Rock of Ages está de vuelta con un tercer videojuego que nos propone, una vez más, destruirlo todo con una gran roca rodante al ritmo de grandes temazos, pero que también nos deja crear escenarios y compartirlos con otros jugadores. En estas impresiones de Rock of Ages 3 te contamos qué nos ha parecido este juego de defensa de torres.
Si algo sorprende de Rock of Ages 3 es el derroche de creatividad y humor que desprende desde el primer minuto, cuando una cinemática extravagante inspirada en la mitología clásica te muestra a un grupo de griegos que han de combatir a diferentes enemigos y defender sus fortificaciones con cualquier cosa que les sea posible, ¡como si son vacas! Esto es algo a lo que los fans de la serie ya están acostumbrados, pero si esta es tu primera vez, te aseguro que resulta hilarante; tanto que presenciarás estos compases iniciales con una sonrisilla en la cara. En líneas generales, este nuevo videojuego del ACE Team mantiene la esencia de sus predecesores y las principales diferencias se encuentran en la amplitud de modos de juego, unos gráficos más pulidos y la capacidad de crear escenarios propios o lo que se nos vaya ocurriendo.
Para quien no lo sepa, el objetivo de Rock of Ages es manejar generalmente una piedra, aunque a veces se vuelve todo tan confuso que podría ser un pedazo de queso gruyer, e intentar destrozar todo a su paso. Dicho así parece una buena forma de hacer terapia y liberar tensiones, pero no, la letra pequeña está en que hay que circular por unas zonas muy estrechas, sortear obstáculos bastante molestos y controlar bien la aceleración si no quieres despeñarte. Al final acabas más tenso de lo que empezaste, pero a lo tonto han pasado varias horas de pura diversión. Y es sorprendente la cantidad de géneros que puede combinar este juego: carreras, construcción, destrucción, estrategia y todo con una estética Monty Python que es graciosa e incómoda a la vez. Rock of Ages no se toma muy en serio a sí mismo y eso es de agradecer; te hace sentir un poco menos inútil cuando no eres capaz de avanzar más de dos metros sin colisionar o caer, también cuando la IA destroza todas las trampas que has intentado ponerle para que no avance sin casi despeinarse. Total, todos se lo pasan bien, hasta la propia piedra y la música desenfadada, incluso alocada, lo subraya en cada momento.
En Rock of Ages 3: Make and Break podrás desaprender mitología clásica, desfogarte a pedradas, sentirte inteligente preparando buenas defensas, explotar tu creatividad construyendo circuitos de carreras imposibles o, si necesitas socializar toscamente, retar a tus amigos a una guerra por la supervivencia., ya sea en PC o consolas. ¿Qué más se puede pedir?
Una piedra, un circuito y multitud de opciones
Este juego polivalente tiene dos grandes modos a los que se accede desde el menú principal: crear o destrozar, no hay medias tintas, siendo el primero su gran novedad. En este modo encontramos un mapa campestre prácticamente vacío y multitud de herramientas para poder construir un circuito: sus obstáculos, sus puentes entre zonas, decoración surrealista y demás elementos que lo complican. Después de terminar nuestra obra, podremos jugar en ella como en el resto de modos y probar el recorrido en forma de piedra. Resulta muy entretenido volverse un maestro de la ingeniería, construir una pista abigarrada, con curvas y cambios de rasante y muros salvables por milímetros, para después probarlo y darte cuenta de que debes bajar un poco tu grado de exigencia si quieres recorrerlo de principio a fin.
El sistema de construcción es bastante intuitivo y las herramientas son fáciles de utilizar. Montar una pista sencilla puede llevar unos minutos, pero adornarla con sentido e introducir obstáculos de forma estratégica seguramente se prolongue horas. Entre las opciones existen modificadores del terreno: la longitud, la altura, los desniveles, la ubicación y lo que son elementos para colocar en él: conectores, piedras, edificios, esculturas, árboles, vallas o incluso rebanadas de pan y trozos de queso. El botón para probarlo desde dentro está presente en todo momento y se puede entrar y salir con total libertad.
Si lo que buscas es guerra, entonces puedes optar por los "niveles de la comunidad", donde se podrán visitar creaciones de otros jugadores o retar de 2 a 4 oponentes a una guerra por la destrucción del resto y la supervivencia propia. Existe la opción de personalizar estandartes y banderas para infundirnos el espíritu en la batalla y, por primera vez en la vida del juego, las pistas de los enemigos se cruzarán abruptamente con las nuestras. Aquí se consigue un poderoso efecto de caos y destrucción y hace falta tener una buena estrategia porque todo pasa a una velocidad de vértigo y siempre hay alguien más rápido y listo que tú.
Finalmente, nos topamos con el modo historia, el más amplio y que respeta de manera más fiel la esencia de Rock of Ages. Si has jugado a los anteriores, encontrarás pocas diferencias con respecto a ellos, salvo el apartado gráfico, pequeños detalles y una historia irreverente. Griegos, el gigante Polifemo, Napoleón -sí, así de aleatorio-, diferentes pueblos y culturas, todos enzarzados en conflictos narrados a través de imágenes simples, jeroglíficas, a veces estilo collage, que te dejan literalmente rascándote la cabeza.
Cada escenario contiene diversos retos: desde una carrera donde dos piedras deben recorrer el circuito y hacer la mejor puntuación destrozando dianas, hasta el estratégico, donde hemos de evitar que las piedras enemigas nos destrocen la puerta del castillo poniendo diferentes trampas en el camino, mientras que nosotros sorteamos las suyas, al más puro estilo de los juegos de defensa de torres. A pesar de que todo son risas, salir victorioso no es tan sencillo como parece. Elegir bien los obstáculos que vamos a poner -pues no son limitados, cuestan dinero- y saber dónde colocarlos es una tarea que requiere práctica y dominio. Para dar una mejor idea de lo necesario que es frenar al enemigo, se podrán utilizar hasta vacas que puestas en medio del camino se adhieren a la piedra y le dificultan sobremanera el avance. Es la primera vez que considero una vaca un arma más efectiva que una catapulta, pero así es el universo Rock of Ages.
Lo mejor del juego es que, una vez más, se siente original y te sorprende cuando no lo creías posible, a veces con armas y defensas totalmente imprevisibles. Hay muchas opciones locas y divertidas, por eso Rock of Ages 3 consigue con creces su objetivo: quitarte horas de vida en pos del entretenimiento y crear conflictos entre amigos para que tengáis anécdotas de las que hablar. Cierto que visto lo visto en esta primera toma de contacto no parece innovar demasiado con respecto a sus antecesores, pero he disfrutado con el modo creativo, montando mis propios recorridos, y con unos gráficos bastante mejorados. Habrá que esperar a su lanzamiento el 2 de junio con los últimos detalles pulidos para sacar unas mejores conclusiones.