Los ‘esports’ no han estado faltos de grandes inversiones y patrocinios a lo largo de los últimos años, pero la industria que siempre crece podría dejar de hacerlo muy pronto. El peligroso matrimonio de muchos equipos con las criptomonedas, el nerviosismo de unos inversores que no ven un crecimiento acorde a las ingentes cantidades de dinero depositadas y la promesa incumplida de que esto un día sería la NBA 2.0 serían las causas de la primera crisis de los deportes electrónicos desde que Counter-Strike 1.6 dejó de estar de moda.
Al menos, esta es la teoría que con buenas razones defiende la periodista Cecilia D’Anastasio en Bloomberg. El archireputado medio de información sobre negocios y mercados no tiene una perspectiva positiva de lo que será el próximo año para los deportes electrónicos. El panorama occidental no es demasiado prometedor, siendo especialmente triste la fotografía de Norteamérica. Allí, clubs legendarios han visto cómo sus competiciones perdían interés y ellos mismos sufrían grandes varapalos en lo referido a la obtención de capital.
Los ‘esports’ perderán ingresos 2023
Team SoloMid, organización fundada en el año 2011, ha visto recientemente cómo se esfumaba un acuerdo de patrocinio que los vinculaba a la recién quebrada FTX a lo largo de los últimos 10 años. Todo esto sucedía apenas unos meses más tarde de que finalizase la LCS, máxima competición de League of Legends en Norteamérica, que cerró la temporada con números muy inferiores a los de solo dos años atrás. Con el mismo tiempo de emisión, la comparativa señala un descenso de en torno al 33% de las horas totales consumidas por los espectadores.
Clubs muy importantes en el panorama internacional como el mencionado TSM o 100 Thieves han llevado a cabo despidos multitudinarios a lo largo de los últimos meses. También Misfits Gaming, equipo europeo bien asentado en la máxima competición continental de League of Legends y también con plaza en la poderosa liga francesa, escapaba de la industria tras reconocer que siempre habían tenido pérdidas. Esto debemos analizarlo en contexto: estamos hablando de organizaciones muy vinculadas a Riot Games que, con el permiso de Valve, gestiona los dos juegos competitivos más seguidos y lucrativos del planeta.
Es cierto que la mayor parte de esta crisis ha golpeado a equipos estadounidenses, pero eso no significa que sean inocuas para Europa. Algunos de los grandes patrocinadores de equipos como G2 Esports o Fnatic provienen de Estados Unidos. En este sentido, la pérdida de autoridad de los deportes electrónicos al otro lado del atlántico puede dar lugar a menores ingresos. Los equipos apenas generan dinero de forma directa (por ventas de merchandising u otros elementos) por lo que casi todas sus formas están relacionadas con acuerdos de colaboraciones comerciales.
Las noticias positivas para los fans de la competición
Las cosas parecen ser bastante negativas, aunque los esports no encaminan el apocalipsis. Bastó que la gran competición europea de League of Legends (LEC) se llevase un susto para que Riot Games se pusiese a trabajar en grandes cambios que llegarán el próximo año que además se complementa con la llegada a la liga de Team Heretics o KOI. También habrá renovación completa en Valorant y Valve… bueno, va a seguir siendo fuerte en los mercados donde históricamente Counter-Strike ha dominado. Es cierto que la competición de CS:GO no ha crecido en 2022, pero el interés por los grandes torneos se mantiene intacto.
Adicionalmente, hemos de tener en cuenta que las grandes compañías quieren que sus videojuegos competitivos sigan siendo populares. Siempre he tenido el pensamiento de que las grandes competiciones de League of Legends son la campaña de marketing más rentables de la historia y que CS:GO tampoco sería capaz de atraer a tantos jugadores (ni vender tantas skins) si no fuese porque cada cierto tiempo tenemos un torneo espectacular que pone ante nosotros la inmensa belleza del título.
Todavía corre en redes el falso rumor de que las palabras “crisis” y “oportunidad” se pronuncian igual en china. Es una mentira infame, pero quizá en esta ocasión podamos hacerla buena. Los ‘esports’ se han levantado sobre pilares endebles y han inflado el mercado de forma artificial (pensamos concretamente en el League of Legends norteamericano). Siempre esperando que tenga el menor efecto posible en aquellos que son menos culpables –los trabajadores que sufrirán las consecuencias– quizá haya algo de bueno en esto...