Análisis de Stellaris. Escribe tu historia en las Estrellas

Análisis de Stellaris. Escribe tu historia en las Estrellas
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Guiar a una gran civilización a través de las estrellas nunca fue un viaje tan apasionante. Los creadores de Crusader Kings II nos sorprenden con un magnífico juego de alta estrategia en el que todo es posible. Stellaris es grande, una aventura descomunal, pero ante todo es uno de esos raros videojuegos que consigue, de algún modo, hacerte sentir dentro de la gran epopeya que narra.

Hay algo fascinante en Stellaris. Cuando crees que este videojuego de alta estrategia ya no puede sorprenderte más, que ya lo has visto todo, una invasión alienígena a gran escala, la rebelión de las máquinas, el regreso de una civilización perdida, o incluso una plaga mortal te muestran lo contrario. El imperio que creías invencible se desmorona pieza a pieza, con una rapidez pasmosa, sin que llegues a entender siquiera cómo ha ocurrido; cómo es posible que tantas horas de duro trabajo, de investigar nuevas tecnologías, de erigir ciudades por todo el universo, puedan tener un final tan dramático. Hasta que lo entiendes. Es culpa tuya, solo tuya, porque en este vasto universo de ciencia ficción la historia la escribes tú; o mejor dicho, la definen tus actos.

Cada decisión que tomas deja su huella. Puede que no la veas de inmediato, que años de someter a otros pueblos mediante la fuerza bruta no parezcan tener consecuencias negativas. Y así podría ser… si juegas bien tus cartas; aunque también es posible que un día, cuando menos te lo esperes, todas esas civilizaciones a las que maltrataste durante tanto tiempo digan basta y se alcen en tu contra. Esa es la grandeza de Stellaris; conseguir que te sientas dentro de un inmenso universo, siempre cambiante, que evoluciona de forma realista a cada paso que das. No eres un simple observador; formas parte de una gran epopeya espacial con la que los creadores de Crusader Kings II han vuelto a demostrar que son unos auténticos genios.


La última frontera

No es la única virtud que atesora este gran juego de estrategia que hace fácil lo que en otros títulos del estilo es una auténtica pesadilla. La gestión del imperio, la exploración planetaria, la investigación de nuevas tecnologías, la diplomacia… todo está ahí, con la variedad de opciones y profundidad que se le exige a esta clase de videojuegos, pero al alcance de un simple clic. No hay menús enrevesados, ni montañas de texto farragosas, ni nada que complique innecesariamente la acción. La interfaz de usuario está, nunca mejor dicho, al servicio del jugador, que difícilmente podría encontrar mejor herramienta para gestionar sus dominios.

Crear tu propia civilización es una de las grandezas de Stellaris. Eliges la estética, su forma de gobierno, de pensar… ¡y hasta cómo viajan por el espacio!
Crear tu propia civilización es una de las grandezas de Stellaris. Eliges la estética, su forma de gobierno, de pensar… ¡y hasta cómo viajan por el espacio!


Se agradece, claro, porque hablamos de una tarea titánica. Stellaris da vida a un descomunal universo que en el mejor de los casos puede albergar ¡hasta mil mundos distintos! con decenas de civilizaciones vagando por las estrellas. Cada uno de estos imperios, además, nace de la aleatoriedad; nunca sabes con quién te vas a encontrar ni mucho menos cuál será su forma de pensar; si son xenófobos, si adoran la guerra, si prefieren la paz, si son dialogantes, si solo buscan que les dejen tranquilos… y es una situación curiosa, pues de algún modo ese “miedo” ante lo desconocido crea a su vez un halo de fascinación que siempre te impulsa a seguir adelante.

Desde que partes de tu mundo natal con poco menos que una nave de investigación hasta que colonizas tu primer planeta, entablas contacto con alienígenas, y creas una gran flota estelar al más puro estilo Star Trek, te sientes como un niño que nunca deja de asombrarse ante la inmensidad del cosmos. Cada paso que das siempre te lleva a descubrir algo nuevo: otros mundos que explorar, otras culturas con las que relacionarse, otros peligros a los que hacer frente… hasta el punto que a veces, puedes sentir vértigo; pánico ante las infinitas posibilidades que se dibujan en el horizonte, más allá de tu última frontera. Y no os vamos a engañar, lo adoramos.

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Te sientes como un niño que nunca deja de asombrarse ante la inmensidad del cosmos

Nos encanta ver cómo cada acción, por pequeña que sea, tiene sus consecuencias en el futuro; y más todavía que ese universo por el que nos movemos crezca y evolucione de una forma tan, por así decirlo, increíblemente realista. Ha habido momentos en los que nos hemos sentido como un dios, al hacer evolucionar de forma artificial a una especie pre inteligente, para mucho tiempo después sufrir la más humillante de las derrotas a manos de esos mismos seres que, en algún momento, llegamos a considerar nuestros hijos.

La historia que vivimos en primera persona se escribe paso a paso, decisión tras decisión, con un pulso narrativo sorprendentemente bueno. Actúas, llevas adelante tu imperio, y poco a poco van surgiendo decenas, cientos de misiones que se sienten perfectamente integradas en la acción. Más que eso. Fluyen de forma natural; si aparecen es porque tienen relación directa con algo que has hecho, y precisamente te invitan a explorar en esa dirección. Un ejemplo. Durante uno de nuestros viajes dimos con un mundo primitivo que despertó el interés de los científicos. Nosotros decidimos establecer un puesto de observación para estudiar su evolución, en principio sin interferir en sus quehaceres, aunque también podríamos. Y al final lo hicimos. Cómo no hacerlo si ese pueblo al que llevábamos tiempo analizando iba a morir a causa de un meteorito.

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La gestión de los planetas es similar a la saga Civilization. Construyes edificios, que puedes mejorar, y les asignas trabajadores, a los que debes alimentar y hacer felices.
La gestión de los planetas es similar a la saga Civilization. Construyes edificios, que puedes mejorar, y les asignas trabajadores, a los que debes alimentar y hacer felices.


Mandamos nuestra flota estelar, destruimos el asteroide, y ¡tan felices! Aunque también podríamos haber dejado que acabara con ellos y fin de la historia. Stellaris te da siempre opción a elegir, en muchas ocasiones con decisiones morales difíciles de olvidar. Podéis infiltraros en mundos primitivos para guiar su evolución en la dirección deseada, o podéis utilizar la ciencia para mejorar genéticamente a las personas; esclavizar mundos enteros, bombardear planetas hasta exterminar la vida en ellos, purgar una civilización y sustituir sus habitantes por robots que trabajen sin rechistar… ¡y hasta dotar del derecho a decidir a estos mismos androides!, a riesgo de sufrir la ira de los ciudadanos. Ya lo decíamos antes, este universo no deja de crecer y evolucionar; tampoco de sorprender, por eso las primeras horas de juego son siempre las mejores.

Cuando no conoces nada más allá de tu sistema planetario, cada minuto es oro, porque siempre descubres algo nuevo. El paso de las horas acaba un poco con esta magia, porque la acción puede volverse no tediosa, pero sí excesivamente lenta; hay tramos de la partida en los que no ocurre nada, porque tu labor es más asentar el imperio que expandir sus fronteras. Aunque todo acaba, incluso este bache, y Paradox guarda las mejores sorpresas para el final; cuando entran en juego ciertos cataclismos y eventos aleatorios que te despiertan del letargo de un puñetazo. Y no diremos más; mejor descubrirlo por uno mismo.

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La gestión de un gran imperio

Parece mentira. Stellaris es un videojuego de estrategia en tiempo real y hasta el momento, más que hablar de sus amplísimas opciones de gestión, que las tiene, nos hemos dedicado a describir aventuras y ensalzar las emociones que despierta en ti. Pero era importante hacerlo. Lo nuevo de Paradox tiene alma; tiene ese algo que lo hace único aun siendo en forma y apariencia similar a otros títulos del estilo, y ese es el principal motivo por el que recibe tan alta puntuación.

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Cuando te sientas a gestionar tu imperio no lo haces con la mentalidad de un estadista que simplemente controla cuántos minerales se recolectan al día, o cuánta energía se produce en las fábricas. Obviamente todo eso lo tienes en cuenta, pues la vida te va en ello; sin minerales no puedes construir nuevos edificios y sin energía no puedes hacer que estos funcionen. Pero hay algo más. Sinceramente te preocupas por tu civilización; sientes que es tuya, que esas caras sonrientes que te miran desde el monitor forman parte de esa nueva vida virtual en la que te has embarcado. Y es asombroso.

Lo decíamos antes. Cuando colonizas tu primer planeta te sientes grande, y sonríes, pues has obrado un pequeño milagro que será el primero de muchos otros. Que a fin de cuentas esa es la idea: expandir el poder de tu civilización más allá de las fronteras conocidas. ¿Cómo? Ya os garantizamos que no es fácil, pero sí un viaje extraordinario que merece la pena vivir en primera persona. El resumen será breve.

Exploras los confines del universo con naves de investigación, cuya labor principal es sondear planetas en busca de recursos. Si los encuentran, tus constructores podrán erigir estaciones espaciales que se encarguen de extraer esas materias primas, siempre y cuando os encontréis dentro de los límites de vuestro imperio. ¿No es el caso? Los puestos fronterizos os permitirán expandiros a gran velocidad, pero son caros de mantener y no conviene abusar de ellos. Tenéis otras opciones: la colonización.

Firmar tratados comerciales, compartir información, ofrecer la paz, insultar, declarar la guerra… aunque esperábamos más de la diplomacia, nunca podemos dejarla de lado.
Firmar tratados comerciales, compartir información, ofrecer la paz, insultar, declarar la guerra… aunque esperábamos más de la diplomacia, nunca podemos dejarla de lado.


Si dais con un mundo adecuado, y no nos referimos solo a que admita la vida, podéis enviar una expedición para establecer allí una colonia. ¿La tenéis? Pues ahora toca trabajar los cimientos: construir granjas que produzcan alimentos, crear fábricas que generen energía, o laboratorios que nos doten de esos preciados puntos de investigación necesarios para desarrollar nuevas tecnologías que darán acceso a más edificios, nuevas opciones de gestión, o más recursos para hacer felices a los nuestros. Que también es importante. Al margen del trabajo, debemos procurar entretenimiento y salud para todos, ya que de ese modo evitaremos revueltas o males mayores.

La historia que vivimos en primera persona se escribe paso a paso, decisión tras decisión, con un pulso narrativo sorprendentemente bueno

Por eso antes apuntábamos que no basta solo con dar con un planeta capaz de albergar vida. Si nuestra civilización adora los mundos oceánicos, colonizar un mundo desértico no es la mejor idea. Aunque Stellaris es tan genial que podemos adaptar, hasta cierto punto, la vida de los nuestros a esta clase de planetas hostiles. ¡Y las consecuencias pueden ser muy locas! Tampoco destriparemos nada de eso, tranquilos.

¿Más? Las figuras destacadas de nuestra civilización. Son científicos, gobernadores y militares con nombres propios que debido a sus rasgos especiales, pueden mejorar de forma notable el funcionamiento de los mundos y naves que lideren. No se nos permite tener muchos bajo nuestro mando, pero bien empleados pueden marcar las diferencias entre el éxito y el fracaso. Además, con el paso de los años mejorarán sus destrezas, lo que los hará más fiables a la hora de acometer muchas de las misiones aleatorias que nos sorprenderán de forma constante, y en las que si algo sale mal pueden terminar muriendo. También lo harán de viejos, así que no os encariñéis demasiado con ellos. Aunque… ¿y si investigáramos algo que permitiera alargar su vida?

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Evitar lo inevitable: la guerra

Expandir tus fronteras trae consigo grandes riesgos, y uno de ellos es enfrentarse a otras civilizaciones con las mismas aspiraciones. En ese caso, como no podía ser de otro modo, Stellaris brinda dos alternativas: la vía diplomática y, claro, la guerra. No está nada mal, aunque aquí encontramos precisamente algunas de las principales lacras de este videojuego.

Nuestra misión final es la de convertirnos en la fuerza hegemónica, los mandamases del universo, y hay dos maneras de conseguirlo: dominar un número suficiente de planetas, o exterminar a todos los enemigos. El problema es que a pesar de toda esa libertad de acción de la que hablábamos, da la sensación que al final la única vía posible es la de la guerra. Y no lo entendemos. Podemos encarnar a un pueblo pacifista, que odie a rabiar las armas, y sin embargo tener difícil evadir la lucha contra otras civilizaciones. Parece un desenlace inevitable, siempre llegamos a él, y es una pena.

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Stellaris te da siempre opción a elegir, en muchas ocasiones con decisiones morales difíciles de olvidar

Aunque la diplomacia tiene su peso en la acción, a la vez se siente algo limitada, como que no se ha profundizado lo suficiente en las muchas opciones que pone en tus manos. Puedes negociar con otras civilizaciones, alcanzar acuerdos comerciales, buscar alianzas, insultarles, declarar la guerra, o incluso abrir las fronteras para el libre tráfico de naves o hasta personas, que la inmigración también tiene su papel en el juego; pero le falta algo, no te da toda esa libertad que sí encuentras en otros títulos desarrollados por la propia Paradox Interactive. Obviamente nos encanta el modo en el que interactúan los imperios, porque es creíble; entiendes que un insectoide amante de la guerra sienta asco por una raza de blandengues seres gelatinosos defensores de la paz, del mismo modo que ves lógico que una nación poderosa sienta la tentación de acabar con otra de índole similar por miedo a lo que pueda pasar en el futuro.

Firmar tratados comerciales, compartir información, ofrecer la paz, insultar, declarar la guerra… aunque esperábamos más de la diplomacia, nunca podemos dejarla de lado.
Firmar tratados comerciales, compartir información, ofrecer la paz, insultar, declarar la guerra… aunque esperábamos más de la diplomacia, nunca podemos dejarla de lado.


Todas esas situaciones funcionan bien y se plantean de forma natural, fluida, sin que sientas que las disputas o alianzas son forzadas. Pero falla algo, y es que te faltan opciones para negociar mejor. Por ejemplo, al fundar una federación galáctica, que es como una alianza de civilizaciones pero con algunas ventajas adicionales, habría estado genial poder enviar figuras diplomáticas a otros mundos para negociar tratados de paz, acuerdos comerciales, o lo que sea que necesites.

Otra ausencia inexplicable es la del espionaje. No entendemos cómo en un videojuego como este, en el que es tan importante conocer a qué enemigos te enfrentas, no exista esta opción. Y más con un contexto de ciencia ficción, que es el telón de fondo ideal para crear historias verdaderamente apasionantes. Lo bueno es que conociendo a Paradox, lo más probable es que en el futuro esta clase de opciones lleguen en forma de actualizaciones gratuitas o DLC de pago.

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¡Listos para el combate!

Y llegó la hora. La guerra, que está muy bien planteada en el mundo de Stellaris, especialmente por las opciones de personalización que te da a la hora de diseñar tu flota espacial. Vale que en los combates no intervienes directamente; mandas a las tropas a combatir y disfrutas del espectáculo sin hacer gran cosa. Pero la previa, la preparación, es lo que de verdad emociona. Para que os hagáis una idea de la libertad que tenéis, una de nuestras naves no disparaba torpedos, ¡lanzaba alienígenas!

También podéis mejorar escudos, hacer de vuestras naves vehículos de combate más rápidos, incrementar su potencia de fuego de manera bestial… prácticamente podéis hacer lo que os dé la gana, siempre y cuando vuestros científicos hayan dado con la tecnología adecuada. Que esa es otra: el árbol tecnológico.

En los combates no queda otra más que mirar y confiar en la eficacia de la flota. Afortunadamente, las vistas suelen ser espectaculares.
En los combates no queda otra más que mirar y confiar en la eficacia de la flota. Afortunadamente, las vistas suelen ser espectaculares.


A diferencia de otros juegos del estilo no tenéis una lista con todas las mejoras que podéis investigar, sino que estas aparecen de forma aleatoria, repartidas en tres campos de investigación distintas, dándote a escoger siempre al menos tres opciones en cada uno de ellos. ¿Por cuáles apostar? Eso ya es cosa vuestra, pero es posible que en el futuro os arrepintáis de no haber investigado una u otra tecnología. Y es otro aspecto que nos encanta pues genera tensión, te hace mirar siempre al futuro, pensando en los posibles usos de lo que vas a estudiar. ¡Y será por opciones!

Este es además un videojuego bonito se mire por donde se mire. La elegancia de sus menús, el fantástico diseño artístico de mundos, alienígenas y vehículos; la espectacularidad de algunas de sus vistas, la épica que alcanza en momentos clave de la partida, mientras suena esa imponente banda sonora a cargo de Andreas Waldetoft, que ha ejecutado un trabajo espectacular; de esos que se quedan grabados en la memoria. Si es que es complicado no tararear alguna de las melodías que te acompañan durante este maravilloso viaje a las estrellas.

¿Te imaginas liderando una flota de destructores imperiales mientras defiendes la capital del Imperio en Coruscant? Aún no es posible acometer una misión tan épica como esta, pero en el futuro podría serlo gracias, una vez más, a la apuesta de Paradox por los mods. Desde el primer día han puesto a disposición de los aficionados las herramientas necesarias para diseñar y compartir con suma facilidad todo tipo de mod. ¡Y aquí los tenemos! Retoques en la interfaz de usuario, nuevas opciones de gestión, cambios estéticos, civilizaciones adicionales… hasta se recreado el caótico mundo de Warhammer 40.000 en el que es uno de los mods más populares hasta el momento. ¡Y que no se detenga la cosa!
Benditos mods - ¿Te imaginas liderando una flota de destructores imperiales mientras defiendes la capital del Imperio en Coruscant? Aún no es posible acometer una misión tan épica como esta, pero en el futuro podría serlo gracias, una vez más, a la apuesta de Paradox por los mods. Desde el primer día han puesto a disposición de los aficionados las herramientas necesarias para diseñar y compartir con suma facilidad todo tipo de mod. ¡Y aquí los tenemos! Retoques en la interfaz de usuario, nuevas opciones de gestión, cambios estéticos, civilizaciones adicionales… hasta se recreado el caótico mundo de Warhammer 40.000 en el que es uno de los mods más populares hasta el momento. ¡Y que no se detenga la cosa!


La escritura, el guión, también es otra pieza clave para entender por qué hemos otorgado una puntuación tan alta a Stellaris. Traducido al español, es genial empaparse de toda la cultura de este universo; disfrutar de los relatos que cuenta, profundizar en la vida de otras civilizaciones, dar con imperios caídos, descubrir artefactos milenarios; ¡lo tiene todo! Porque además es sorpresivo y creíble a niveles que asustan. Otro ejemplo, de los muchos que ya os hemos dado. Uno de nuestros científicos dio con una sustancia rara, la probó, se volvió adicto, también se hizo mucho más inteligente… pero ¡a costa de acortar su vida notablemente! Y esto es impresionante. Porque además sientes la imperiosa necesidad de contárselo a tus amigos, de compartir todas estas experiencias con otras personas. Lo hemos visto incluso en nuestros foros, donde algunos lectores ya han contado algunas de sus batallitas en este universo de ciencia ficción. ¡Y más que queremos leer!

Por eso esperamos que en las próximas semanas se corrijan algunos fallos y se pula la inteligencia artificial, que en algunos aspectos es demasiado pasiva o hasta intransigente (es difícil hacerles cambiar de opinión), aunque en líneas generales responde bien a lo que se espera de un videojuego de estas características. Aun así, nos habría gustado toparnos con más opciones, como la posibilidad de coordinar ataques cuando estás dentro de una alianza. Facilitaría mucho las cosas durante los tiempos de guerra. De todos modos, para esto también está el multijugador, que admite hasta 32 personas en un mismo universo.

Magnífico

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Por: El equipo de 3DJuegos
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  • Es un juego inmenso que te atrapa y no te suelta. Cada partida es un mundo
  • Sorprende cómo todo responde de forma creíble a tus actos
  • Fácil de jugar difícil de dominar. La interfaz de usuario está genial
  • Amplias opciones de personalización. Diseñar tu flota y civilización es una gozada
  • Le falta algo de profundidad a la diplomacia. La ausencia del espionaje
  • El ritmo de la acción puede tornarse muy lento a mitad de la partida
Jugadores: 1-32
Idioma: Textos en español
Duración: Incalculable
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