Un pueblo perdido en los fiordos noruegos es el escenario de esta misteriosa aventura de misterio ambientada en los años 20. En el análisis de Draugen, te contamos qué oculta esta misteriosa aventura en primera persona.
Puede que no todo el mundo conozca Red Thread Games, pero seguro que el nombre de The Longest Journey y Dreamfall suenan más a los aficionados al género de las aventuras gráficas. Bajo este mismo estudio de desarrollo, el equipo ya se encargó de crear Dreamfall: Chapters, los últimos episodios publicados de su popular saga, pero con Draugen, el equipo ha dado el salto a otro tipo de experiencias: los llamados walking simulators o aventuras narrativas en primera persona.
Lo cierto es que, aunque se pueden encajar en el mismo género, no creo que las aventuras gráficas y los walking simulators compartan muchas facetas en común, más allá de que ambos quieren contar una historia. El núcleo de un juego como Draugen es siempre el desvelar la trama sin puzles, recibiendo retales de información a medida que exploramos el escenario. Este estilo de juego exige de una narración mucho más sugerente, como demostró Gone Home, con su forma indirecta de contar los acontecimientos ocurridos a una familia. Tampoco tiene que estar exenta de mecánicas, pues juegos como What Remains of Edith Finch han demostrado que se puede (e incluso se debe) profundizar más en los elementos interactivos y, por ello, enriquecer el videojuego en el proceso. Lo mismo ocurrió con Firewatch, cuyo sentido de la orientación y de la exploración abría el mapa lineal propio de este estilo. Lo que quiero decir, básicamente, es que este género ha evolucionado mucho desde su concepción original, perfilando la fórmula y añadiendo capas de profundidad a lo largo de los años.
Con Draugen, sin embargo, he tenido la sensación de que ha llegado tarde. Que he vuelto atrás en el tiempo. Toda este avance que como jugador he podido experimentar al adentrarme en una obra tras otra, aquí no se aplican. Se experimenta un retroceso al volver a la fórmula clásica de "ir hacia adelante" y nada más. Draugen vuelca todo su peso en la historia, pero lo que se nos cuenta no aprovecha tanto las posibilidades interactivas para ampliar la narración y, por ello, ésta se siente algo sencilla para la etapa de evolución del género en la que nos encontramos. Además, en determinados momentos de la aventura no logra cautivar tanto como nos hubiera gustado que lo hiciera.
Pero antes de continuar hay que situarnos. El escenario es un pequeño pueblo de los fiordos noruegos, en los años 20. Nuestro protagonista, Edward Charles Haden, llega con su joven acompañante Lissie y con un solo objetivo, encontrar a su hermana desaparecida, que parece tener un extraño vínculo con la aldea. En el camino, sin embargo, encontraremos que el pueblo oculta sus propios misterios, que tendremos que desentramar mientras cumplimos con nuestro propio objetivo.
Vuelca todo su peso en la historia
La puesta en escena es llamativa. La pequeña aldea noruega está construida con bastante detalle. Se puede incluso recorrer con cierta libertad, aunque no será necesario, ya que el juego mantiene una linealidad necesaria con el fin de avanzar en la trama. Hay, no obstante, espacio para el respiro. Momentos en los que ver a Lissie juguetear y distraerse con cualquier cosa o en los que dejar a Edward reposar para tomarse un descanso (la edad no perdona) o dibujar bocetos mientras contemplamos la vista y nos dejamos llevar por las melodías del juego. Una banda sonora muy lograda, en especial con su pieza principal, Draugen Waltz, realmente conseguida.
No camines solo
La premisa es sencilla, pero efectiva. Lo mejor de Draugen, lo que verdaderamente aporta, es nuestra acompañante. En general, el género del walking simulator suele caracterizarse por escenarios solitarios, con pocos personajes reflejados en pantalla. Un estilo que surgió a modo de solución para los desarrollos humildes, en los que el trabajo de modelado de personajes humanos y animaciones suele ser siempre lo más costoso de hacer. Draugen, sin embargo, nos permite estar acompañados de Lissie. Ella sola hace respirar algo más de vida a los escenarios y lograr que nos sintamos menos solitarios de lo que normalmente estamos acostumbrados en un juego de estas características. Lissie es el alma del videojuego, pues hay una relación intrínseca en lo que el estudio nos quiere transmitir, la pérdida y el aislamiento, y lo que el género en sí mismo representa: un protagonista que siempre camina solo en el escenario.
Es una lástima, pero Draugen no logra conectar bien todas las tramas que presenta
Gracias a esta faceta, los paseos por el pueblo se me hicieron más llevaderos que de costumbre, cambiando los clásicos monólogos por los diálogos con nuestra compañera. Algo que se refuerza bien entrada la aventura, con un giro que no me esperaba y que realmente llega a impactar. Pese a que este momento está bien conseguido, lo que resta hasta la conclusión del misterio lo está algo menos. Pese a sus buenas intenciones, Draugen no logra conectar bien todas las tramas que presenta. Se siente una falta de cohesión en las diferentes ramificaciones de la trama, que en ocasiones rompe en el jugador la suspensión de la credulidad.
Lamento no ser mucho más explicativo, ya que es difícil hablar de Draugen sin caer en ningún tipo de spoilers y toda la experiencia se centra en el relato. Lo máximo hasta donde puedo llegar sin revelar nada es que la obra de Red Thread Games está hecha, como suele ocurrir en el género, para resonar con nuestro fuero interno, pero pese a que el escenario y lo que se nos cuenta son apropiados, no logra que conectemos con la fuerza necesaria. Quizás porque centra su atención en sucesos secundarios que ocurren en el videojuego, o puede que sea debido a que no utiliza a su favor todos los elementos propios de nuestro medio. En cualquier caso, hay algo en esta pequeña obra que no termina de brillar con la intensidad necesaria para que, al menos, haya calado en mí. Si recojo y separo su mensaje de la propia obra, su intención narrativa, puedo ver que sí, es exquisito. Por el contrario, jugando esta historia según lo que es, una obra interactiva, el mensaje queda bien expresado, pero no tan fortalecido como podría llegar a ser. No es una queja a la falta de mecánicas clásicas o puzles, ni mucho menos. He comentado al inicio del análisis que hemos visto en el género formas y fórmulas de jugar con el escenario, los personajes, la exploración, las decisiones y la interactividad sin necesidad de apoyarse en la habilidad del jugador. Y es una lástima ver que Draugen no aproveche dichas fórmulas a su favor, pues habrían creado una experiencia mucho más enriquecedora.
Draugen es un relato de misterio psicológico que, mediante las reglas del walking simulator, va desentramando una historia entretenida, pero que podría brillar con más fuerza. La premisa es buena, y la inclusión de un acompañante da algo de personalidad a un género que no se prodiga por la inclusión de personajes secundarios. Con algo más de desarrollo narrativo y cohesión en las distintas tramas, se habría conseguido un resultado más redondo.
- El personaje de Lissie, muy conseguido
- La banda sonora y ambientación en los fiordos noruegos
- Buenas intenciones narrativas
- La historia, pese a ser llamativa, pierde fuerza y cohesión en su parte final
- Se podría haber aprovechado mejor las fortalezas del género para reforzar la exploración y la trama
