El creador de MIND: Path to Thalamus nos sorprende con una desafiante aventura de puzles y terror en primera persona con la que es difícil no temblar de miedo... ¡a pesar de la belleza de sus gráficos! Perseguidos por almas errantes, sin ayuda de ningún tipo, sobrevivir a este infierno no es tarea fácil pero sí una experiencia que merece la pena como te contamos en el análisis de Infernium.
Lo he odiado con todas mis fuerzas; me ha desesperado como pocos videojuegos han conseguido en los últimos años y, sin embargo, ahí estaba, intentándolo una y otra vez; probando fortuna de forma incansable ¡porque sí!, porque me negaba a creer que los autores de Infernium iban a poder conmigo. ¡Ja! Que os lo habéis creído. Y sinceramente, ser tan cabezota ha tenido su recompensa pues de haberme rendido a las primeras de cambio, me habría perdido el fantástico viaje a los infiernos que propone esta aventura de puzles en primera persona que es, a su vez, un implacable videojuego de terror. Que no os engañe su estética. Que no os confunda la belleza de sus gráficos ni la luminosidad que define a la mayoría de sus localizaciones. El nuevo trabajo del creador de MIND: Path to Thalamus no es solo uno de los títulos más desafiantes y duros de cuantos han aparecido en 2018, es también uno de los más angustiosos que recuerdo. Estás solo, indefenso, ¡perdido!, vagando por un mundo laberíntico sin que nada ni nadie te marque el camino a seguir; sin consejos que te ayuden a hacer frente a la amenaza que se cierne sobre ti, ¡que no es poca! Pero es que ni tan siquiera el equipo capitaneado por el catalán Carlos Coronado se toma la molestia de hablar de los enemigos, de esos espectros que, incansables, os perseguirán hasta que gritéis de pura desesperación. Lo único que importa es que son malos, ¡van a por vosotros!, y basta que os rocen para acabar con vuestra vida.
A partir de ahí Infernium crece con retos cada vez más desafiantes, más maquiavélicos, dejando que seas tú quien aprenda por la fuerza, con la rabiosa experiencia que da morir, cómo funciona el particular infierno creado por este talentoso equipo español. Es frustrante, ya os aviso, pero también una experiencia que merece la pena vivir; un viaje que te recompensa con una gran sensación de superación personal cuando, contra todo pronóstico, te abres camino entre los enemigos hasta alcanzar la meta. Al final, de eso se trata. Huir de los espectros mientras resuelves puzles. Una suerte de Pac-Man endemoniado capaz de poner de los nervios a cualquiera sin recurrir al susto fácil o a escenarios grotescos y lúgubres. Nada de eso encontraréis aquí... ¡y aún así da miedo!, lo que tiene mérito. Ese brutal contraste, la delgada línea que separa lo bello de la muerte más atroz, hace de Infernium un videojuego digno de alabanza aunque, ya aviso, no es apto para todos los públicos. En la línea de obras como Dark Souls, este es un juego que exige mucho de nosotros; es una obra que te pide que aceptes sin rechistar su implacable acción, que te deja solo ante el peligro sin informar lo más mínimo de qué camino debes seguir ni, realmente, cómo debes actuar y eso, a veces, le pasa factura.
Con la muerte en los talones
En un videojuego de puzles sueles tener todo el tiempo del mundo para resolver los rompecabezas. Te plantas ante el problema, observas el entorno y buscas soluciones. No ocurre lo mismo en Infernium. Este videojuego español te obliga a tomar decisiones bajo una presión asfixiante. Quedarse quieto implica morir; y lo mismo se aplica para aquellos que corren sin un rumbo fijo. Muerte, muerte y más muerte. Es dramático. Más teniendo en cuenta que las vidas son limitadas; que caer una y otra vez puede desembocar en el final de la partida.
Pocos videojuegos me han hecho estar tan alerta como esta aventura
Hay opciones para evitarlo, claro, pues en ciertos altares diseminados por este surrealista infierno podéis invertir la energía cosechada de los escenarios para "recargar" esas 25 vidas con las que cuentas, pero esa sensación de indefensión y miedo a la muerte permanente está ahí, nunca desaparece, y ciertamente resulta agobiante. No exagero. Pocos videojuegos me han hecho estar tan alerta como esta aventura que, a pesar de la paz que transmiten sus escenarios, inquieta como pocos juegos de terror consiguen. La muerte está al acecho; en cualquier momento un enemigo inesperado puede aparecer y, entonces, ya no hay marcha atrás. Ya no hay tiempo para sentarse y pensar. Solo correr. Huir a través de unos escenarios laberínticos que debes conocer al detalle para dejar atrás esta incansable amenaza. Lo decía antes.
Infernium retuerce la acción de Pac-Man hasta convertirla en una experiencia terrorífica. Sin armas con las que defenderte de estos peligros, sin opción de acabar con prácticamente ningún enemigo, solo te queda correr y actuar con presteza. Resolver puzles mientras un fantasma te pisa los talones valiéndote de la habilidad del teletransporte, similar al Guiño de Dishonored, para desplazarte de un lado para otro no tanto para despistar a los enemigos, pues rara vez dejan de perseguirte, sino más bien, para ganar esos segundos de más que en Infernium suponen abrir una compuerta ¡y escapar! Poco más haréis a lo largo de esta aventura que no plantea retos especialmente complejos, que sí difíciles, aunque no por ello dejan de ser emocionantes. Accionar una palanca o activar altares usando un código específico suena demasiado simple, y lo es, pero ahora imaginad esta situación en mitad de un auténtico infierno, rodeados de enemigos que no cesarán en su empeño por daros caza. Es aquí donde entra en juego la estrategia. Hay que usar el escenario para llevarlos justo donde deseas; dar vueltas, usar atajos o sortear abismos de forma constante para, poco a poco, activar los resortes que os permitan avanzar.
Por mucho que os diga no os hacéis una idea de lo agobiante que puede resultar. A veces... demasiado. Los enemigos son veloces, nunca se rinden, y aunque parezca fácil darles esquinazo con la opción del teletransporte, no es oro todo lo que reluce; esta técnica requiere de tiempo, de unos segundos de carga de los que no siempre dispones, y de precisión, que es algo en lo que Infernium falla en contadas ocasiones. Hay que dar en el clavo, apuntar en el lugar correcto para que la acción surta efecto, y no siempre ocurre. Resulta frustrante. Más de una vez he gritado de pura rabia al morir a manos de un enemigo por no haber sido capaz de saltar a tiempo por yo qué sé qué motivo. Lo mismo he hecho al enfrentarme a un nuevo espectro sin saber qué esperar de él. Esto último tiene gracia, lo disfrutas, porque una vez más, el juego de Carlos Coronado te reta a descubrir sus misterios por ti mismo. Hay enemigos que explotan, espectros que atraviesan paredes, ¡otros invisibles!, y la primera vez con todos ellos siempre resulta emocionante. Es una de las grandes virtudes de Infernium. Su capacidad para sorprender aun cuando su acción no varía ni un ápice. Hay escenarios claustrofóbicos, laberínticos, en los que correrás y correrás con varios enemigos a tus espaldas, ¡o viniendo de frente!, y otros en los que a pesar de tener abundante espacio libre a tu alrededor, te sentirás incluso más agobiado por tener que lidiar con una amenaza invisible que solo detectarás si cumples ciertos requisitos.
En lo estético el videojuego resulta digno de alabanza. La construcción de su mundo, al estilo metroidvania, es espectacular pues tienes cierta libertad para explorar el juego a tu gusto, siguiendo el camino que desees, aprovechando las distintas habilidades especiales que adquirirás con el paso de la aventura. No es que haya muchas. Con las manos como principal herramienta para la supervivencia, en Infernium usarás un tatuaje para crear un rayo de luz, ideal para iluminar zonas oscuras y romper ciertas barreras, y otro para hacer lo propio con ciertos obstáculos. En los dedos de la mano derecha acumularás luz que extraerás de unos orbes de energía dispersos por el escenario para, igualmente, echar abajo las barreras que bloquean el paso. Empezarás la aventura con un solo dedo activo hasta llegar al máximo de cinco con los que serás capaz de acceder a nuevas áreas y, aunque el juego no lo diga, no al menos de forma directa, es importante administrar bien los orbes de luz pues, una vez alcances el máximo de energía, seguir cosechando supone desperdiciar su poder en un mundo persistente donde todas tus acciones dejan huella.
Lo extrañamente hermoso que resulta el infierno en esta aventura, consigue que quieras seguir adelante
Me gustaría incidir una vez más en el diseño del mundo de Infernium, pues es increíble cómo sus áreas se conectan entre sí, permitiéndote acceder a muchas de ellas por rutas muy distintas. El orden lo marcas tú, y según las mejoras que hayas desbloqueado, tendrás más o menos facilidades para completar estos entornos que, son además, increíblemente variados entre sí. No se queda en lo meramente estético, pues hay zonas que parecen propias de un juego de plataformas, y otras que se acercan más al concepto survival horror, con esa música estridente que castigará tus oídos cada vez que un enemigo se acerque a ti. El surrealismo que define todos estos parajes, lo extrañamente hermoso que resulta el infierno en esta aventura, consigue que quieras seguir adelante, que a pesar de la dureza de la acción y lo frustrante que puede tornarse, desees continuar el camino en busca de nuevas localizaciones con las que quedar maravillado. Lástima que en lo argumental, aunque interesante, el videojuego pierda algo de fuerza. La historia, impresa en las paredes, no termina de sorprender aún cuando plantea un relato atractivo que da qué pensar. Hay tiempo para ello, ya que una vez completas la partida, hay varios finales por desbloquear y un modo Nueva Partida + para aquellos que quieran retos más duros.
La experiencia es divertida pero, también, frustrante y algo repetitiva. Hay niveles con un diseño fantástico pero otros pecan de ser algo simplones. Con una acusada mecánica de ensayo y error, repetir demasiadas veces una zona puede agravar esta sensación, desquiciando al más pintado con la inmisericorde dureza de algunos desafíos. Que al morir recales en una suerte de purgatorio, o lugar de retorno, también puede volverse algo tedioso porque, superada esa pantalla de carga, debes aguantar otra más para regresar a cualquiera de las hogueras que hayas encendido para que actúen como puntos de control. Detalles que afean el resultado final de una aventura que, en PC, es compatible con los mods. Es más. El videojuego se ha estrenado con varios de estos contenidos mods que permiten cambiar la estética, disfrutar de nuevos desafíos o, incluso, rebajar el nivel de dificultad con enemigos más lentos.
Morir una y otra vez puede desanimar a cualquiera pero, en Infernium, seguir adelante, ¡no rendirse nunca!, te hará disfrutar de una interesante aventura de puzles y terror que sorprende por la belleza de su extraño mundo virtual. El juego se pasa de parco en detalles, no ayuda lo más mínimo a los aficionados, pero si aceptas el reto y afrontas la lucha de forma estoica, vas a pasar un mal trago, en el buen sentido, resolviendo sus desafiantes rompecabezas hasta alcanzar el paraíso.
- La tensión que genera; la sensación de indefensión
- El diseño del mundo de juego y cómo este conecta todas sus áreas
- Resolver puzles bajo la amenaza de muerte; su capacidad para sorprender
- El soporte para mods en PC
- Se echan en falta rompecabezas algo más elaborados
- La dificultad se siente en muchas ocasiones descompensada
- Cierta imprecisión con el uso del teletransporte
