Han lanzado 16 videojuegos desde entonces y éste todavía sigue siendo el más rudo y agresivo de Blizzard

Han lanzado 16 videojuegos desde entonces y éste todavía sigue siendo el más rudo y agresivo de Blizzard

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Blizzard Blackthorne.

Hubo una época en que Blizzard Entertainment era un prometedor estudio, lejos de polémicas y controversias, dispuesto a comerse el mundo. Fue hace toda una vida, cuando tres compañeros de universidad, Allen Adham, Michael Morhaime y Frank Pearce, con una pasión común por los videojuegos, fundaron un estudio al que llamaron Silicon & Synapse. Durante aquellos años, y con varios cambios de nombre por el camino, se limitaron a desarrollar conversiones de títulos de Interplay Entertainment para otros sistemas, hasta que tomaron el toro por los cuernos y presentaron a su distribuidora un ambicioso plan para desarrollar cuatro videojuegos de cosecha propia. Con su visto bueno, la futura Blizzard desarrolló estos títulos para Super Nintendo, los cuales, en su mayoría, funcionaron tan bien que serían portados más adelante a otros sistemas.

En los tiempos de Super Nintendo

Los primeros tres juegos fueron RPM Racing, una suerte de secuela espiritual titulada Rock n’ Roll Racing, y la extraordinaria primera entrega de The Lost Vikings: ambos videojuegos que pudiste encontrar en la Blizzard Arcade Collection que se lanzó hace algo más de un año. Títulos con una personalidad muy definida que marcarían el estilo propio por el que tan bien sería conocido el estudio con el tiempo. Sin embargo, el cuarto título de este proyecto se haría un poco más de rogar. No vería la luz hasta 1994, tres años desde la fundación del estudio, en la etapa final de Super Nintendo, cuando los videojuegos en dos dimensiones de toda la vida ya no llamaban tanto la atención del público. Posiblemente por eso Blackthorne sea uno de los videojuegos más desconocidos de Blizzard Entertainment. Aunque la principal razón, en realidad, es que el éxito de su Warcraft: Orcs & Humans, aparecido con semanas de diferencia, eclipsó del todo su lanzamiento.

Blackthorne.

Blackthorne, al que conocimos en Europa como Blackhawk, inició su andadura como un proyecto titulado Nightmare, cuya intención era imitar la ambientación del extraordinario Alone in the Dark. La arquitectura de Super Nintendo, sin embargo, les hizo cambiar rápidamente de idea; no tanto porque no fuera capaz de reproducir gráficos vectoriales, sino por la limitada capacidad de sus cartuchos. Fue entonces cuando, de algún modo, aquel proyecto de juego de terror empezó a mutar en función de lo que estuvieran jugando sus desarrolladores en aquel momento. Inspirados en el Prince of Persia clásico, acabó permutando en una versión canalla de éste, en que el príncipe había sido sustituido por un rudo y melenudomusculoso luciendo todos los clichés del héroe de acción ochentero: camiseta de tirantes reglamentaria, tejanos, botas y gafas de sol, además de ir armado con una escopeta que podía disparar de espaldas; una acción que si bien no servía de mucho en el juego, tenía entusiasmado a todo el equipo.

Los parecidos con Prince of Persia son incuestionables

Los parecidos con Prince of Persia son incuestionables. Todo el título, ambientación aparte, emana un característico regusto a este clásico. Incluso en sus animaciones recuerda a la obra maestra de Jordan Mechner, las cuales, igual que en éste, fueron animadas mediante la técnica de la rotoscopia. Su artista Stuart Rose, cámara en mano, filmó a Frank Pierce, cofundador del estudio, realizando todos los movimientos del juego en un parque infantil cerca de sus oficinas. El resultado fue espectacular, aunque no rompedor, pues ya habían pasado cinco años desde que Mechner había hecho lo propio en su modesto Apple II.

Blackthorne.

Con todo, Blackthorne era mucho más que una versión macarra de Prince of Persia. Aunque sus propios desarrolladores le dieran mucha importancia a los tiroteos y explosiones, en realidad era un juego centrado en las plataformas y en los puzzles, los cuales abrían el acceso a nuevas zonas del mapa. Lo curioso es que, como era habitual en aquella proto-Blizzard, todo el contexto y argumento del juego fue desarrollado a posteriori, cuando ya estaba terminado en la práctica. Matt Findley, su productor en Interplay, se sacó del sombrero una historia intergaláctica en el que su protagonista, Kyle "Blackthorne" Vlaros, vuelve a su planeta natal a reclamar el trono que le pertenece. Como explicó Findley en una entrevista con Retro Gamer, era "como un raro híbrido entre El Señor de los Anillos y Conan el Bárbaro" del que, confiesa también, no está nada orgulloso. En lo que Interplay sí invirtió un considerable esfuerzo fue en su portada, dibujada por el gran Jim Lee, que en aquel momento se encontraba en la cúspide de su popularidad gracias a su trayectoria en los cómics de X-Men. La portada es espectacular, eso nadie puede negarlo, aunque Lee dibujase un personaje que no se parecía en casi nada al protagonista del juego.

El proyecto, por desgracia, estuvo gafado desde el primer momento

Blackthorne fue un éxito en Estados Unidos. La prensa se mostró encantada con el proyecto, el cual fue portado a posteriori a ordenadores y a una discutible adaptación para 32X, desarrollada por la propia Blizzard, que sustituyó las animaciones de los personajes por modelos poligonales muy pobres en comparación. El proyecto, por desgracia, estuvo gafado desde el primer momento. La versión japonesa fue muy censurada, y la europea tuvo que ser rebautizada como Blackhawk, ya que una popular sidra en el Reino Unido ya tenía registrado el nombre. Además, el juego no fue oficialmente distribuido en España. Llegó mediante la importación de otros países como Alemania o el mismo Reino Unido, pero al no contar con distribución de Erbe no fue analizado por ninguna revista de la época.

Blackthorne.

Según Findley, pese a todos estos reveses, en Interplay no hubieran tenido problema en continuar desarrollando nuevos títulos ambientados en el universo de Blackthorne. Desgraciadamente, o por fortuna según se mire, la recién rebautizada Blizzard cortó su relación con la distribuidora tras el éxito de la primera entrega de Warcraft, relegando al olvido a este juego, el cual, de alguna manera, puede considerarse como la última obra, o una de las últimas, antes de que el estudio iniciase su éxito internacional.

Una lectura: The Art of Blizzard Entertainment

Actualmente sin stock de nuevas unidades, pero sí disponible de segunda mano, el libro de arte de Blizzard es una verdadera maravilla para fans de la compañía norteamericana. Un vistazo muy detallado a la génesis de algunas de sus grandes marcas y, además, un repaso estético a una de las empresas con mayor identidad visual de todos los tiempos.

Art of Blizzard Entertainment

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