Mi homenaje a Bruce Willis es volver a jugar a Apocalypse: una locura de acción futurista en PlayStation

Mi homenaje a Bruce Willis es volver a jugar a Apocalypse: una locura de acción futurista en PlayStation
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Quizá recuerdes Apocalypse, quizá ni siquiera lo conozcas. El caso es que Bruce Willis protagonizó en la primera PlayStation su propio videojuego de acción y ciencia ficción. Hemos vuelto a él con la lágrima en la mejilla como homenaje nostálgico a uno de nuestros grandes héroes de los 90. Apocalypse sigue molando a día de hoy… ¿Todavía se dice molar?

Tristemente de actualidad en estos días por su ahora publicitada afasia, lo cierto es que ya llevaba mucho tiempo rumoreándose que algún tipo de enfermedad aquejaba a Bruce Willis. Y que incluso eso podía explicar algunas de las desconcertantes decisiones que ha tomado últimamente en su carrera, muy alejada en los últimos tiempos de las grandes producciones en las que se veía involucrado antaño, y más cercana al "directo a vídeo" que se solía acuñar hace tiempo y que ahora más bien es un "directo a plataformas de streaming". Solo así se explica que sea capaz de simultanear tantos estrenos en un año: en 2021 apareció en la friolera de 8 películas (siempre en papeles secundarios) y para 2022 la cifra podría llegar hasta 10. Lo que todas ellas tenían en común es que eran terroríficas, y no precisamente por su género.

La carrera del actor alemán (sí, nacido en Berlín) es fascinante en el más puro sentido de la palabra. Ha sido capaz de alternar algunos de los grandes clásicos del cine como Jungla de Cristal, Pulp Fiction o El Sexto Sentido con fracasos de taquilla del calibre de El Gran Halcón o La Hoguera de las Vanidades. Sin embargo, lo que también resulta interesante de su filmografía es su apuesta por los videojuegos en la época de la primera PlayStation, algo que ahora es muy habitual en nuestro mundillo pero que por aquel entonces estaba en las antípodas de lo corriente para una estrella de su calibre. Así, si bien es cierto que nunca vimos su cara o su voz en el fantástico arcade Die Hard Trilogy, por ejemplo, sí que pudimos verle (y oírle) en otros dos juegos. Una adaptación bastante pobre de El Quinto Elemento y el que nos ocupa, un Apocalypse que no tocaba desde que salió en 1998 y al que me ha hecho volver la tristeza por ver cómo se apaga la carrera de uno de mis héroes de acción favoritos de todos los tiempos.

Lo primero que me llama la atención al arrancarlo es que el juego lo firma Neversoft, un estudio que seguro que te suena porque tiene algunos de los mayores éxitos de la historia de los videojuegos. Bajo su sello están algunos de los mejores juegos de la serie Tony Hawk, pero también el nacimiento de un titán de las ventas como es la saga Guitar Hero. Esos éxitos quedan un poco lejos del estado del estudio por aquel entonces, que todavía no había lanzado el primer juego de skate y que por aquel entonces andaba buscando su sitio a nivel creativo bajo el sello de Activision. Lo que está claro es que el historial del estudio por aquellos tiempos hace que regresar a Apocalypse sea hacerlo a un territorio familiar, puesto que se parece mucho a MDK tanto estética como jugablemente: acción en tercera persona en clave run and gun, cámara a nuestra espalda pero con un ángulo de visión muy abierto y una agilidad en su protagonista del todo inexplicable. Y es que no por casualidad el estudio había desarrollado la versión de PlayStation de su segunda entrega, MDK 2. Vamos que aplicaron todo lo aprendido entonces y, básicamente, cambiaron el modelo 3D de Kurt con su sofisticada armadura por una versión digital de Bruce Willis tan fiel al actor como lo permite el hardware de la videoconsola de Sony.

El arranque es apabullante, ya no me acordaba de cómo era ver el sello de Activision surgiendo a través de una pared destruida. Todo un icono de aquella época. Y a partir de ahí todo va acelerando y acelerando: lo primero que se ve en la intro inicial, justo después de una explosión, es al propio Willis surgiendo de un agujero del suelo con su mirada patentada y esa media sonrisa tan característica. Por lo demás, la intro no aporta mucho narrativamente, y a día de hoy se consideraría algo trasnochada, pero en aquella época era el no va más. Es una sucesión de grandes momentos cinemáticos de la historia, muchos disparos, personajes inquietantes y alguna bailarina sensual contoneándose (no podía faltar en aquellos años).

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La historia es un batiburrillo fenomenal de invocaciones, monjes satánicos, demonios y look futurista. La clásica tontería amable de pretexto que a día de hoy consideraríamos una estupidez, pero que en aquella época en la que los videojuegos tenían menos ínfulas era más que suficiente para ponernos en situación y crear una atmósfera interesante. De vez en cuando agradezco algo así, sin pretensiones con lo que poner el cerebro en punto muerto y disfrutar. El caso es que en un minuto y ocho segundos (sí, lo he cronometrado) ya tenemos a Bruce Willis recibiendo golpes en una sofisticada pero mugrienta cárcel futurista a cargo de uno de los guardias. Ya hacía siete años del estreno de su Joe Hallenbeck de El Último Boy Scout, así que el aspecto desaliñado, resacoso y golpeado del actor ya era toda una institución.

Los tutoriales son para pringados, parece gritarte el videojuego

Me llama la atención lo poco que necesitaban los videojuegos de aquella época para justificar cómo acaba teniendo un arma en la celda el personaje y cómo consigue abrir la barrera de energía que ejerce a modo de puerta: así que en un santiamén ya estamos pegando tiros. Así, literalmente. No hay tiempo que perder, así que ni siquiera hay un instante para familiarizarse con los controles: se acaba la cinemática con una frase lapidaria de Willis "Bienvenido al paraíso" (un "one liner" bastante flojo en comparación con los habituales del actor, en realidad) y ya estamos disparando a absolutamente todo lo que se mueve. Sin instrucciones, asesoramiento o práctica alguna… Los tutoriales son para pringados, parece gritarte el videojuego en la cara, y va a saco desde el primer minuto. Lo agradezco, la verdad.

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Como al principio la cosa no es muy desafiante, el juego invita a mover al personaje frenéticamente de un lado a otro de la pantalla para esquivar a los enemigos e ir probando botones. Con éste lanzo disparos en clave ametralladora, pero con este otro activo un lanzallamas, el de más allá es un rayo… Fantástico. Todos los objetos destructibles se rompen aparatosamente, ya sean barriles, cajas apiladas… Todo da una sensación de barbarie muy potente y muy lograda para un hardware como este. Y lo único que me detiene unos segundos son los mecanismos para abrir puertas que separan las diferentes zonas de la prisión.

Los robots que ejercen de enemigos al principio son grandotes e imponen, pero son también bastante torpes y no cuesta mucho acabar con ellos. La cosa, eso sí, se va complicando. En la prisión el mayor rival, de hecho, son las secciones de plataformas. El control no parece un problema en los tiroteos porque nada exige mucha precisión en los primeros compases, pero te das cuenta de que no va muy fino y de que la tasa de imágenes por segundo errática tampoco ayuda cuando los saltos te exigen mucha exactitud… Y lo hacen. La acción va haciéndose más densa, y la mezcla de secciones de plataformas cada vez más duras con una generosa variedad de temibles enemigos hace que sea un juego bastante duro.

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Avanzar en Apocalypse es a veces placentero, casi siempre tosco, pero a menudo divertido

Por lo demás, avanzar en Apocalypse es a veces placentero, casi siempre tosco, pero a menudo divertido. No recuerdo que fuera muy largo, pero por razones de tiempo no voy a poder llegar hasta el final. Me planto en el quinto nivel, el clásico del cementerio (en los videojuegos de la época tenías que tener una zona de alcantarillas, una de tejados, una cárcel… Apocalypse cumple con casi todos los tópicos en este sentido). Por el camino se repiten hasta la saciedad algunas frases del propio Willis (aún tengo grabado en el cerebro el “Suck on this” que he oído como cuatro millones de veces), pero la experiencia ha sido relativamente variada. Ha habido tirolinas, algunos cambios de perspectiva (la cámara está casi siempre a nuestra espalda, pero en ocasiones se pone en el costado para hacerlo parecer un run and gun clásico en 2D y hay alguna otra sorpresa. Y entiendo el impacto que pudo provocar el título por su frenetismo y por un grado de violencia que siempre era agradecido y llamativo en aquella época: los cuerpos se hacen pedazos depende del arma que usemos, y es fácil ver cabezas estallando para premiar un impacto certero. Si a todo esto le sumamos en el cóctel la macarra música de Jeehun Hwang (que ha hecho también bandas sonoras de juegos como Mechwarrior o Battlezone), tenemos un cóctel de ritmos machacones, guitarras eléctricas y mucho sampler y sintetizador que va como anillo al dedo para un juego de estas características.

La carrera de Bruce Willis en el cine se acaba, sí, pero siempre nos quedarán cositas como este Apocalypse en nuestro corazoncito para recordarnos que decimos adiós en las pantallas al más humano de los héroes de acción.

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