Análisis de Limbo

Análisis de Limbo
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Una de las propuestas más curiosas que nos han deparado los videojuegos descargables en los últimos tiempos se llama Limbo. Con una dirección artística maravillosa y un sentido de la soledad como pocas veces hemos experimentado, seremos la silueta de un niño embarcado en un viaje imposible de olvidar.

Con ánimo de demostrar la fortaleza del software descargable en esta generación surge Limbo, un nuevo proyecto que permite ver una vez más cómo los títulos más originales, innovadores y arriesgados a menudo sólo son posibles gracias a este tipo de circuitos de distribución.

El título con el que comienzan su andadura los debutantes Playdead demuestra que con los rompecabezas por bandera y con una dirección artística formidable es capaz de conseguir que una mecánica aparentemente sencilla se transforme en un videojuego cautivador. Limbo llega a Xbox Live alabado por la crítica, y es que ha conquistado el premio de la excelencia técnica en los premios de la última Game Developers y ha atraído la atención desde su anuncio de todos aquellos interesados en los videojuegos como arte.

Pero ¿qué es limbo? Ante todo una joya. Un título que llama poderosamente la atención con sólo su visionado, pero que además cuenta con inefables virtudes jugables que hacen muy recomendable su adquisición más allá de sus indiscutibles valores artísticos.

Un videojuego para adultos, con estética cuidadísima, en blanco y negro y con jugabilidad de plataformas 2D. Eso es Limbo. ¿Una joya? En efecto.
Un videojuego para adultos, con estética cuidadísima, en blanco y negro y con jugabilidad de plataformas 2D. Eso es Limbo. ¿Una joya? En efecto.

Mundos Olvidados
En Limbo seremos un niño pequeño que emprende una gigantesca odisea en busca de su hermana perdida. Nuestro protagonista no es más que una silueta oscura con forma de niño, con dos brillantes puntos claros a modo de ojos en su cara. Un simpatiquísimo diseño que entronca claramente con la filosofía del videojuego, un título que nos mueve hacia delante en su historia con el minimalismo por bandera: sin necesidad de voces, de narración o de música.

De hecho la aventura comienza con nuestro pequeño héroe despertando de un mal sueño en mitad de un bosque, y sin más dilación comenzamos a caminar hacia la derecha de la pantalla guiados puramente por nuestro instinto. No hay historia ni motivo por el que debamos caminar, sólo un afán de supervivencia que rápidamente compartiremos con nuestro alter ego virtual. Así pues Limbo no tiene argumento pero tampoco lo necesita, la jugabilidad y sobre todo la potencia estética tienen más fuerza narrativa de lo que muchas superproducciones con complicados guiones pueden ofrecer.

Puede que resulte algo corto, que el tramo final del título no sea tan redondo como el resto y que el reto no sea demasiado alto en ninguno de los rompecabezas. Pero como experiencia, Limbo vale por un millón de shooters.
Puede que resulte algo corto, que el tramo final del título no sea tan redondo como el resto y que el reto no sea demasiado alto en ninguno de los rompecabezas. Pero como experiencia, Limbo vale por un millón de shooters.

Lo mejor es que el videojuego de Playdead es tan minimalista en su expresión narrativa como jugable -también artística pero en eso entraremos más adelante-, y es que es un título clásico de plataformas con desplazamiento de nuestro protagonista de izquierda a derecha en un plano bidimensional, y en el que sólo tendremos dos opciones de control, el botón A del pad para saltar, y el botón X para tirar de objetos y poder así resolver los diferentes rompecabezas.

Estos puzles suelen versar acerca de cómo conseguir avanzar por el escenario con la ayuda de determinados objetos de nuestro entorno. Por ejemplo hemos podido solventar situaciones con nuestro personaje construyendo improvisadas plataformas para poder saltar, esquivando obstáculos o utilizando válvulas de agua para abrir y cerrar su suministro. Lógicamente los hay mucho más imaginativos que los mencionados, aunque no está entre nuestras intenciones el mencionarlos para no crear spoilers. Muchos de estos retos tienen que ver con las avanzadas físicas que exhibe el videojuego, otros con ingeniosas combinaciones de objetos, pero todos ellos son en su mayoría muy ingeniosos a pesar de que, como decimos, sólo hay dos botones para resolver las diferentes situaciones.

La Muerte no Tiene Sentido
En Limbo la muerte es tremendamente habitual independientemente de nuestra destreza, y para lidiar con ese tema el videojuego presenta una serie de checkpoints hábilmente colocados para no frustrar al jugador y hacerle descubrir qué ha acabado con él y cómo puede sortearlo en el siguiente intento. La muerte constante puede sonar a duro castigo, pero no lo es en absoluto, y es que el jugador descubre con sorpresa qué ha causado su muerte y se fija como objetivo para su siguiente oportunidad el superar sea cual sea el obstáculo. Lo que no tiene Limbo es un sistema de niveles o capítulos al uso, al margen de los que podemos recuperar desde el menú principal, lo que se traduce en que todo el videojuego está planteado como un todo que podemos recorrer de principio a fin sin molestas interrupciones de interludios o tiempos de carga. La idea de que la aventura sea como una pesadilla constante y sin descanso está muy presente en las mentes de sus responsables y el resultado en este sentido es soberbio.

En Limbo lidiaremos constantemente con la muerte, y el juego pretende que aprendamos la lección cada vez que caigamos sin llegar a ser frustrante. Un reto que consigue de forma admirable.
En Limbo lidiaremos constantemente con la muerte, y el juego pretende que aprendamos la lección cada vez que caigamos sin llegar a ser frustrante. Un reto que consigue de forma admirable.

Una pesadilla, sí, y es que a pesar de los simpáticos diseños del personaje principal y su hermana, lo cierto es que la escala de grises y siniestras sombras de las que se compone el mundo que rodea a nuestro héroe y la presencia amenazadora de enemigos como arañas gigantescas o descomunales insectos, por ejemplo, ayuda severamente a lograr este objetivo. A esto debemos sumar los brutales efectos de las trampas sobre el cuerpo del pequeño, que puede desmembrarse con ellas o acabar inoportunamente empalado con saña. Limbo es tremendamente crudo, y tras el infantil aspecto de su protagonista se esconde una oscuridad tan amenazadora como las del propio universo que nos rodeará en la aventura.

Y es que el juego se fija a sí mismo una serie de imposiciones narrativas, cromáticas y musicales y las respeta a rajatabla, algo así como las normas del cine Dogma que impuso Lars Von Trier hace ya unos años y que todos sus seguidores reproducían a rajatabla. La intención de Playdead era la de ser minimalista al máximo sin renunciar a una serie de inquietudes artísticas muy claras que querían plasmar en su estética, y el resultado es sencillamente asombroso sin saltarse ni por un instante todos estos parámetros.

Belleza, oscuridad, insondable soledad... Limbo va de experimentar sensaciones, y como tal el primer videojuego de Playdead no tiene precio.
Belleza, oscuridad, insondable soledad... Limbo va de experimentar sensaciones, y como tal el primer videojuego de Playdead no tiene precio.

De ese poderío visual se deriva la carga emocional de un videojuego en el que apenas entramos en contacto con otros seres vivos que no sean amenazadores. Es imposible describir con palabras lo que se siente jugando a Limbo, y quedarse en la obvia valentía que supone el proponer un título en blanco y negro en pleno siglo XXI sería de una superficialidad insultante; lo único que podemos hacer es emplazar al jugador a disfrutarlo en su propia casa, puesto que ni vídeos ni imágenes van a hacer justicia a un videojuego que se cuenta entre las más únicas creaciones visuales que hemos tenido oportunidad de ver.

Estéril resultaría también dividir el aspecto visual del sonoro, igualmente minimalista y genial y del que ambos construyen un todo inseparable. Salvo algunos pequeños matices no hay música, y toda la banda sonora se construye con los amenazantes sonidos atmosféricos que componen la única faceta de audio que escucharemos.

Excelente

Recomendado
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Impecable artísticamente y con una carga emocional y atmosférica como pocas veces hemos visto, Playdead se pone en el mapa de los grandes estudios con un impresionante primer lanzamiento. ¿Qué le ha faltado? Por pedir echamos en falta algo más de duración y también más reto en los rompecabezas, dos aspectos que le hubieran venido muy bien a este Limbo para redondear su faceta jugable. Sin embargo siendo lo que es, el título es una experiencia memorable que ningún aficionado a los videojuegos como arte debe perderse.

Jugadores: 1
Idioma: Textos en español
Duración:
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