Me da igual cómo se ponga Alan Moore, yo necesito saber cómo termina de verdad la mejor historia de Batman y El Joker

Me da igual cómo se ponga Alan Moore, yo necesito saber cómo termina de verdad la mejor historia de Batman y El Joker

"Nunca me ha gustado realmente mi historia en La Broma Asesina": Alan Moore reniega de uno de sus mejores trabajos. Yo le entiendo, pero no tiene razón

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Chema Mansilla

Editor - Cine y TV

Tengo una foto mía leyendo La Broma Asesina con apenas seis años. Motivo suficiente para que, a día de hoy, mis padres tuvieran que dar explicaciones a los servicios sociales. Los años 80 eran otra cosa. Y el impacto sobre mí fue tremendo porque, mientras para otros críos Batman era el personaje de los dibujos animados, el de la capa azul de los tebeos que se pegaba junto a Robin contra Polilla Asesina, o el de la película de Tim Burton, para mí era el tanque de músculos y mandíbula de Frank Miller en El Caballero Oscuro, algo difícil de asimilar para un chavalín. Pero si tenía mala noche, era el de La Broma Asesina, una historia que tiene casi 40 años y que sigo considerando la más oscura y siniestra de cuantas ha protagonizado Batman. Incluso su creador, el legendario Alan Moore, lo piensa. Bueno, con todo, creo que he salido bastante bien.

Según Moore, La Broma Asesina cargó demasiado melodrama y violencia sobre un personaje que no estaba diseñado para sostenerlo

Desde ese primer contacto con la obra, comprendí que este cómic no era una mera aventura de superhéroes; era una experiencia que desafiaba la inocencia infantil y planteaba preguntas sobre la naturaleza de la violencia, la locura y la moralidad de los héroes. Con esa edad reconozco que no entendía nada, pero me fascinaba el dibujo de Brian Bolland, los colores aberrantes, su oscuridad y su complejidad. Era una lectura aterradora, pero no podía dejar de mirar una y otra vez cada página. Ese tomito de Ediciones Zinco está más que amortizado. La lectura de aquel ejemplar me enseñó que el cómic podía ser mucho más de lo que eran los tebeos que los chavales leíamos: podía ser una ventana al pensamiento complejo, a la exploración de la mente humana y a la crítica social. Claro, que para entender han tenido que pasar los años y el número de relecturas.

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La historia que cambió para siempre el cómic mainstream

Batman: La Broma Asesina (The Killing Joke, 1988) es una novela gráfica escrita por Alan Moore e ilustrada por Brian Bolland que reinterpreta el origen del Joker y propone una confrontación moral y ontológica entre el villano y Batman. Cuando escribo  "ontológica" yo también me asusto, pero es que estamos hablando de un tebeo muy serio. Desde su publicación, se convirtió en un texto central del cómic de autor y del renovado tono adulto que alcanzó el mainstream en los años ochenta. La obra consolidó la fórmula de "novela gráfica" aplicada a personajes mainstream y ayudó a legitimar enfoques más psicológicos y oscuros dentro de las grandes editoriales, instalando a Moore y Bolland como referentes críticos y comerciales del medio.

El dibujo detallado de Bolland, su tratamiento cromático y la economía narrativa de Moore hicieron que la obra se leyera como un hito artístico capaz de influir en adaptaciones posteriores y en la percepción pública del Joker como arquetipo de la locura y la violencia urbana. Su influencia se extendió incluso a la forma en que se abordaban los superhéroes en medios audiovisuales, inspirando películas y series que buscaban capturar esa tensión psicológica y ese dramatismo sombrío que Moore plasmó con maestría en apenas 64 páginas. Se necesita el talento de un mago para hacer algo así, por lo que no podía ser otro autor que Alan Moore.

Además, La Broma Asesina consolidó la reputación de Moore como autor capaz de aplicar un enfoque literario a los coloridos personajes del mundo cómic, llevando temas adultos, violencia simbólica y análisis psicológico a un público que antes veía al héroe como una figura casi infantil. El impacto de esta obra sobre la industria fue inmediato: abrió la puerta a que los cómics fueran considerados arte serio y generó un debate sobre la responsabilidad ética de los autores al tratar temas de violencia y locura.

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Cuando el genio reniega de su obra

A pesar del reconocimiento, Alan Moore ha mostrado repetidas veces su descontento con La Broma Asesina. El escritor inglés no se anda con medias tintas al afirmar que "nunca me ha gustado realmente mi historia en La Broma Asesina" y ha explicado que su verdadera pasión siempre estuvo en los cómics de aventuras tipo pulp, no en el género de superhéroes. Moore nunca pretendió que su estilo de deconstrucción se convirtiera en norma dentro de la industria, y lamenta de que su obra inspirara una proliferación de historias sombrías y deconstruccionistas que no eran su intención: "en lugar de eso, obtuvimos muchas historias realmente sombrías, y eso nunca fue lo que pretendía".

Segúramente lo que más te gusta de El Joker de Heath Ledger y Joaquin Phoenix haya salido directamente de este cómic

Moore también ha criticado el uso y la mercantilización de su trabajo por parte de DC Comics y otras adaptaciones, pero eso no tiene tanto que ver con la obra en sí como la sobreexplotación comercial de ideas y trabajos de los que luego sus autores no reciben apenas reconocimiento o compensción. Ha pedido que su nombre sea retirado de proyectos relacionados con la obra y que cualquier ingreso se destine al artista Brian Bolland, indicando que su implicación con el material original es mínima desde hace décadas. Según Moore, La Broma Asesina cargó demasiado melodrama y violencia sobre un personaje que no estaba diseñado para sostenerlo, haciendo que la historia resultara demasiado violenta y sexualizada para un héroe como Batman. Comprendo a Moore, pero no sé sí estoy de acuerdo.

Moore ha subrayado que, si volviera a escribir un personaje como Batman, lo situaría en el periodo más ligero y creativo de su historia, al estilo de Dick Sprang, con Bat-Mito y Ace el Bat-Perro, donde el mundo del cómic era más imaginativo y menos sombrío. Me imagino a James Gunn dando volteretas laterales y haciendo el pino de pura alegría en el salón de su mansión en Hollywood. Para Moore, los vengadores psicopáticos y melancólicos no son necesarios, y lamenta que obras como Watchmen y Marvelman, pensadas para abrir posibilidades creativas, terminaran convirtiéndose en un obstáculo que marcó la narrativa mainstream de manera que él nunca buscó.

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El ataque a Barbara Gordon: violencia explícita y debate feminista

Para no pretenderlo, Moore cargó muchísimo las tintas a la hora de retratar la locura de El Joker (y con ella, hacer una crítica a esos Estados Unidos tan culturalmente agresivos de los años 80). Uno de los pasajes más polémicos de La Broma Asesina es el ataque a Barbara Gordon, el cual no solo representa un brutal ataque físico, sino que muchos lectores interpretamos como una forma maquillada de un asalto sexual. Desde una perspectiva feminista, este acto ha sido criticado por reducir a una mujer a mero objeto de trauma para motivar el arco de los personajes masculinos, un recurso narrativo conocido como "fridging". La representación de la violencia sexual en el cómic, aunque implícita, genera un debate sobre la ética de estetizar las agresiones a las mujeres y pone en evidencia las limitaciones de los relatos de superhéroes en aquella época en cuanto a sensibilidad de género.

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Al mismo tiempo, la escena evidencia la capacidad de Moore para provocar emociones extremas y confrontar al lector con situaciones incómodas, aunque hoy se vea problemático desde un enfoque crítico. En su momento todas estas escenas, junto a la toritura al Comisario Gordon, me resultaban repulsivas, y a día de hoy todavía me generan un gran rechazo por su crudeza. No son pocos los que opinamos que, a pesar de la importancia histórica de la obra, este tipo de violencia sigue siendo difícil de digerir y debe ser analizado críticamente para comprender su impacto tanto en la narrativa como en la percepción social del cómic.

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Dentro de la mente del Joker: psicología, locura y reflexión social

Más allá de esa polémica, existe una finalidad para ella: La Broma Asesina es una obra de gran profundidad psicológica. Moore emplea recursos narrativos como flashbacks, contrapuntos íntimos y el contraste entre lo cotidiano y lo grotesco para explorar la fragilidad de la identidad y la delgada línea entre cordura y locura, apenas una mala noche. La obra plantea un experimento hipotético: con un mal día cualquiera, cualquiera puede romperse psicológicamente. Esta idea abrió un debate sobre cómo representar la enfermedad mental en la cultura popular y cuestionó la ética de humanizar a un criminal sin justificarlo. Segúramente lo que más te gusta de El Joker de Heath Ledger y Joaquin Phoenix haya salido directamente de este cómic.

Académicos y críticos han señalado durante décadas que esta novela gráfica funciona como ensayo sobre violencia simbólica, trauma y performatividad del sufrimiento. La historia de Barbara Gordon ejemplifica cómo la obra combina análisis psicológico y elementos de horror realista, generando discusión sobre la estetización del sufrimiento en el cómic. A nivel social, la obra recalibró la relación entre cómic y adultez cultural, haciendo que se le exigiera responsabilidad en la representación de la violencia y del trastorno mental. Para desarrollar esa idea, nadie mejor que El Joker, ¿verdad? Ahora lo vemos claro, pero en 1988 resultaba revolucionario.

El impacto de La Broma Asesina también se percibe en cómo transformó al Joker en un arquetipo de la locura y la violencia urbana, cuya influencia llega hasta la actualidad en películas y series del Caballero Oscuro. Aun con su violencia explícita y sus escenas de tensión psicológica, la obra se sostiene por la calidad narrativa de Moore y la precisión artística de Bolland, consolidando un estándar para el cómic adulto que sigue siendo referencial. En La Broma Asesina, Moore y Bolland construyen una radiografía psicológica del Joker que combina patología y simbolismo. 

Si el Joker representa la rendición al caos, Batman encarna la represión total

Narrativamente, Moore disecciona su mente a través de una estructura fragmentada que reproduce la confusión y la amnesia selectiva de un individuo con una psicosis disociativa. El cómic no muestra solo a un criminal, sino a alguien que ha perdido su identidad, cuya risa compulsiva y su humor macabro funcionan como un mecanismo de defensa ante un trauma irreparable. Bolland traduce esta fractura interior al plano visual: el uso de colores saturados frente a sombras frías y densas expresa el vaivén entre euforia maníaca y vacío depresivo, como si cada viñeta oscilara entre la lucidez y la demencia.

Pero el eje que sostiene toda la obra es la obsesión del Joker con Batman, una fijación que funciona también a la inversa y casi como una extensión de su trastorno. Para el villano, el héroe no es su enemigo, sino su reflejo distorsionado: dos hombres definidos por un "mal día" que los rompió para siempre, cada uno canalizando el trauma de forma opuesta. Moore explora esa simetría como un experimento moral y psicológico: si el Joker representa la rendición al caos, Batman encarna la represión total. Ambos comparten una misma grieta emocional y una dependencia mutua que convierte su enfrentamiento en un ritual interminable. En ese espejo roto que los une, La Broma Asesina sugiere que la locura del Joker y la obsesión de Batman son, en realidad, las dos caras de una misma enfermedad.

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¿Batman cruza la línea? La ambigüedad del final

El final de La Broma Asesina ha generado uno de los debates más persistentes en la historia del cómic. La escena final muestra a Batman y Joker compartiendo una risa tras un chiste macabro, dejando abierta la posibilidad de múltiples interpretaciones. Alan Moore explicó que su intención era mostrar un breve momento de lucidez compartida entre los dos personajes, donde ambos perciben el infierno de su relación y solo pueden reír de su situación absurda: "al final de ese libro, mi intención era que los dos personajes simplemente experimentaran un breve momento de lucidez en su extraña y probablemente fatal relación entre ellos".

Batman: La Broma Asesina (Grandes Novelas Gráficas de Batman)

La Broma Asesina ha generado uno de los debates más persistentes en la historia del cómic

Algunos críticos sostienen que hay indicios gráficos y de ritmo narrativo que sugieren que Batman podría estar estrangulando al Joker, mientras que otros defienden la lectura metafórica, considerando que la historia plantea un círculo vicioso de antagonismo y co-dependencia en el que Batman se suma a la risa del Joker al reírse con su chiste. La conclusión más razonable, respaldada por la mayoría de estudios críticos, es que la obra opera desde la ambigüedad: nunca se confirma la muerte del Joker, y esa incertidumbre es precisamente lo que fortalece la narrativa, obligando al lector a confrontar sus propias conclusiones morales sobre justicia, venganza y los límites de la violencia heroica. Pero para mí, Batman mata al Joker, de ahí el título de la historia.

Esta ambigüedad final también refleja la visión de Moore sobre los superhéroes: personajes originalmente pensados para el entretenimiento infantil que, cuando se llevan a un realismo extremo, pueden volverse grotescos. La discusión sobre si Batman mata o no al Joker sigue siendo un elemento central en la interpretación de la historia, pero tal vez no sea el más importante. En general la fuerza de La Broma Asesina radica en la capacidad de generar debate y reflexión incluso décadas después de su publicación.

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Por qué sigue siendo imprescindible leer La Broma Asesina

La Broma Asesina sigue siendo un texto fundacional para entender la transformación del cómic en un medio adulto

La Broma Asesina sigue siendo un texto fundacional para entender la transformación del cómic en un medio adulto, capaz de explorar temas de psicología, violencia y moralidad. La obra también invita a una reflexión posterior sobre las tensiones entre autoría, mercado y responsabilidad social, mostrando que incluso los clásicos más celebrados pueden generar conflicto con sus propios creadores. Alan Moore reniega de la obra, pero su impacto sigue siendo indiscutible, y su combinación de narrativa, arte y experimentación psicológica la mantiene vigente.

Aunque Alan Moore se haya distanciado de su creación, para los lectores de cómics sigue siendo esencial. La Broma Asesina no solo nos mostró un Joker más humano y terrorífico que nunca, sino que nos enseñó que Batman, pese a su fuerza y justicia, siempre habita en la delgada línea que separa la cordura de la obsesión

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