¡Llega a las consolas de Occidente el rey de los shooters de Oriente! El titular no podría ser más ilusionante para cualquier curioso de Crossfire y años de éxito en tierras coreanas, pero la resolución no ha podido ser más decepcionante en el territorio de Xbox. Te contamos qué nos ha parecido Crossfire X, lo nuevo de Smilegate y Remedy.
Crossfire X es, definitivamente, una gran anomalía en sí misma. Hablamos de una franquicia millonaria en Asia que ha congregado a jugadores por millones y que ha sido un fenómeno shooter a la altura de lo que en Occidente es Counter-Strike o Call of Duty. No es moco de pavo, y aunque su presencia en los medios de nuestras tierras haya sido prácticamente testimonial, es un nombre que viene sonando por muchos años y por el que sentía una curiosidad casi extravagante: ¿Qué tendrá Crossfire para seducir a tantos jugadores asiáticos? ¡Más de mil millones de jugadores en todos los países que se ha estrenado! La revisión del juego en Xbox Series X | S, lejos de resolver la duda, añadirá nuevas incertidumbres a los curiosos que lo descarguen.
Si ya en el multijugador presenta un acabado y unas decisiones un tanto inquietantes en presentación y mecánicas de juego, el software ha querido plantear una entrada por todo lo alto en el territorio occidental con una campaña firmada por uno de los estudios europeos con más prestigio, solera y capacidad para crear una aventura narrativa a la altura del fenómeno: Remedy Entertainment. La colaboración entre Remedy y Smilegate se anunció hace un buen puñado de años, y parecía una cooperación coherente que ayudaría a presentar el universo de Crossfire de una forma amable para la colonización de un nuevo mercado hambriento de propuestas FPS. ¿Han sido los creadores de sagas tan laureadas como Max Payne o Alan Wake capaces de estar a la altura? No.
Que no te engañe la calidad del producto: Smilegate es un gigante del videojuego en Asia que no tiene motivos para permitirse un estado tan pobre para un proyecto que, a priori, parecía importante de cara a la expansión de una marca más que consolidada. Quién sabe qué le espera a Crossfire X en el futuro, pero la realidad hoy es que su puesta en escena no ha podido ser más decepcionante.
Jugabilidad anacrónica
Crossfire X cuenta con dos modalidades de juego bien diferenciadas entre sí. Permitidme una simplificación total de los conceptos: uno presenta una jugabilidad más clásica que recuerda en sus mecánicas a Counter-Strike y otro es más del estilo de shooter contemporáneos como Battlefield o Call of Duty. Uno es rígido y clásico; el otro es dinámico y rápido. Lo que no cambia en ninguno de los dos es la sensación de estar jugando a un FPS anticuado, con un control torpe y barroco, digno de shooters de generaciones pretéritas. Los avances en el género han permitido que cualquiera pueda presentar unas opciones de control completamente óptimas y adaptadas a los tiempos que corren, pero Crossfire las obvia por sistema sin ningún motivo aparente, ni siquiera tocando en las opciones hemos dado con una solución acorde.
Siendo una marca con solera, sorprende la nula variedad de contenido añadido en Crossfire X. Con total humildad e ignorancia sobre la saga he intentado comprender los motivos que han llevado a sus desarrolladores a crear mapas exclusivos para cada modo de juego, pero debo ser completamente sincero: no entiendo los motivos que impiden a los escenarios ser reutilizados en otros modos de juego. No es que el mapa del modo Dominación suponga la quintaesencia del género y no pueda ser compatible con la contrapartida del Buscar y Destruir, por ejemplo. He querido entender la motivación tras una decisión tan peculiar, pero no he sido capaz de dar con una respuesta.
La sensación general a los mandos de Crossfire ha sido la de viajar al pasado, pero no en el buen sentido
En definitiva, la sensación general a los mandos de Crossfire ha sido la de viajar al pasado, pero no en el buen sentido. Fallando en elementos tan esenciales como el mero control o con una falta tan alarmante de contenido en su estreno, resulta difícil tener en cuenta la virtud de presentar dos jugabilidades tan distintas entre sí o el uso de habilidades especiales que lo diferencian de otros referentes del género. Tampoco en el contenido meramente F2P veo motivos para ahondar en su universo, con elementos genéricos que no llevan a ninguna parte. No obstante, la realidad actual del software es tan simple como la siguiente: en su actual estado resulta difícil no hacer ojos a cualquier otra opción del género incluida en el territorio del Xbox Game Pass. Máxime, cuando ni siquiera la campaña de Remedy presenta motivos para lanzarse a ella.
Una campaña sin remedio
Separada en dos capítulos y previo pago a pesar de ser suscriptor del Xbox Game Pass, Smilegate ha querido presentar a su universo con dos cortas campañas firmadas por Remedy Entertainment. Se trata del primer acercamiento del equipo finlandés en el territorio del FPS y se nota. Es como si hubiesen tomado los tópicos de la empresa, los hubiesen salpicado con niveles y misiones poco o nada imaginativas y con algunas de las inteligencias artificiales más grotescas que se han visto en mucho tiempo. Resulta decepcionante pensar que tras algunas de las ideas tan desfasadas de Operation Catalyst y Operation Spectre están las mentes tras Alan Wake, Max Payne o el más reciente Control.
Smilegate presenta su universo con dos cortas campañas firmadas por Remedy Entertainment
La batalla de los Black List y los Global Force congrega momentos que pretenden ser oníricos de la más baja categoría (casi autoparódicos de la propia Remedy), el peor tiempo bala que han creado los que aplicaron el tiempo bala por primera vez a los videojuegos (que pretende ser como SUPERHOT pero queda en nada), elementos coleccionables dispersados por pobres escenarios y personajes completamente olvidables en una misión ubicada en topicolandia. Catalyst nos presenta el clásico caso de una misión que se complica y acaba en misión de rescate, con su escena aburrida de francotiradores, con su parte de asalto inocua y el drama intrascendente de vengar la muerte de un compañero de armas mientras asistimos a la presentación de un arma que podría cambiar el curso del conflicto armado.
Spectre, quizás el más interesante de los dos contenidos, sigue los acontecimientos de Catalyst y nos pone en la piel de Black List en una misión de infiltración en un tren en el que hay que obtener una pieza de inteligencia antes de que llegue a las manos de Global Risk. La aparición del traje Spectre permite al jugador acceder a nuevas habilidades que endulzan la experiencia, pero nada lo suficientemente destacable como para justificar lo que cuesta o la presencia de una Remedy que, seguramente, no estará orgullosa de su colaboración con Smilegate. Se debe exigir mucho más a las dos empresas, máxime cuando una tiene el dinero para hacer realidad algo grande y la otra la capacidad para ejecutarlo.
Un estreno decepcionante
Crossfire X no destaca demasiado en lo visual, pero es que en lo sonoro se estrella. No es nada imaginativo en el uso del ray-tracing, por lo que apoyarse en la tecnología de trazado de rayos en escenarios y situaciones sin ningún tipo de uso ingenioso a la iluminación no suma demasiado a un juego que sus momentos técnicos destacables durante la campaña, realizada con un motor distinto al multijugador, se cuentan con los dedos de una mano. Si decía que la jugabilidad era digna de generaciones pretéritas, lo mismo puedo decir de su adaptación al castellano: es lo más parecido a los doblajes que se hacían de productos en la época de la primera Xbox, PlayStation 2 y GameCube, con actores que parecen tomarse su trabajo en un videojuego como algo de segunda o tercera división. Una pena.
Crossfire X es una de las experiencias más extrañas que he vivido en los últimos tiempos
Crossfire X es una de las experiencias más extrañas que he vivido en los últimos tiempos. Son tantos años oyendo hablar de su éxito en Asia que, de alguna forma, siempre había despertado mi curiosidad. Lo último que podía esperar, y más tras una fase de pruebas algo polémica, es que la firma no tomase el feedback recogido por la comunidad para intentar adaptar sus mecánicas de juego a algo que pueda sentirse digno de los tiempos actuales. Lo he recibido con la total humildad y las ganas de adentrarme en algo que fuese capaz de sorprenderme, pero creo que sus desarrolladores han confiado demasiado en un nombre que, a pesar de su trascendencia en Corea del Sur, es del todo intrascendente en nuestras fronteras.
Pero no está todo perdido, ni mucho menos. No hablamos de dos empresas incapaces de reconducir la situación con talento y billetes, por lo que la situación está lejos de estar perdida aún. Tendremos que estar atentos a futuros contenidos para el multijugador y la campaña que logren reconducir la situación y, en el caso de hacerlo, revisarlo en un tiempo. Lo que hoy tenemos no podría ser más decepcionante: Smilegate y Remedy dejan a deber en su estreno en Xbox.
Crossfire X no tiene mucho que ver con el éxito multitudinario de Crossfire para PC en el territorio coreano. Con un control anacrónico y tosco, presenta sorprendentes decisiones en cuanto a su corto contenido y no presenta suficiente atractivo jugable a pesar de sus dos modalidades de juego distintas. La campaña es burda, simple y alejada de la grandeza que se presupone a un estudio con tanto talento como Remedy. Ninguna de sus capacidades técnicas le ayuda a brillar ante tan poca creatividad y un doblaje al castellano que recuerda a peores tiempos de la profesión. Puede mejorar, pero necesitará inversión, talento y paciencia.
- El estreno en consolas de un auténtico éxito en el territorio coreano
- Cuenta con dos modalidades de juego completamente distintas entre sí
- Sale con muy poco contenido de estreno y toma decisiones extrañas en cuanto a sus mapas
- La campaña está a un nivel tan bajo que resulta increíble que esté Remedy detrás
- Puede mejorar con el tiempo, pero hay opciones más satisfactorias actualmente en Xbox
