Yo, que pudiendo ser en KOTOR el carismático y fascinante lado oscuro, elegí la aburrida senda de la luz. Yo, que fui un héroe inmaculado en inFamous cuando pude ser un villano de leyenda. Yo, el héroe de Albion en Fable. Yo… ahora quiero ser un miserable y un canalla en Cyberpunk 2077. ¿Por qué?
No lo digo yo, es un hecho. Múltiples estudios han demostrado que tendemos hacia el bien (al menos en los videojuegos). Ha habido abundantes títulos que nos han presentado la opción de escoger entre el camino de la luz y el de la oscuridad, y los propios desarrolladores se sorprenden del porcentaje verdaderamente brutal de usuarios que se decantan por hacer el bien. ¿Por qué? En un mundo como el nuestro en el que pocos se molestan en ayudar por la calle a alguien que esté en apuros, siempre me ha llamado la atención que en los videojuegos nos desvivamos por auxiliar a cualquier NPC sin personalidad y al que acabamos de conocer hace 30 segundos. ¿Por qué? Vuelvo a preguntar. No lo sé, pero me incluyo en ese grupo. Llevo años y años siendo un buenazo en los videojuegos de mundo abierto, aunque creo que eso se va a acabar.
Creo que, cuando salga a la venta Cyberpunk 2077, el cuerpo me va a pedir ser un auténtico canalla (en su mundo, claro). ¡Me lo está pidiendo ya y todavía faltan 10 meses para que salga! Y para esta pregunta sí tengo respuesta, y tiene varias explicaciones. Algunas tienen que ver con lo que el cine nos ha venido inyectando en vena desde hace décadas. Y otras, por el contrario, entroncan con el propio espíritu del ser humano y, aunque suenen un poco rimbombantes, lo cierto es que todas ellas son muy sencillas de contar y, lo que es mejor, también de entender. Así que este texto va a ser de los que me gustan, de los fáciles.
Y qué mejor forma de empezar que con el cine. Todos hemos visto muchas películas, cientos de ellas. Y seguro que muchas con ambientación ciberpunk. Hay, de hecho, más largometrajes sobre ese tema que videojuegos, pero la mayoría de ellos tienen un tema en común: el héroe estoico que se inmuta ante pocas cosas y que, muchas veces, hace gala de una moralidad cuanto menos cuestionable. ¿Viene mi “inclinación hacia el mal” en este juego concreto derivada de que es un modelo que he visto una y mil veces en el cine y me ha acabado calando? ¿O bien ese rol es poco menos que una obligación relacionada con la apatía y el asqueo ante las desigualdades sociales y los tipos de contextos que plantean este tipo de obras?
Lo que está claro es que el vínculo del juego y el cine es claro. No debemos olvidar que no es el primer gran proyecto de corte Ciberpunk en el que se ve involucrado Keanu Reeves. Obviamente la saga Matrix tiene muchos elementos en común con este género, sobre todo en cuanto a rebelarse contra el sistema establecido y muchos aspectos de una cultura tremendamente subversiva. Más directamente vinculada resulta Johny Mnemonic, protagonizada también por el actor de origen libanés en un momento en el que todavía no conocía sus limitaciones como intérprete. Como película es bastante peor que otros largometrajes que voy a tratar en el artículo, y es que hace gala de muchos problemas de dirección y ritmo y con una muy cuestionable elección de actores, pero tiene al clásico héroe pasota y con poco aprecio por su propia vida que tanto se estila en este tipo de obras. Entre su confusa trama, escrita por el conocido autor de ciencia ficción William Gibson, hay poco más rescatable para nuestro texto y para vincularlo con el juego, más allá de los implantes de enormes cantidades de datos y de una visita al ciberespacio que es el ejemplo perfecto de cómo no debe resolverse ese tipo de escenas en el título de CD Projekt Red.
Por ejemplo, y con intención de ofrecer un ejemplo menos obvio, pero más profundo en la relación, Videodrome es un caso muy interesante para comparar con Cyberpunk 2077 por varios motivos. Por un lado, porque temáticamente habla sobre una civilización completamente saturada de estímulos que, como podría pasarnos, va camino de la insensibilización total ante cualquier contenido, por violento o desagradable que resulte. Buena prueba de ello es el personaje de Nikki Brand, que encarna Deborah Harry, y que necesita ver pornografía violenta para poder excitarse antes de practicar sexo. Algo totalmente transgresor en una película de 1983, y que no parece tan lejano para dentro de una o dos generaciones. Y, por otro lado, porque su protagonista, Max Renn interpretado por James Woods, ejemplifica perfectamente a un personaje que no tiene escrúpulo ninguno. Director de una cadena de televisión, está dispuesto a emitir películas snuff con tal de aumentar los índices de audiencia... Sin importar el precio social, claro.
Eso sí, Renn sería un canalla en cualquier contexto imaginable, no es un producto de su tiempo. Sería gentuza en el siglo XIX, en el XXI y en la Edad de Piedra. Por el contrario, hay otros protagonistas de obras de este corte que me resultan mucho más influyentes para mi actitud ante Cyberpunk 2077. Por ejemplo, Rick Deckard de Blade Runner o Lenny Nero de Días Extraños no son malas personas, en absoluto. Lo que son es héroes que portan un escudo con el que cargan no por elección propia, sino casi por ser la única forma de sobrevivir en un mundo tan hostil. Lo que hay debajo de esa protección es distinto en el caso de uno y otro personaje, pero lo que muestran al mundo es lo mismo: apatía, chulería y ninguna simpatía por nadie.
La cosa aquí funciona de una forma parecida para mí. Es obvio que en el videojuego que nos ocupa hay mucho miserable. Se vio en la primera demo de Cyberpunk 2077 que se publicó en verano del año pasado y, por lo que me cuentan mis compañeros que han visto la nueva, no hay mucho lugar para la empatía tampoco con personajes en la segunda. Obviamente no todo el juego puede ser así, no sería lógico y tampoco positivo puesto que necesitamos crear lazos de algún tipo con algún personaje. Pero por ahora lo que hemos visto es una cuidada selección de despojos humanos, y escaso interés de V por tener mucha más relación con ninguno de ellos que la de los negocios. Incluso la escena sexual que se pudo ver en 2018 parecía poco más o menos que una transacción. Te uso para darme placer, y acabado el acto sexual ya puedes ir pensando en salir de mi cama y de mi casa. Algo de todo eso se ha contagiado en mi forma de afrontar el título cuando lo juegue en 2020.
¿Por qué? Porque siento que toda esa deshumanización que veo en los vídeos y las imágenes del juego me genera la sensación de que hacer el bien en Night City puede ser más o menos como tratar de vaciar el mar con una cucharilla de café. Casi que me hace sentir que tengo que ponerme yo también el escudo para sobrevivir a sus calles. Un mundo construido con un increíblemente bien reflejado desorden vertical (en lo urbano y en lo social) donde el débil sucumbe irremediablemente, y donde todo parece animarnos a ser una verdadera sabandija para poder sobrevivir. Un ser apático al que le importe poco más que su propia existencia, y que no dude en llevarse a alguien por delante que no lo merezca con tal de alcanzar sus objetivos.
La reciente polémica que ha rodeado a Cyberpunk 2077 en cuanto a las acusaciones de transfobia que se han vertido contra el videojuego tienen algo que ver con todo esto. El asunto está relacionado con unos anuncios publicitarios del mundo del juego en el que puede verse un transexual con un miembro de proporciones descomunales. Se ha interpretado desde algunos núcleos como que el estudio utiliza esa sexualización para sacarle provecho de una forma frívola, y muchas personas han pasado por alto si eso tiene que ver con un mensaje general que todavía no conocemos puesto que un juego de estas dimensiones es mucho más grande que la suma de sus partes. A menudo algunas personas tienden a confundir lo que piensa el creador de una obra con el mundo que trata de reflejar, y lo hemos visto recientemente en juegos como Kingdom Come: Deliverance. Esto es una cosa muy personal, me vais a permitir la licencia, pero me parece tan absurdo decir que Warhorse Studios es un equipo machista por reflejar cómo las mujeres vivían en la Edad Media, como lo sería el decir que John McNaughton simpatiza con los homicidas en serie por haber rodado en los 80 la película Henry: Retrato de un Asesino.
Y sí, ese cartel publicitario que veremos en Night City también es una herramienta para hablarnos de uno de los temas principales del videojuego: la deshumanización. Como sus responsables se han encargado de dejar claro, están tan en contra como cualquier persona con escrúpulos de la utilización de los cuerpos de personas para provocar estímulos que puedan acabar desembocando en fines consumistas. Y, lamentablemente, es algo que podemos ver también en nuestro mundo diariamente; un mundo que comienza con un bombardeo y una insensibilización cada vez mayor que amenaza con convertirnos en los impasibles telespectadores que se retratan en Videodrome.
Que veamos algo tan arriesgado en este videojuego solo es una muestra de lo en serio que se toman su responsabilidad en el estudio polaco y, además, es uno de los motivos por los que creo que muchos tendremos una lucha en nuestro interior para tener ganas de ser buena persona en un lugar tan deprimente y manipulador como el de esta Night City. Una ciudad que, si en la vida real no se empieza a tomar conciencia de ciertas cosas, acabará siendo terriblemente parecida a las nuestras. Yo, por mi parte, comenzaré mi andadura en el juego como un auténtico cabronazo, pero estoy deseando construir un arco de personaje complejo y que evolucione, uno que trate sobre mi tema favorito: la redención. No quiero ser un Max Renn, quiero ser un Rick Deckard que encuentre algo en su mundo y en sus personajes que me haga cambiar de idea a medio camino, y me reconcilie con este ser humano futurista y lejano, y con esta ciudad inhóspita y fría. Algo o alguien por quien merezca la pena luchar y esforzarse, alguien que me libere de querer ser un canalla. Y es que, si el nuevo título de CD Projekt Red abre los ojos, a como mínimo, una persona ya habrá valido la pena. Si libera a alguien de esa apatía general que veo actualmente a mi alrededor, y que podría condenarnos a un futuro tan terrible como este, al menos este lanzamiento habrá servido para algo mucho más importante que para entretenernos. Porque, al final como seguro que ya sabes, la buena ciencia ficción es la que habla de nuestro mundo y nos conciencia sobre él; y estoy deseando que Cyberpunk 2077 no sea solo un gran videojuego, sino también una gran obra de ciencia ficción.