Con el corazón en la mano, lo admito, no tengo una vena artística muy prominente y, sin embargo, me encantan los juegos de gestión. Sí, sé que los juegos del estilo no necesitan tanto tener un buen ojo para colocar las cosas, sino cabeza para colocarlas donde se necesita y mantener un equilibrio entre edificios, pero nada quita que quiera hacer la mejor ciudad posible, el mejor castillo que ha visto el medievo o el mejor parque de atracciones de dinosaurios que pueda existir. Esto último es muy específico, lo sé, pero como amante del género llevo acudiendo de forma religiosa a la saga Jurassic World: Evolution desde su primera entrega y ahora, tras pasar el último mes jugando a su tercera entrega, tengo claro que puede que mi vena artística siga desaparecida, pero ganar el sello de "mejor juego de la saga" tiene consecuencias.
La misma gestión, pero con detalles más pulidos y dino-crías
Lo cierto es que cuando hay un proyecto de este estilo, uno tan único como es el de gestionar un parque donde la mitad de la atención del jugador se va a la gestión propiamente dicha de las infraestructuras y la otra parte se centra en el abanico que ofrece su estudio con algo tan poco común como son los dinosaurios, es difícil hablar de mejoría a no ser que tratemos con pasos adelante enormes. No obstante, en contadas ocasiones se da un escenario distinto, uno que Jurassic World: Evolution 3 comparte con Two Point Museum: son juegos conservadores, pero pulen tanto sus mecánicas jugables al mismo tiempo que sus pequeños añadidos nuevos encajan tan bien en la idiosincrasia del género que los convierten, de un plumazo, en lo mejor de su serie.
Aquí, de nuevo, Jurassic World: Evolution 3 nos lleva a gestionar y mantener a flote un parque de atracciones donde los dinosaurios son la principal atracción del complejo. Sin embargo, lejos de este abecé que reúne tanto macrogestión como microgestión, con un buen entramado de opciones económicas o de mejora, el primer punto de interés del juego es su lugar en la cronología. Aunque la línea de hechos de Jurassic Park/World es poco clara si metemos a los videojuegos en ella, la trilogía de Frontier forma parte de los acontecimientos de lo visto en el cine y en la pequeña pantalla —no me olvido de Campamento Cretácicoy Teoría del dinocaos—. Con esto en mente, esta tercera entrega se coloca poco antes de Jurassic World: Rebirth, con todas las especies hasta la fecha, incluido el Distortus rex de la cinta de Scarlett Johansson.
No obstante, aquí lo interesante es que el abanico de especies disponibles no se limita a los T-Rex, raptores o todo lo que hayamos visto en la gran pantalla. Frontier rompe sus propios muros de contención y reniega del estatismo, dando al jugador mayor libertad a la hora de jugar y una progresión más coherente gracias a las crías de dinosaurios. La nueva adición de Evolution 3 no solo encaja a la perfección dentro de lo que es la microgestión de todo el entramado que supone el parque, sino que se lleva la palma como el segundo mejor —y nuevo— aspecto del juego.
El estudio rescata el ya clásico sistema de científicos e investigación, pero añade una capa de gestión mucho más interesante a la mezcla: la modificación del genoma. Como sabéis si habéis visto las cintas originales, "todos" los dinosaurios de Jurassic Park son hembras y, aunque hay salvedades, ese todismo se mantiene. Hay dinosaurios machos, claro está, pero, cuando estos faltan, toca jugar a ser Dios, como diría Ian Malcolm. En este caso, la experimentación con el genoma del dinosaurio no se limita al clásico sistema de exploración, obtención y replicado del dinosaurio, sino que se añade el posible cambio del sexo del animal para pasar de una simple exhibición a la crianza de criaturas.
Esto dota a Jurassic World: Evolution 3 no solo de un mayor interés frente a sus precuelas, sino que, tras varias decenas de horas al título, cuesta desligar este nuevo juego de esta nueva adición. A partir de aquí, los dinosaurios pequeños no solo serán una atracción en sí misma —amén de una ricura que me ha hecho desear tener un mini rex en casa—, sino que Frontier añade pequeñas tareas para complicarnos la vida y acercar Evolution 3 a la gestión realista que tanto anhela. Por ejemplo, el cuidado de las criaturas añade una nueva dimensión al tener en cuenta a las crías y su crecimiento, por lo que tendrás que crear zonas de crianza y, además, gestionar bien qué especies combinas, porque un bebé diplodocus es un caramelito para los carnívoros.
El mayor salto adelante de Evolution 3 está en los números: de 90 especies, 75 pueden tener crías
Frontier consigue que algo tan aparentemente nimio como la crianza cambie la perspectiva que el jugador tenía sobre la saga. Se acabó la posibilidad de mezclar especies solo con la premisa de "un carnívoro pequeño junto a herbívoros el cuádruple de grandes pueden congeniar" (aunque se sigue manteniendo dicha posibilidad), porque los peques del parque pueden acabar siendo el desayuno de algún raptor. Además, la presencia de estas crías aumenta la lucha entre especies por el territorio, algo que, aunque puedas controlar en el modo sandbox —a este modo se suma la campaña y un modo desafío, perdiendo por el camino Chaos Theory—, sigue dando una lógica y entretenidísima nueva perspectiva al conjunto de Evolution 3.
La crianza cambie la perspectiva que el jugador tenía sobre la saga
Aun así, no todo es perfecto. Al contrario que su competencia más directa, Evolution 3 está algo más constreñido que Prehistoric Kingdom. En el caso de los animales más pequeños, no hay una etapa intermedia entre bebés y adultos, lo que limita su alcance de cara al jugador más centrado en la simulación semi-realista. Claro está, la obra de Frontier no busca apelar a ese segmento de jugadores, pero es interesante mencionar hasta dónde alcanza esta nueva adición.
Jurassic World: Evolution 3 consigue lo que llevo años soñando: mayor gestión visual
Y, aun siendo un juego igual de conservador en la mayoría de su propuesta jugable, la segunda de sus mejoras es tan importante que no hace sino querer seguir jugándolo. En este caso, y si bien la segunda entrega de Frontier quiso allanar el camino con más opciones de personalización, se quedó a medio camino; pero ha sido Evolution 3 el que ha cogido el testigo. Así, el equipo británico consigue elevar la saga a un terreno con el que siempre había soñado: el de la microgestión estética, y de aquí viene que mi vena artística sea nula.
Jurassic World: Evolution 3 es una carta de amor a los que les gusta dedicarse horas y horas en una sección de apenas 100 metros del parque. El estudio inglés ha tirado la casa por la ventana y, si bien es cierto que las edificaciones son las mismas que en sus entregas pasadas —desde los hoteles hasta los cercos, pasando por los servicios básicos como comida o aseos—, el mapa en el que edificarás es mucho más maleable que nunca, pasando de ser un escenario algo estático a un lienzo en blanco.
Si bien sigo echando en falta algunas opciones, como la posibilidad de hacer puentes o deformar el mapa hasta los límites más absurdos, Frontier da en el clavo. No es solo que tengamos las edificaciones típicas de los parques clásicos —amén de variaciones estéticas para edificios como los hoteles o las zonas de entrada—, sino que podremos editar con mayor soltura elementos individuales, sin tener que estar constreñidos a la aleatoriedad de los pinceles del juego. Desde paredes hasta techados para poder hacer edificios, pasando por macetas o cubos de basura industriales, Evolution 3 es una delicia para el más artista y para quien, como yo, quiera intentar serlo.
De hecho, y hablando de aleatoriedad, Evolution 3 incluye un generador aleatorio de mapas para su modo sandbox. Junto a los mapas diseñados a mano, el juego nos permite edificar una isla de forma aleatoria, lo que amplía las posibilidades jugables hasta el infinito. El problema aquí es que los hándicaps del sistema de edificación y personalización son más evidentes. Hablamos de un entramado más violento de ríos y acantilados, dificultando en ocasiones la terraformación del terreno; y eso que las herramientas de modelado del entorno son mayores y mejores, pudiendo crear hasta cascadas.
Esto, sumado al retorno de las tormentas y los elementos climáticos, que darán mayor vida al parque y nos mantendrán alerta con riadas, roturas de estructuras o la salida de los animales en tropel cuando cae la electricidad, consigue que Evolution 3 sea tan único en comparación con sus predecesores como limitado en algunos aspectos. Y es que, como las novedades más férreas de esta nueva entrega caen en el terreno de la microgestión y de la personalización, las novedades para el jugador veterano que quiere limitarse a crear un parque sin florituras son mínimas. Sí, el salto gráfico es consecuente y los escenarios se convierten en una delicia visual que rivaliza con el mejor CGI de Jurassic World en el cine, pero el que busque una experiencia más básica se topará con un juego igual de conservador.
Jurassic World: Evolution 3 no revoluciona el género, pero perfecciona una fórmula que Frontier domina mejor que nadie. Es un juego consciente de sus límites, pero también orgulloso de sus virtudes: la gestión sigue siendo profunda, la simulación más rica y la personalización alcanza cotas que la saga llevaba años persiguiendo. Puede que no sorprenda a los veteranos ni conquiste a los más puristas, pero logra algo mucho más difícil: hacerte sentir que cada recinto, cada camino y cada criatura son tuyos.
- El juego ha perdido el modo Teoría del Caos, pero ha nutrido de un generador de mapas al modo sandbox.
- Tenemos dinosaurios y adiciones hasta Rebirth.
- La gestión de los dinosaurios ha ido un paso más allá con la cría de animales, aunque el resto se mantiene igual.
- Para el que le guste editar y personalizar el parque, es el mejor juego...
- ... pero para los demás, es uno igual de conservador.
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