El debate sobre los FPS que vemos como jugadores ha perdido fuerza con los años. Durante mucho tiempo, ha habido dudas sobre si realmente el ojo humano podía aprovechar las tasas que superan las 60, quizá las 90, imágenes por segundo en determinados juegos, mientras el cine se mantiene en un estándar acordado de 24 FPS. Durante mucho tiempo se ha hablado sobre cuánto puede ver un jugador y si son necesarias las pantallas con tasas altísimas, pero no esperábamos este golpe de efecto. Un nuevo estudio ha llegado a una curiosa conclusión: hay personas que pueden ver más imágenes que otras, o al menos con mayor claridad.
Si echamos un vistazo a lo que se ha establecido durante años como un estándar en términos de visualización de videojuegos, todo ello basado obviamente en estudios científicos y anatómicos sobre la estructura de nuestros ojos y las imágenes que percibe, el cerebro puede procesar entre 10 y 12 imágenes por segundo, a partir de ahí vamos perdiendo sensibilidad. Claro está, el ojo no entiende de FPS, son una unidad de frecuencia. La iluminación, por ejemplo, nos puede ayudar a percibir mejor el movimiento de las imágenes, pero hay un consenso: a partir de los 60 Hz al ojo le cuesta enormemente percibir las diferencias hasta que llega un punto en el que se hace inviable. ¿Podemos seguir viendo imágenes a 500 FPS? Por supuesto, pero nuestro ojo no está tan avanzado para sacar provecho de esas velocidades.
¿Cuántas imágenes puede ver el ojo humano?
Con esto en mente, toca poner el ojo en el Trinity College Dublin, una de las universidades más prestigiosas de Irlanda, que ha arrojado luz sobre una interesante variación en la percepción visual entre individuos. Según este estudio firmado por los investigadores Clinton S. Haarlem, Redmond G. O’Connell, Kevin J. Mitchell y Andrew L. Jackson, publicado en la revista Plos One, algunas personas pueden ser más sensibles a velocidades de fotogramas y frecuencias de actualización más altas que otras.
El estudio, que contó con la participación de 88 individuos de entre 18 y 35 años, se centró en la "Fusión de parpadeo crítico" (CFF por sus siglas en inglés), un indicador clave de la capacidad visual para discriminar señales visuales a altas velocidades. Mediante el uso de un dispositivo similar a unas gafas conectadas a una pantalla, los investigadores evaluaron la capacidad de los participantes para percibir destellos de luz a diferentes velocidades.
Los resultados revelaron una variación significativa en los umbrales de CFF entre los participantes, con algunos capaces de detectar destellos a velocidades superiores a 60 veces por segundo con una mayor claridad que otros. Por otro lado, el estudio encontró pocas diferencias entre los umbrales de ambos sexos, lo que sugiere que esta sensibilidad no está determinada por el género.
Clinton Haarlem, candidato a doctorado en el Trinity College Dublin, explicó a The Guardian que "las personas que ven imágenes a tasas más altas básicamente tienen acceso a un poco más de información visual por período de tiempo que las personas en el extremo inferior del espectro". Por su parte, el investigador Kevin Mitchell destacó que las diferencias individuales en la velocidad de percepción pueden volverse evidentes en situaciones de alta velocidad en las que es posible que "sea necesario localizar o rastrear objetos que se mueven rápidamente, como en los deportes, o en situaciones en las que las escenas visuales cambian rápidamente, como en los juegos competitivos".
Si bien es cierto que este estudio da por sentado la idea de que, efectivamente, aunque haya un límite establecido de 60 imágenes a partir de las cuales la diferencia es mínima, también hay hallazgos que apuntan a que podemos "entrenar el ojo". La variabilidad en la percepción visual podría tener un impacto diferencial en distintos jugadores, muchos de los cuales han pasado su vida jugando y han conseguido cierta diferencia. Eso sí, y atendiendo al estudio, parece que no todo es experiencia sino simple anatomía.
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