A este RPG de fantasía no le van a faltar críticas y detractores, pero tras jugarlo veo que Pax Dei puede ser único y diferente

A este RPG de fantasía no le van a faltar críticas y detractores, pero tras jugarlo veo que Pax Dei puede ser único y diferente

Un ambicioso MMO en el que no hay niveles, ni NPC, ni ciudades. Veteranos de EVE Online dejan todo en manos de sus jugadores

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Imagen de Pax Dei

Hay un nuevo MMO de supervivencia y mundo abierto en camino a Steam. Eso puede decirse casi cualquier día de la semana y casi siempre será cierto, pero el caso de Pax Dei (o PxD para abreviar, según dicen sus autores) es para tenerlo en el radar como mínimo. Por si no te suena, es prometedor juego con un fuerte componente social "inspirado en las leyendas medievales" que actualmente está en una fase de alfa cerrada.

Debo admitir que viniendo de juegos como ARK, Valheim o V Rising, este Pax Dei se siente distinto tanto para lo malo (que afortunadamente es poco) como para lo bueno. Uno de los motivos por los que digo esto es que el combate está en segundo plano: el mundo es bastante pacífico en líneas generales, de modo que el meollo del asunto está en salir de viaje en busca de materiales o hacer negocios con otros clanes. Eso no significa que todo sea un camino de rosas, al contrario.

En mi experiencia jugando —te hablo de un periodo exacto de una jornada laboral completa— no solo no he llegado ni a construirme un cuchitril para pasar la noche, sino que mis progresos se resumen a crear un (1) hacha de leñador y perder la ropa en el proceso. ¿A que suena a chiste? "Ya salió el periodista de videojuegos, menudo bobo". Pues permíteme que te diga, Pax Dei no es uno de esos survivals en los que te fabricas cualquier utensilio con palos y piedras, no. Me explico.

Imagen de Pax Dei En PxD, empiezas reclamando una pequeña parcela. Te toca trabajar duro para crecer a partir de ahí

Si lo que buscas es un hacha, porque como es normal la que consigues al principio te da para lo justo, te toca crear un mango, que no es lo mismo que un trozo de madera cualquiera, así como una cabeza de hierro e incluso los clavos que necesitas para unir ambas piezas. Cada uno de esos componentes, por cierto, se trabaja en mesas distintas que también tienes que descubrir y construir. Sobre el papel suena un poco a lo de siempre, pero en la práctica verás que se tarda mucho en avanzar porque hay cuantiosos requisitos previos para cada cosa.

Necesitas materiales, claro, pero también descubrir recetas que no siempre son obvias; como también cierto grado de maestría en disciplinas como la herrería o la costura y hasta un poco de suerte, porque existe una probabilidad real de que el fruto de tus esfuerzos termine siendo un pufo. Pero la diversión radica precisamente en la complejidad del asunto, porque como decía más arriba, uno termina emprendiendo auténticas campañas en busca de recursos a menudo. Yo tuve que hacer dos, una en busca de arcilla (donde perdí la ropa) y como consecuencia de eso, otra buscando fibras para tejer un camisón nuevo.

Social antes que conflictivo, un MMO distinto

En ambos casos me he quedado con recuerdos bonitos, que no es nada habitual en alguien que escribe sobre videojuegos todos los días. Sin tener ni la más remota de cómo se consigue cada cosa ni tener a quién preguntar, solo pude obedecer a la lógica: abrí el mapa y puse un marcador en el lago en busca de la arcilla; mientras que para las fibras me dirigí al área más verde que encontré en el dibujo. Acerté a la primera con los dos materiales que buscaba (las plantas se resistieron un poco porque la vegetación es bastante variada) aunque por el camino encontré muchas estampas sobrecogedoras, morí a manos de unos diablillos menores y me tuve que comer el coco a la hora de orientarme.

Imagen de Pax Dei La región es pacífica. Para encontrar estas locuras, toca alejarse mucho

Verás, el mundo de Pax Dei es bastante vertical. Sea o no intencional, Mainframe Industries (un estudio formado por veteranos de EVE Online y otros MMO) ha diseñado el mapa de tal manera que a menudo las partes de interés se revelan de golpe: una cuenca, un valle, un lago; esa clase de cosas las sueles ver por primera vez desde lo alto de un risco o una montaña. Una visión hermosa, de estas que te obligan a inmortalizar el momento con una captura de pantalla. Y también te hace pensar un poquito en cómo vas a bajar, o subir, o moverte sin atraer la atención de bestias salvajes u otros oponentes del estilo.

El combate, insisto, es más bien testimonial. No está muy pulido (imagino que llegará con muchos retoques en la versión final) y ni siquiera existe tal cosa como niveles de personaje, pero es que se nota a leguas que tampoco es un juego construido alrededor de eso. A mí la experiencia se me ha hecho muy serena, calmada, como en esas sesiones de Skyrim en las que te tapas con una mantita y vas recorriendo el camino con «Far Horizons» sonando de fondo.

Los demonios que me quitaron los pantalones, por cierto, fueron los únicos seres sobrenaturales que encontré, y estaban casi en un margen del mapa. El resto de oponentes eran conejos, lobos, jabalíes y osos. Atendiendo a la ficha de Steam y otros medios oficiales, eso es así porque la región central está protegida por los dioses y debería ser pacífica, próspera; de modo que la oscuridad incomprensible propia del género de la fantasía llega cuando te alejas de eso. Una experiencia "basada en las leyendas medievales", dicen, en las que se hablan más de fantasmas escurridizos que de ogros que vienen a destruir tu castillo.

Imagen de Pax Dei

No hay NPC dándote misiones, niveles ni ciudades: todo eso lo construyen los jugadores

Esa es una visión creativa que puedo respetar, porque veo que en el mundillo de los MMO/RPG los elementos fantásticos están tan a la orden del día que en ocasiones pueden perder un poco de encanto. En cambio, en Pax Dei un simple hombre encapuchado recitando cosas raras con un cetro en la mano impone lo suyo porque temáticamente viene de un plano completamente separado del que vienes tú, que es el de talar árboles y reunir plantas para tejer o comer. De hecho, olvídate de conseguir armas hasta después de un buen puñado de horas, porque necesitas refinar muchos materiales hasta llegar a ese punto. Hasta entonces, pelear contra un oso con un hachuela de talar arbustos es una locura: te alejas y listo.

Si has atado cabos, te darás cuenta de que todas las cosas que hemos mencionado confeccionan un tapiz bastante claro: este es un juego social ante todo. Va de una región principalmente pacífica, bendecida por los dioses; en la que que los vestigios de una época más siniestra llevan mucho tiempo enterrados y lo que queda es terreno libre de conquistar bañado por la luz. Aquí los jugadores se las apañan como pueden y quieren, de forma que la manera en la que más se disfruta de Pax Dei es formar comunidades pequeñas y trabajar en equipo para reunir materiales y construir casas, aldeas, pueblos y (después de mucho tiempo) reinos. Mi experiencia es solo una parte diminuta de todo eso, pero puedo dar buena fe de que el arranque está bien pensado porque es un esfuerzo titánico para una sola persona y las herramientas sociales (p. ej. privatizar o liberar cofres) están ahí desde el primer minuto.

Pax Dei todavía no tiene fecha de lanzamiento y salta a la vista que aún le queda mucho trabajo en aspectos como la interfaz, el combate y las animaciones, el balance, el rendimiento, los gráficos (usa Unreal Engine 5, aunque se ve algo desnivelado en varios sentidos) la corrección de bugs o cosas del estilo; pero de momento va muy bien encaminado. Si tienes interés en él, puedes seguirlo a través de Steam.

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