Uno de los secretos más interesantes de las aventuras gráficas de todos los tiempos es el del disquete 22 de The Secret of Monkey Island. El videojuego de LucasArts, repleto de bromas y guiños legendarios, tiene aquí uno de los más misteriosos y fascinantes del género.
El cariño por la saga Monkey Island es tan grande que cada año, por estas mismas fechas, sus numerosos fans nos recuerdan la celebración de su aniversario. Efectivamente fue a finales de 1990 cuando apareció, por lo menos en Estados Unidos, el clásico The Secret of Monkey Island, el primero de esta saga de aventuras gráficas que cambió el género para siempre. Un título tan querido que raro es el año en que aprovechando esta efeméride no aparece una nueva edición especial conmemorando su lanzamiento. En esta ocasión, con motivo de su trigésimo aniversario, la distribuidora norteamericana Limited Run ha presentado una espectacular edición que reúne todos los títulos de la serie y algunos artículos únicos. Entre ellos una más que previsible figura de resina de su protagonista Guybrush Threepwood, un USB con la forma del logo de LucasFilm Games o un certificado de autenticidad firmado por su creador, Ron Gilbert. Artículos entre los que destaca un objeto que ha dado mucho que hablar: un disquete llamado el Disco 22.
¿Por qué un disquete con el número 22? ¿Es alguna clase de broma recurrente en la serie Monkey Island? Desde luego que lo es. De hecho, es uno de los chistes más universales de la serie, solo por detrás de leyendas como el pollo con polea o el mono de tres cabezas. Con la diferencia de que mientras estas ocurrencias son recordadas con cariño por su originalidad y frescura, el Disco 22 ha quedado en el recuerdo de los aficionados a los videojuegos como una broma que fue demasiado lejos.
Volvamos por un momento a la campaña navideña de 1990, cuando LucasArts, entonces todavía conocida como LucasFilm Games, lanza al mercado The Secret of Monkey Island, la primera entrega de las aventuras de Guybrush Threepwood. Un título que, en la línea de sus anteriores producciones, demostraba la particular visión que tenía Ron Gilbert de las aventuras gráficas, la cual se desentendía por completo del estilo predominante hasta entonces impuesto por estudios como Sierra On-Line. En los juegos firmados por Gilbert no se podía morir. Salvo que no formara parte del humor irreverente del juego, el cual era su máximo protagonista. Un guion atiborrado de bromas, chistes y mucho pitorreo, que no tenía demasiados problemas en reírse de sí mismo, de su estudio o de la misma industria del videojuego, el cual había sido firmado no solo por Gilbert, sino por dos perfiles bien conocidos como Tim Schaffer y Dave Grossman, quienes justo empezaban su andadura en la industria.
En un momento histórico en el que el formato CD todavía no estaba tan extendido, el juego apareció en el clásico formato disquete, cuya capacidad era tan limitada que era habitual que los videojuegos aparecieran en múltiples discos (el primer Monkey Island por ejemplo estaba distribuido en cuatro disquetes de 3 ½ u ocho de 5 ¼). Algunos títulos muy complejos veían la luz en una cantidad desmesurada de disquetes, como por ejemplo Beneath the Steel Sky, que vio la luz en una edición de quince discos, lo que obligaba al jugador a estar cambiando continuamente de disquete según las necesidades del momento. Tratando de ridiculizar aquellas ediciones (pese a que la secuela de Monkey Island ocuparía once disquetes), en uno de los primeros compases del juego, si Guybrush metía la cabeza en un tocón del bosque de Mêlée Island, el juego se detenía de súbito exigiendo al jugador que introdujera el disco número 22. Evidentemente no existía tal disco, no era más que una broma de sus guionistas, por lo que al cabo del rato la acción continuaba sin más explicaciones, no sin que antes el propio Guybrush asegurase que tendrían que saltarse esa parte del juego.
El teléfono de atención al cliente de LucasArts se atestó de llamadas de jugadores asegurando que su juego estaba incompleto
La mayoría interpretamos aquello como lo que era: un fino sarcasmo. Pero hubo unos cuantos que se tomaron aquello literalmente. Los desarrolladores de Monkey Island afirman que el teléfono de atención al cliente de LucasArts en Estados Unidos se atestó de llamadas de jugadores indignados, asegurando que su juego estaba incompleto y les faltaban disquetes. No ayudó mucho que en los créditos del juego apareciera acreditada una tal Jenny Sward como responsable de arte y animación del Disco 22. Lo que dio pie a una situación un tanto extravagante, en la que los sufridos telefonistas del estudio tuvieron que explicar a sus clientes que aquello no era más que una de las bromas del juego. La situación fue tan dramática que el infame chiste del tocón, como pasó a ser conocido para la posteridad, fue eliminado de las posteriores ediciones del juego. No solo por el desastre en la línea de atención al cliente, sino porque al aparecer el juego en CD, aquel chiste ya perdía todo el sentido.
El chiste del tocón desapareció para siempre de las nuevas ediciones de The Secret of Monkey Island. Ni siquiera aparece en su Special Edition del año 2009. Pero eso no significa que los desarrolladores de LucasArts olvidasen aquel lamentable episodio. Al año siguiente apareció Monkey Island 2: LeChuck’s Revenge, en el que en cierto momento Guybrush puede llamar por teléfono a la línea de atención al cliente de LucasArts, siendo una de las opciones de dialogo "¿A quién se le ocurrió ese chiste tan idiota?". A la que la telefonista, una caricatura de Tabby Tosti, quien en aquella época estaba al mando del servicio, respondía "Estoy harta de que me pregunten sobre esa idiotez". No fue la última vez que aparecía una referencia al chiste del tocón en la saga Monkey Island. En su tercera parte, The Curse of Monkey Island, si Guybrush metía la cabeza en un agujero de la cripta en la que había sido encerrado, aparecía en el bosque de Mêlée Island con exactamente el mismo acabado gráfico de la primera entrega.
Aunque Tim Schaffer hizo una velada referencia al chiste del tocón en Grim Fandango, de esta broma que tantos disgustos causó a LucasArts nunca más se supo. Supongo que fueron tan pocos los jugadores que lo "disfrutaron" en su momento que seguir referenciándolo, cuando circulaban muchísimas más ediciones en el mercado sin el chiste, no tenía ningún sentido. Aun así los más veteranos todavía recordamos aquella infame broma, por lo que no es de extrañar que ese Disco 22 de la edición especial de Limited Run haya dado tanto que hablar. Es evidente que ese disquete no será más que un disco decorado para la ocasión, sin ningún tipo de utilidad más allá de la puramente ornamental, pero ¿acaso no sería maravilloso que funcionase en el juego original? Espero por lo menos que en su interior haya algo que continúe esta broma. Apuesto por un mensaje de Ron Gilbert recomendándonos, como ya lo hizo en los créditos del primer Monkey Island, "¡apaga el ordenador y vete a la cama!".
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