticas. Wingman ha descubierto cómo volver a engancharlos.
Con las aplicaciones de citas convertidas en otro trabajo más, encuestas realizadas a jóvenes de la Generación Z certifican que el 79% de ellos no utilizó su aplicación de citas preferida en todo un mes. Entre las variantes que las sustituyen, incluida la de salir a la calle para volver a las interacciones del mundo real, esta opción virtual parece haber encontrado la clave para mantener vivo ese espíritu a base de celestinas.
La Generación Z ve la vida desde otra perspectiva
La premisa de la aplicación Wingman planteaba una cuestión, ¿y si fuesen tus amigos los que te buscan pareja tal y como se ha hecho toda la vida? Pese a la reticencia inicial de los inversores, la CEO de Wingman mantenía la idea de que ayudar a tus amigos a encontrar pareja despertaba entre la Generación Z esa pasión por el karma, por hacer algo bueno por otra persona en busca de que el destino te devuelva el favor, que no ha tardado en explotar.
Ya fuese con la intención de pasar el rato o de forma jocosa, el mensaje de alguien hablando sobre su amigo despertaba una sensación de autenticidad que iba más allá de las fotos y los textos meticulosamente estudiados y creados para llamar la atención. En cuestión de meses, Wingman empezó a crecer hasta alcanzar millones de usuarios en todo el mundo y, cuando llegó hasta allí, demostró entender a la perfección qué le pide la Generación Z a este tipo de experiencias.
Con los mensajes de voz en vez de textos planos, la aplicación de citas apostó aún más por fomentar esa cercanía y espontaneidad que tanto resuena entre la Generación Z, y ahora casi un 70% de sus usuarios se apoya en esa premisa para hacer de celestinas entre sus amigos. Apoyada por un marketing igual de focalizado y agresivo, la del éxito de Wingman es una muestra más de cómo la Gen-Z no quiere romper de forma tajante con todo lo que se hacía hasta ahora, simplemente prefiere vivir la tecnología, el trabajo y sus relaciones sociales desde una perspectiva distinta.
Imagen | Brooke Cagle
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