Te despiertas. Parecía un sueño, pero no... fue real. Ese viaje interplanetario que acabó de forma letal te sirvió para aprender. Y ahí estás, listo para un nuevo viaje. Sabes que volverás a morir, pero es el precio a pagar por lanzarse a lo desconocido. Nadie dijo que fuese fácil, ni seguro. Os lo descubrimos en nuestro análisis de Outer Wilds, otra de las sorpresas del año.
Han pasado más de 50 años desde la ópera espacial de Stanley Kubrick, pero aún tenemos en la retina esa escena de casi diez minutos en que el doctor David Bowman veía pasar ante sus ojos un recorrido galáctico interminable. Esa colosal representación fílmica del carácter ilimitado y misterioso del universo que realizó 2001: Una odisea en el espacio es una de las claves para comprender lo que han hecho los desarrolladores de Mobius en su videojuego.
Outer Wilds es un bucle temporal. La primera vez que me monté en la astronave para viajar al espacio, fui absorbido por la gravedad del Sol. Otra vez acabé estrellado contra unas rocas lunares por la velocidad incontrolada de la nave. En otra ocasión fui víctima de una supernova que me pilló en medio de un viaje intergaláctico. En el juego, la muerte es dinámica central de la experiencia, ocurre tarde o temprano, como enseñanza, como consecuencia de algo tan peligroso como es lanzarse hacia la exploración de lo desconocido. En el viaje de vuelta a tu punto inicial, aparecen fugazmente ante tus ojos todas las experiencias vividas. Como recordatorio, como ese espectáculo psicodélico que Kubrick plasmó en su famoso film.
Sobre eso va este videojuego: sobre repetir intento una y otra vez, aportando un pequeño grano de arena al conocimiento de lo que está allí arriba cada vez que nos enfundamos el traje espacial. Y a pesar de que se trata de un sistema solar muy distinto al nuestro (el protagonista es un alienígena), creo que no hay forma más acertada de representar lo que significa descubrir los secretos del universo. Fracasar, volver a intentarlo, y con el esfuerzo acumulado de muchos viajes, comprender qué es lo que nos rodea. Al final, esto es lo que viene haciendo el ser humano desde que pisó la Luna.
Exploración y supervivencia en bucle
Cada partida en Outer Wilds puede durarte cinco minutos, quince, o tal vez media hora. No sabría dar una cifra, ni una media. ¿Importa? No. Aquí lo importante es llegar cada vez más lejos, o al menos tratar de alcanzar lo desconocido y comprender los secretos de una misteriosa raza que parece poseer las claves del sistema solar en que vivimos. Nuestro personaje tiene en su nave un ordenador en que guarda sus memorias, sus hallazgos, como el detective que tiene plagada la pared de post-its, chinchetas con fotos y cuerdas que enlazan los distintos elementos de la ecuación.
Descubrir el enigma del universo, ese es nuestro fin. Salir ahí fuera y jugarnos la vida en una aventura de exploración y supervivencia. Nuestra nave puede averiarse y dejarnos tirados en algún planeta, sin posibilidad de regresar. Se nos puede acabar el oxígeno, el combustible… o bien acabar engullidos por algún monstruo. Son muchos los tipos de muertes que puedes experimentar (más épicas, más sonrojantes), pero también las posibilidades que se nos ofrecen para aguantar ahí fuera todo lo posible.
Te hace querer volver una y otra vez al juego para descubrir qué demonios está pasando
Una de las herramientas más llamativas es un rastreador que nos indica la dirección en que podemos encontrar una baliza de auxilio, o tal vez un explorador perdido. Son varias las subhistorias presentes, con bastantes diálogos (en castellano), que nos ayudan a montar el puzle narrativo en que se basa Outer Wilds. Hay un descifrador para desencriptar los mensajes de una raza ancestral que recuerda al escáner de Metroid Prime, y también un dron que realiza fotografías, el cual sirve para detectar -y así evitar- nubes de energía letal. Por algún motivo, la galaxia se muere y algo extraño ocurre con la relación espacio-tiempo. Es una premisa interesante, y absorbente, que te hace querer volver una y otra vez al juego para descubrir qué demonios está pasando.
Al final, eso es lo que hace grande a la obra de Mobius. Y sorprende, porque hasta ahora no se habían atrevido con ningún desarrollo, digamos, grande. Habían trabajado en móviles, pero ahora se han lanzado a una aventura de mundo abierto, porque al final esto va de ir de planeta en planeta al más puro estilo No Man's Sky. No a su nivel, porque aquí no hay looteo ni crafteo. Es mucho más narrativo, pero aún así interesante, con mucho trasfondo.
También con encanto. Puede que visualmente no sea una maravilla, y se nota el modesto presupuesto de producción. Entornos a baja resolución, poco detalle en texturas… y un rendimiento que en Xbox One flojea bastante (le cuesta mantener un frame-rate estable). Aún así, hay escenas preciosas: el momento en que los planetas se alinean para formar un eclipse o el descenso a un planeta cuya atmósfera va dejando paso a las montañas suponen momentos preciosos, realmente inolvidables.
Esto va unido a la potente ambientación sonora: el silencio del espacio, con nuestra respiración de fondo (a veces crítica por la falta de oxígeno) genera situaciones de cierta angustia. No obstante, lo que predomina es la tranquilidad, el viaje reposado en un entorno galáctico con un aura omnipresente de misterio. Eso está perfectamente retratado en un juego sin apenas presencia de la banda sonora, pero con acordes que aparecen en momentos puntuales con el fin de ambientar este genial viaje interplanetario.
Uno llega a pensar, jugando a Outer Wilds, si podría llegar a descubrir más acerca de los misterios de nuestro propio universo, aunque no se trate de los mismos planetas que tenemos a nuestro alrededor, aunque no tenga mucho que ver… ¿O tal vez sí? Os dejo que lo descubráis en un videojuego de exploración y supervivencia atípico, de esos que merece la pena probar, al menos, para hacernos la pregunta. Respuestas no os prometo que encontréis, ¿o es que conocéis a alguien que las tenga?
Outer Wilds es una genialidad conceptual que con más presupuesto habría aspirado a algo tal vez no tan ambicioso como su premisa (descubrir los secretos del universo), pero sí a convertirse en una obra excelente. Aún así, hay que reconocerle, como a su protagonista, el valor de lanzarse a lo desconocido para darnos un juego de exploración y supervivencia único, con un concepto magistral del uso del bucle como dinámica jugable. Probadlo. Es uno de esos juegos que hasta que no los juegas, no puedes decir si te gustan.
- La idea del bucle temporal es ingeniosa y encaja con el diseño de juego
- Sensación de misterio omnipresente: siempre sientes la necesidad de jugar más
- Narrativa interesante, muy bien llevada y que encaja con la jugabilidad
- Buena ambientación visual y sonora, que te hace sentirte perdido en el espacio
- Se echa en falta un mayor detalle gráfico en la representación de los planetas
- Acabado poco pulido, con algunos problemas de frame-rate