Buscando un espacio de construcción nuevo y más amplio, los habitantes de Animal Crossing emigran a Wii pero sin cambiar demasiado sus hábitos de vida. Descubrirán una nueva ciudad, la comunicación por voz e incluso la expresión de emociones, pero no dejarán de ser los mismos y de vivir en idénticas casas para que todos aquellos que no los conocieran terminen por enamorarse de la villa de los animales. ¡Bienvenido a tu segundo hogar!
La especulación inmobiliaria ha vuelto a comenzar. Después de construir sus casas en Gamecube (2004) y en Nintendo DS (2006), los habitantes de Animal Crossing compran un nuevo terreno en Wii para continuar levantando unas ciudades que van a seguir la nueva normativa de Nintendo. Mejor comunicación entre habitantes, más espacios habitables, nuevas formas de interacción… pero sobre todo el mismo principio social de siempre basado en la divertida idea de vivir en una sociedad virtual de la que pueden formar parte nuestros amigos de la vida real.
Continuista y conservador, Animal Crossing: Let’s Go to the City no es más que la fusión de las ideas jugables que ya propusieron sus predecesores. Es decir, un simulador de vida social que nos traslada hasta una particular villa poblada de simpáticos animales a fin de disfrutar de la experiencia de convivir, de ayudar a los demás y de recibir recompensas en lo que podría definirse como una comunidad de vecinos con forma de videojuego.
Visto de una manera profunda podría considerarse como una parodia de la realidad, pero apreciado desde el prisma que nos interesa –el del ocio electrónico– supone una manera original y divertida de meternos en una dimensión paralela donde el tiempo transcurre como en el mundo real, con sus días, meses, festividades (incluidos Año Nuevo o Halloween) e incluso estaciones del año. Es un particular microcosmos de aspecto reducido pero cambiante, personalizable y –hasta ahora– plenamente aceptado. Tanto, que la última versión, Animal Crossing: Wild World, llegó a tener más de diez millones de habitantes a lo largo de todo el mundo.
Tu segundo hogar
Como en el pasado, la acción comienza con una invitación para cambiar de vida, para ser libres y para demostrar que podemos conseguir una casa y pagar una hipoteca sin necesidad de tener que esperar a que acabe la crisis. Todo siempre en un tono muy humorístico, característico de Nintendo, pero que en cualquier caso nos obliga a trabajar y a relacionarnos mientras que tratamos de descubrir todo lo que nos ofrece un título pensado para ser jugado a largo plazo y en cortos períodos de tiempo.
Cada día es diferente en Animal Crossing: Let’s Go to the City. La meteorología cambia, cada jornada nos trae eventos diferentes y de vez en cuando podemos recibir nuevos inquilinos dentro de un plantel de personajes que se ha incrementado para la ocasión. Unos protagonistas que, además, no se comportan siempre de la misma forma, estando disponibles sólo a determinadas horas del día y transformando su diálogo y humor dependiendo de las circunstancias (significativo es el hecho de que se hayan redactado 4.000 páginas de guión para la ocasión).
Por tanto, nos encontramos ante un videojuego complejo pero que deja en esta versión la preocupante sensación de encontrarnos ante algo que ya habíamos visto. A este respecto, el reducido tamaño del mapeado (cuya única novedad es su generación aleatoria) y la escasez de estructuras –apenas una docena de casas por poblado– no ayudan demasiado a mejorar la situación. De hecho, ni tan siquiera lo hace la inclusión de una ciudad anexa al poblado (accesible a través de una parada de autobús), y eso a pesar de presentar ideas tan atrayentes como una casa de subastas que saca provecho de las posibilidades online o de una peluquería desde la que aplicar la apariencia de nuestro Mii al protagonista.
Los animales emigran a la villa de Wii
Es cierto que tenemos novedades como un mayor poder de personalización (a la hora, por ejemplo, de modificar el diseño de nuestra ropa), la capacidad de expresar emociones (siempre que las aprendamos en el teatro), los hasta 2.000 objetos para comprar en la tienda de Nook, el soporte para teclados USB e incluso el detalle de que en nuestra ciudad se crearán caminos en aquellos lugares que más transitemos. No obstante, el problema reside en que nada es lo suficientemente relevante como para provocar una evolución jugable en la serie, encontrándonos de esta manera ante un estancamiento que ni el wiimote ni el nunchuk son capaces de evitar.
Tanto es así, que la presencia del binomio en el simulador de vida social no sobrepasa el carácter de lo anecdótico, acrecentándose esta apreciación cuando nos damos cuenta de que la interacción con el puntero es a los pocos minutos olvidada en favor del control analógico tradicional. Al final, la única finalidad del wiimote se queda en navegar entre los menús del juego y, si acaso, lanzar la caña de pescar o cavar algún agujero en el suelo.
No obstante, lo más curioso es que no puede proclamarse que Animal Crossing: Let’s Go to the City haya despreciado de una manera absoluta el potencial tecnológico de Wii. Es en este punto donde debemos mencionar las posibilidades de la Conexión Wi-Fi de Nintendo (permite jugar hasta a cuatro usuarios en un mismo poblado), de la conectividad con la “dual screen” (para importar personajes, pero no sus ítems), del servicio WiiConnect24 (con el que descargarnos nuevos contenidos) y, muy importante, del Wii Speak, un periférico de comunicación por voz que fue una de las grandes estrellas de los de Kyoto durante el pasado E3.
Motivos y peligros para volver a hipotecarse
Definitivamente, la impresión es la de estarse mejorando la faceta comunicativa de una serie como Animal Crossing, aunque la adquisición del accesorio mencionado (Wii Speak) debería ser materia de reflexión para el usuario, ya que aumenta en 20 euros el precio final del videojuego. Un videojuego que aparte de presentar formato panorámico y de mostrarse en mayor definición, no hace mucho más que fusionar los estilos gráficos de sus antecesores para crear un mundo de caricatura colorido, amigable pero que no se aleja de lo que ya pudimos ver en Gamecube.
Incluso, en algunos aspectos, Wii lo hace peor que su hermana menor, como en el tema de las cargas, donde la inmediatez de los discos de ocho centímetros hacían de Animal Crossing un videojuego cómodo de jugar. Ahora, en la blanca de Nintendo, no nos queda otra opción que esperar cinco segundos cada vez que entramos o salimos de cada estructura, algo que podría resultar molesto en momentos puntuales.
Con todo, Animal Crossing: Let’s Go to the City parece, sinceramente, un título que podría haber dado mucho más de sí. Su espíritu conservador y su inherente intención de repetir el éxito de la serie han llevado a los de Kyoto a tomar el camino más corto y fácil posible. Probablemente, sea una obra que venda por sí misma debido a su nombre, pero no debe caber a los fans ninguna duda de que la compañía del fontanero italiano podría haberlo hecho mucho mejor. No es un juego ni mucho menos desaconsejable, sobre todo para los nuevos usuarios de Wii, pero aquellos que hayan probado los anteriores títulos deberían de valorar si esta nueva villa de animales les va a dar todo lo que estaban esperando.
Con novedades puntuales y el añadido de la comunicación por voz (a través del accesorio Wii Speak), el nuevo Animal Crossing es un videojuego continuista y especialmente recomendable para aquellos que nunca hayan convivido en su famosa villa de animales. Todos los demás, debido al extraordinario parecido con anteriores entregas, deberán de valorar si el, tal vez demasiado, ajustado trabajo de Nintendo puede llegar a justificar el volver a hipotecarse en una casa que bien podría no llegar a aportarnos todas las novedades que hubiésemos deseado.
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