Una aventura de rol en un oscuro mundo de fantasía sumido en una guerra contra los demonios. Aunque no es una historia muy original, la épica cruzada contra el Infierno a la que nos lleva Pathfinder: Wrath of the Righteous convierte a este RPG de estilo clásico en un juego recomendable para cualquier fan del rol más tradicional. Análisis.
Rodeado de demonios en un paraje infernal, su ataque fue tan devastador que mis aventureros murieron en cuestión de segundos. Los ví caer uno tras otro como si no fueran nadie; como si todas esas batallas que precedieron a ese fatídico instante no hubieran servido de nada. Pero así de implacable es la acción de Pathfinder: Wrath of the Righteous. Fiel al espíritu de grandes RPG occidentales como el legendario Baldur's Gate, esta aventura de rol es pura estrategia: hay que pensar cada paso que das, cada golpe que asestas, cada conjuro y destreza única que activas. Y cuando lo haces, y el plan funciona, la emoción se apodera de ti. Lo que minutos antes parecía un reto imposible se transforma en una de esas historias que ansías compartir con tus amigos porque es épica a rabiar; porque ver caer a enemigos que apenas unos instantes antes te habían destrozado sin compasión te da un subidón de adrenalina que no olvidas con facilidad.
Pero la lucha en sí no es más que una pequeña parte del alma rolera de un RPG que no se queda atrás en cuanto a libertad de acción y decisiones con consecuencias devastadoras para el mundo que nos rodea. Cada acto, cada gesto, cada palabra que dedicas a los habitantes de este oscuro mundo de fantasía tiene una respuesta en el trato que recibes de aliados y enemigos, en la forma de combatir, en cómo superas sus desafíos. Y cuando crees haberlo visto todo te sorprende con más opciones de personalización, con nuevas y emocionantes batallas, con todo un sistema de gestión de tropas que incluye su propia fortaleza y la administración de recursos estratégicos. Esto último es algo que ya vimos en el anterior juego de Owlcat Games, donde encarnábamos al gobernador de las Tierras Robadas, pero aún así es imposible no ilusionarse como un niño cada vez que Wrath of the Righteous dibuja ante ti un nuevo horizonte de posibilidades.
Por eso si lo tuyo son los RPG de la vieja escuela aquí te vas a encontrar con uno de los buenos, de los que te animan a empezar de nuevo por el simple placer de descubrir qué hubiera pasado de haber apostado por decisiones distintas a las que tomaste en el pasado. A veces es algo tedioso y no siempre muestra su mejor cara, pero incluso en esos momentos continúa siendo una de esas aventuras de rol que merece la pena jugar, y en este análisis de Pathfinder: Wrath of the Righteous encontrarás motivos para hacerlo.
Un RPG clásico que no deja de crecer
Aunque la premisa no es muy original me cuesta encontrar un mejor escenario de guerra que el que plantea esta aventura de rol. Imagina un mundo de fantasía rasgado por una gigantesca brecha demoníaca de la que a diario surgen cientos y miles de monstruos sedientos de sangre. Esa es la tierra de Golarion a la que nos lleva Pathfinder: Wrath of the Righteous; un paisaje desolador en el que apareces por arte de magia, malherido, justo en mitad de una ciudad que acaba de ser invadida por los demonios. Lo que viene a continuación te lo puedes imaginar.
Eres un don nadie enfrentado a enemigos tan poderosos que no necesitan mucho para mandarte al oscuro abismo; pero entonces encuentras un artefacto legendario, tu poder crece y con él, las opciones de victoria. Y luego descubres nuevas habilidades y conjuros devastadores, te alías con aventureros más fuertes, encuentras armas de un poder sin igual…y acabas convirtiéndote en el líder de una Cruzada contra los demonios guiando los pasos de un ejército con ansias de revancha. Y aún emocionado por esta nueva faceta de juego, que tiene sus propias batallas por turnos al estilo Heroes of Might & Magic, Pathfinder va y te pone a cargo de una gigantesca fortaleza donde debes ejercer de líder político y militar; en la que tendrás que tomar decisiones estratégicas, dar valor a los desesperanzados, gestionar los escasos recursos a tu disposición y, por supuesto, masacrar a todos tus enemigos en la temida Herida del Mundo.
Una de las cosas que más he disfrutado de Wrath of the Righteous es esta capacidad para sorprenderte
Una de las cosas que más he disfrutado de Wrath of the Righteous es esta capacidad para sorprenderte con un más y mejor que alcanza dimensiones épicas. Porque ya no es solo que las batallas sean más grandes o que debas preocuparte de todo un ejército; la propia evolución de tu aventurero crece con nuevas opciones míticas que afectan al curso de la historia y sus habilidades especiales. Precisamente aquí librarás tu primera gran batalla. Ni los demonios, ni los sectarios, ni la peor de las maldiciones; lo que más intimida es crear a tu personaje pues hay tantas opciones entre las que elegir, tantos posibles caminos que seguir, que puedes pasarte fácilmente una hora simplemente decidiendo. En concreto hay 25 clases de personaje con las correspondientes subclases y clases de prestigio que aportan a la acción un apasionante matiz estratégico que hará las delicias de los fans del rol.
Es difícil elegir; más si no estás acostumbrado a ver tantos datos y peculiaridades por cada clase, raza y trasfondo histórico a elegir. Aún así te diría, ¡no te asustes!, porque Owlcat Games ha tomado buena nota de las críticas de Pathfinder: Kingmaker y hace lo imposible para que no te pierdas entre sus tiradas de dados, estadísticas o incluso las propias decisiones que tomas. El juego suele ser bastante claro acerca de las consecuencias de tus actos, te informa al detalle de los rasgos que deberías potenciar para que tu aventurero sea más efectivo en combate, e incluso cuando sufres algún ataque devastador, tus golpes no dan en el blanco, o una desgracia te ha dejado al borde de la muerte,no se corta y te dice "usa esta habilidad, que la tiene este personaje".
Así es más fácil adentrarse en la acción de un RPG que te hará vibrar de pura emoción en sus batallas más desafiantes. Lo decía antes. Es pura estrategia.Tienes tantas opciones a tu alcance, tantas habilidades, hechizos y tácticas que adoptar, que te lo pasarás en grande experimentando con el variopinto grupo de aventureros que te acompañarán en este loco viaje hacia la Herida del Mundo. Pero un detalle que me encanta es que a veces, antes de saltar a la acción, puedes aprovechar el entorno que te rodea para debilitar a los enemigos o hasta matarlos sin mancharte las manos de sangre. Aquí entran en juego las destrezas de cada personaje, como el atletismo, la sabiduría, el sigilo o la persuasión, que influyen también en las conversaciones o las escenas ilustradas, donde básicamente te limitas a tomar decisiones con consecuencias -muchas veces- inesperadas.
Acción, rol y exploración en Pathfinder
Un buen RPG es algo más que un sistema de combate espectacular y Wrath of the Righteous lo demuestra también con un buen diseño de niveles. Mucho más variado que su antecesor, da gusto explorar sus escenarios en busca de pasajes secretos, armas legendarias o atajos para evitar caminos… por así decirlo, mortíferos. Y es mejor todavía cuando descubres que todas las decisiones que has tomado moldeando a tu equipo de aventureros tienen respuesta en la exploración. Puede que algún personaje se vengue de ti y ataque cuando menos lo esperes, que tus conocimientos del mundo te salven de cometer un error fatal en una conversación, o que tu destreza y habilidad con el sigilo te eviten morir abrasado en una mazmorra atestada de trampas. Es fácil sorprenderse con algunas de las alternativas que Wrath of the Righteous pone en tu camino, y más todavía con los catastróficos resultados de fallar una elección.
Es un RPG más amigable que Kingmaker, con abundantes tutoriales y consejos
Imagina que te acercas sigilosamente a un enemigo temible… ¡y tropiezas! Se acabó la sorpresa. O peor aún. Mientras desciendes por una cuerda, dado que tu atletismo no es muy allá, la tirada de dados sale mal, caes al abismo y apareces en mitad de un combate, herido, frente a un enemigo listo para destrozarte a bocados. No siempre hay caminos alternativos pero supone una mejora con respecto al anterior juego de Pathfinder y, ciertamente, se agradece mucho de cara a rejugar esta aventura. Porque seguramente quieras hacerlo solo por explorar las diversas vías míticas del protagonista, ya que estas abren caminos tan dispares como la senda del ángel, el demonio o incluso los dragones; cada una de ellas con sus propias habilidades únicas y cambios en la historia. De nuevo, no todas son tan interesantes, pero alegra encontrarse con un RPG tan profundo a todos los niveles. También en lo argumental.
Aunque la historia no es especialmente original cuesta no meterse de lleno en la acción de un videojuego capaz de emocionar y sorprender en sus momentos álgidos, con algunas escenas y misiones bastante épicas que te tendrán con el corazón en un puño. Los diálogos están escritos en español con un gusto exquisito, trasladándonos con gran efectividad a ese oscuro mundo de fantasía en el que el más mínimo error puede suponer la muerte de cientos de inocentes. Y esa presión, ese miedo a llevar a alguien a la ruina, te hace vivir aún con mayor intensidad las duras decisiones a las que te enfrenta el juego. O al contrario. Las disfrutas aún más si eres más malo que el Diablo… a costa de sufrir luego las consecuencias. Porque toda acción tiene respuesta en este fantástico RPG que también me ha sorprendido con sus héroes y villanos, pues desprenden carisma y ese halo de misterio que te hace desear saber más sobre ellos; lo que podrás hacer cumpliendo con las numerosas misiones secundarias de Wrath of the Righteous.
Llega un punto en el que hay tantas misiones abiertas, tantos lugares que visitar, que el juego puede agobiar. Más si tienes en cuenta que entre medias, sobre ese gran mapa por el que te mueves, también debes guiar los pasos de tus batallones y gestionar el día a día de la fortaleza. Todo ello suena emocionante y realmente lo es, pero en mi caso, he acabado algo quemado por las constantes interrupciones. Ya no es solo que tus aventureros necesiten descansar cada pocas horas; también el ejército necesita reabastecerse, hay que construir edificios en diversos puntos clave, tomar decisiones, lidiar con los problemas de la corte, ir de aquí para allá, luchar y luchar en batallas por turnos que, sí, están bien, pero no tan bien como para tener tanto protagonismo… y al final, ese gran ritmo de la acción con el que arranca la aventura se va perdiendo. Por eso cuando vuelves al estilo RPG más puro y te enfrentas a un combate memorable, o a una misión espectacular, lo vives con más emoción; la disfrutas mucho más.
Hablamos de un videojuego inmenso al que podéis dedicar no menos de 80 horas para completar la historia principal. Y aunque suena a una barbaridad, salvo esos momentos de "estrés" en el mapa de campaña, la aventura no se hace para nada pesada pues siempre encuentra formas de sorprenderte y motivarte a ir hacia delante. Asaltar una gran fortaleza enemiga, luchar en las peores condiciones posibles sabiendo que cada segundo que pasa alguien muere, decidir sobre la vida o muerte de un rival que nos ha torturado durante horas… como digo, de una u otra forma Pathfinder: Wrath of the Righteous consigue engancharte a su acción e historia. Y es admirable. Se nota el esfuerzo de Owlcat Games por crear un RPG profundo que a su vez pueda ser disfrutado por alguien que nunca ha probado una experiencia de rol tan completa. Hasta tal punto es así que al margen del combate con pausa táctica típico de los juegos estilo Baldur's Gate, se han incorporado los combates por turnos a los que puedes acceder en cualquier momento, ¡incluso en mitad de una batalla!
Completar la historia principal os llevará no menos de 80 horas
Esto es algo que nace por el propio deseo de muchos jugadores, que ya en Kingmaker dieron forma a un mod con esta clase de peleas más tácticas, y lo cierto es que en los momentos de mayor dificultad tener la opción de calcular al milímetro cada acción sin la presión de sufrir ataques a diestro y siniestro se agradece muchísimo. Puedes disfrutar del juego de ambas formas porque ambas se han tratado con el mismo esfuerzo y cariño. Y lo mismo se puede decir de la potente banda sonora de la que hace gala este nuevo RPG, o del increíble arte que atesora, con unas ilustraciones muy trabajadas que te meterán de lleno en este universo de fantasía. Los escenarios son más variados y vistosos que en el original, también los combates son más espectaculares con un sinfín de luz y color, sangre y explosiones; sin olvidar el modelado de los personajes, que cumple con lo esperado.
En definitiva, y aunque su estreno ha estado nuevamente salpicado por errores y bugs que entorpecen la experiencia de juego (muchos de ellos ya se han ido corrigiendo con parches), Pathfinder: Wrath of the Righteous ha dado un gran paso adelante hasta convertirse en uno de los mejores RPG occidentales de los últimos años. Un juego que además ya tiene fecha de lanzamiento en consolas Xbox y PlayStation.
Hay tantas opciones entre las que elegir a la hora de crear a tu aventurero, y tienes tanta libertad para completar el juego como te plazca, que cuesta no ilusionarse con la acción RPG de Pathfinder: Wrath of the Righteous. Es un videojuego cargado de contenidos con una emocionante historia de fantasía en la que no faltan las sorpresas, la épica y los personajes con carisma. Sus batallas son un espectáculo en el que la estrategia lo es todo, y aunque a veces su acción puede volverse algo tediosa por la cantidad de cosas que debes gestionar simultáneamente, este es uno de esos viajes en los que todo fan del rol debe embarcarse.
- Pathfinder es un juego de rol de mesa que nació en 2009 de la mano de Paizo.
- Hay más de una docena de aventureros que pueden unirse - o no- a tu equipo, en equipos de seis.
- La senda mítica aporta una capa de profundidad extra, con nuevas opciones de personalización.
- Hay dos modos de combate: acción con pausa táctica y las batallas por turnos. Puedes optar por cualquiera de ellas en cualquier momento.
- Gestionar tu ciudad y ejército es emocionante, aunque puede volverse algo tedioso.