Libertad de acción, decisiones morales, mucha estrategia en el combate y… ¡gestionar un reino! Una aventura de rol con la esencia de los clásicos Baldur’s Gate o Neverwinter Night. Así de irresistible se presenta este videojuego que aún con sus fallos ofrece una experiencia digna de elogio. Análisis de Pathfinder: Kingmaker te lo contamos.
Hay algo que diferencia de forma notable a Pathfinder: Kingmaker de muchos otros RPG. Esta es una aventura de rol al estilo Baldur’s Gate, con la mejor esencia de los clásicos del género, donde no faltan las batallas imposibles contra toda clase de enemigos; la exploración de mazmorras, la libertad de acción, las decisiones morales y la búsqueda del mejor equipo para potenciar las habilidades combativas de nuestro variado elenco de personajes protagonistas. ¡Y es genial!; motivos más que suficientes como para que los apasionados al género queden encantados con esta propuesta del estudio independiente Owlcat Games. Pero hay algo más en este Pathfinder financiado con éxito en Kickstarter; algo que marca las diferencias haciéndote disfrutar de su acción desde una perspectiva única con la que cuesta no emocionarse.
Liquidado al malvado señor de las Tierras Robadas, una de las regiones en la que tienen lugar las aventuras de este universo de fantasía, tomarás las riendas del lugar... ¡convirtiéndote en su soberano! Lo cambia todo. Porque además de salir al exterior a vivir aventuras propias de los RPG, en este desafiante videojuego de rol también tendrás que lidiar con los asuntos cotidianos de tu nación construyendo nuevos edificios, calmando los ánimos de los súbditos ante posibles revueltas, u organizando misiones y proyectos que mejoren el bienestar y poder económico de las tierras. Y es, como digo, una opción con la que cuesta no emocionarse. En general, aún con sus claroscuros, Pathfinder: Kingmaker es un juego que emociona e ilusiona a partes iguales, enfrentándote a desafíos propios de la vieja escuela; a esos retos sesudos que requerían de algo más que machacar el botón del ratón mientras lanzas estocadas aquí y allá. Es duro, por momentos frustrantes, pero si le das una oportunidad sabrá recompensarte con una experiencia de juego de calidad.
¿Héroe o villano?
Es la pregunta de siempre en todo juego de rol que se precie. ¿Cómo resolverás las duras tareas a las que te enfrentas? ¿Serás la encarnación del bien, o te decantarás por la codicia y las malas acciones? Rara vez la respuesta a los problemas es, por así decirlo, tan extrema. Hay muchos grises de por medio; decisiones que según el prisma desde el que se miren pueden resultar más o menos malévolas.
Es una de las cosas que más aprecio de Pathfinder: Kingmaker; el modo en el que te enfrenta a estas decisiones y como todas ellas tienen serias consecuencias en la acción del videojuego. Poco tardaréis en comprobarlo pues ya al finalizar la primera misión, en el tutorial, descubriréis a las malas lo duro y realista que puede ser sacando a relucir vuestras vergüenzas; todas esas acciones que pensabáis no tendrían consecuencias, ¡quién iba a descubrirlo!, pero que tarde o temprano volverán golpeándoos con contundencia. Me encanta. Me gusta cómo se tienen en cuenta pequeños detalles para cambiar el curso de la historia, y la propia acción, sin recurrir al típico maniqueísmo entre buenos y malos. Este no es un juego tan simple.
La libertad de acción es digna de elogio
Aunque el diseño de los escenarios y misiones no ofrece tantísimas opciones como Pillars of Eternity, Pathfinder: Kingmaker siempre brinda alternativas para que ya sea de forma directa, a lo bruto, con sutileza, usando el sigilo; o incluso mediante la diplomacia, los engaños o intimidación, resolvamos las muchas tareas que propone este RPG inspirado en uno de los juegos de rol más conocidos de los últimos años. ¿Recordáis Baldur’s Gate? Basado en las reglas 3.5 de Dungeons & Dragons, puede que esta sea la mejor y más fiel aproximación al clásico de BioWare o las notables aventuras de Neverwinter Night, fiel reflejo del juego de lápiz y papel en el que se basa. La libertad de acción es digna de elogio, como también la variedad y profundidad de opciones a nuestra disposición para mejorar las habilidades y destrezas de los protagonistas, que pueden adiestrarse en múltiples especializaciones para sorprender a los adversarios de mil y una formas distintas.
La presencia de aventureros multiclase dota a la acción de una sorprendente profundidad estratégica, con unos combates sen tiempo real con pausa táctica que sacan provecho de las tiradas de dados como en el rol tradicional, obligándonos a actuar con sumo cuidado para evitar morir incluso en los compases iniciales de la aventura. En este punto, Pathfinder Kingmaker puede ser por momentos un videojuego implacable y frustrante, pues no explica del todo bien cómo funcionan ciertas mecánicas de combate, enfrentándote casi desde el principio a rivales contra los que no puedes hacer nada por no contar con las habilidades o armas necesarias para romper su defensa. Por un lado me gusta ese punto de dificultad; que tengas que conocer bien al enemigo para derrotarle no sin problemas, pero hay algo que no termina de funcionar en unos combates por momentos demasiado caóticos y desiguales. El abuso de los encuentros aleatorios durante los momentos de exploración también pueden resultar agotadores a corto plazo, pues con el grupo completo de seis héroes y un buen equipo, estas batallas son un mero trámite que ni sorprenden ni emocionan.
Esperaba algo más del argumento escrito por Chris Avellone
Hay mucho más que combates, lo decía antes, pues al acabar con el señor de las Tierras Robadas tras cerca de 15 horas de juego, Pathfinder: Kingmaker te pone a los mandos de la región en calidad de gobernador, ofreciendo opciones de gestión que van mucho más allá de lo visto en el ya citado Pillars of Eternity, donde realmente había poco margen de maniobra. Hay que gestionar recursos, potenciar la cultura, economía, poder militar, la religión y muchas otras opciones mientras construyes edificios, te enfrentas a los enemigos y das poder a los consejeros, que son tus propios aliados, para que resuelvan ciertas situaciones del modo que crean oportuno. ¡Esto es importante!, porque sus acciones también determinarán cómo nos ven los ciudadanos y los gobernantes de otras tierras, con los que tendremos que tratar buscando alianzas o anexionando sus tierras al imperio. Es una idea emocionante, porque nada hay mejor que salir de aventuras sabiendo que a la vuelta te espera un gran banquete en el salón del trono, donde despacharás toda clase de asuntos hablando, ¡pero también peleando!; y es mejor todavía comprobar cómo realmente tu imperio crece, ampliando sus recursos con la toma de zonas estratégicas mediante la exploración del mapa.
A la hora de salir de aventuras, se ha apostado por un gran mapa de la región a modo de tablero por el que nos moveremos siguiendo las rutas que establezcamos durante la partida. El gran problema en estos momentos es que nuestros héroes requieren de descanso con demasiada frecuencia, ralentizando la exploración, que además se ve entorpecida por los ya citados encuentros aleatorios. Hay bastantes zonas únicas donde disfrutar de misiones especiales, así como mazmorras y grandes tesoros por descubrir. Pathfinder: Kingmaker se apoya también en escenas estáticas, a modo de relatos interactivo, para enfrentarnos a otra clase de desafíos en los que entran en juego los rasgos y destrezas de los personajes, así como su moralidad, que nos dará acceso a unas u otras opciones. Al final, como decía, este es un RPG fiel al espíritu de los clásicos Baldur’s Gate cuya máxima es la libertad de acción… con consecuencias. Incluso tus aliados pueden discutir contigo si no están de acuerdo con tus actos, o bien dejarte en la estacada.
Con toda una eminencia como el autor del memorable Planescape: Torment o el guión del prometedor Dying Light 2 encargado de la historia de Pathfinder: Kingmaker, lo cierto es que esperaba algo más del argumento escrito por Chris Avellone. Está muy bien y, como siempre, me encanta la frescura y naturalidad de los diálogos y lo bien que hilvana las misiones. Sin embargo, el videojuego de Owlcat Games no plantea una historia especialmente original, apoyándose en conspiraciones políticas para tejer un argumento interesante, que se sigue con interés, pero que no termina de encandilar como otras obras recientes. Lo hace además con textos en inglés, sin que por ahora haya planes de lanzar una actualización en español. Es una pena, teniendo en cuenta la enorme cantidad de textos que encuentras en un videojuego que a veces también puede ser duro con las misiones que plantean un límite de tiempo. En concreto hablo de la primera gran tarea a la que te enfrentas, que ha obligado a algunos usuarios a repetir todo el juego por no llegar a tiempo.
No es algo que a me haya molestado o causado problemas, pero sí he leído algunas críticas en Steam de gente a la que no le ha gustado lo más mínimo que limiten la acción inicial a un plazo de tiempo concreto. Por otro lado, también hay quejas relacionadas con bugs y cuelgues, pero en mi caso, no he sufrido ningún problema grave. Aún así, es de justicia aclarar que Owlcat Games ha publicado en los últimos días varias actualizaciones, de grandes proporciones, para corregir y mejorar algunos de los aspectos más criticados de su videojuego. Aún queda camino por recorrer; todavía hay aspectos del juego que no terminan de alcanzar el nivel esperado, pero Pathfinder: Kingmaker es un RPG que ilusiona y engancha a poco que disfrutes del género. Con algunos ajustes aquí y allá, puede alcanzar ese gran nivel de calidad que sus fans esperan.
Pathfinder: Kingmaker es un muy buen RPG al estilo Baldur's Gate que ofrece gran libertad de acción para que explores su mundo de fantasía como prefieras, y que además te permite gobernar tus tierras con generosas opciones de gestión. Con un sistema de combate profundo y repleto de posibilidades, se echa en falta una historia más original y un mejor diseño de las misiones, pero las sensaciones con esta aventura de rol son muy buenas.
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- Profundo y desafiante sistema de combate con mucha estrategia de por medio
- Las decisiones y la libertad de acción. Cada acto tiene consecuencias
- Gestionar tus propias tierras es una experiencia divertida y emocionante
- Se echa en falta un mejor diseño de misiones
- La historia, aunque bien escrita, no es muy original ni impactante
- Picos de dificultad muy elevados y ciertas mecánicas de juego poco inspiradas