Mario Gómez
Editor SeniorNo sé si será el mejor RPG del momento en el que salga, pero sí puedo decirte que jugar a la demo de Queen's Domain ha sido poco menos que un momento de catarsis para mí —ha tenido un efecto "luna de miel" sólido, pero también inspirador. Me ha transmitido que en pleno 2025 aún se puede hacer rol fresco basado en la era en la que el género estaba meramente coqueteando con los gráficos en 3D, y solo por eso, ya ha captado mi más absoluto y sincero interés.
Por si no lo conocías, Queen's Domain es un RPG firmado por apenas dos desarrolladores que se identifican como Biogenesis y Birdlay que comparte muchos rasgos con King's Field o The Elder Scrolls III Morrowind tanto en jugabilidad como en estética, aunque afortunadamente también incluye algunos ajustes pequeños para modernizar lo que de cualquier otra manera hubiera sido una auténtica tortura de jugar en nuestros días.
Recién sacado de... la década del 2000
En Steam existen muchos juegos fuertemente marcados por la edad de oro de los videojuegos. Selaco, Gloomwood, Lunacid o Archaelund son algunos ejemplos variopintos; y todos ellos cumplen en mayor o menor medida conforme nos transportan a otros tiempos. Pero lo de Queen's Domain, para mí al menos, está a otro nivel. Y hace su magia no solo replicando elementos que apelan a tu nostalgia, sino que además es un juego bastante sólido por méritos propios.
"¿Y qué es lo que esto hace tan bien, exactamente?" te preguntarás. Pues bueno, varias cosas: a mí me ha ganado de primeras con su música. Hoy en día esto está casi en el olvido, pero hubo una época en la que los juegos no se conformaban con melodías ambientales diseñadas para transcurrir en segundo o tercer plano, de forma complementaria.
En lugar de eso, la música de Queen's Domain no siente timidez a la hora de reclamar todo el protagonismo desde el primer minuto. Tiene presencia, tiene ritmo y es evocadora; sabe construir una atmósfera igual de bien o mejor incluso que los propios gráficos. A efectos de juego, funciona un poco como el mítico 'Hyrule Field' —es música ambiental, pero gustosa de ocupar el primer plano.
Otra cosa que también me ha conquistado al margen de la música es que el combate y el diseño de niveles llevan impresa la filosofía de "menos es más". No es que tu personaje se mueva como un tanque, pero definitivamente los ataques son lentos, medidos y concienzudos; midiendo con precisión las distancias entre el oponente y tú antes de atacar.
Entender las debilidades de los oponentes y asestar golpes acorde tiene peso, consecuencias; como también las tiene recibir daños (la barra de salud está muy ajustada) o hacer progresos menores al estilo de encontrar una poción, una hierba curativa o activar algún mecanismo en el escenario. No se trata de darte contenidos ingentes. Este no es un RPG moderno en el que estás tachando objetivos de un diario viaje inmenso.
La música te golpea como un camión desde el primer minuto. Es un juego sacado de otra época, pero muy mejorado
Va de hacer pocas cosas, en un escenario diminuto al lado de los que tenemos en cualquier juego de nuestros días; pero todos esos avances son satisfactorios. Enganchan. Los recuerdas porque te los has ganado a pulso. Y precisamente porque los enemigos intimidan un poco, el mero hecho de avanzar por el escenario ya es un mérito importante. Si te matan, al menos sabes qué te vas a encontrar la próxima vez que vayas por ahí.
Si estás leyendo estas líneas con una mente crítica, sin duda reconocerás que todo lo que te cuento ya lo hemos vivido antes. Hace veinte o treinta años, era la norma. Todos los juegos eran más o menos así. El efecto de las teles CRT en los gráficos, la música con presencia y personalidad, la historia y los objetivos que más o menos se entendían interpretando los diálogos con NPC; esa clase de cosas. Pero como te digo, también hay un lado moderno en todo esto.
El primer caballero que me encuentro, el que me dice qué soy, qué hago ahí y cuál es mi cometido, extiende físicamente el brazo a la hora de darme mi primer arma —un arma oxidada. Esta hace daño de corte, una conclusión a la que cualquiera puede llegar haciendo uso de la lógica; pero que también viene explicada con detalle y comodidad en el menú de pausa. El combate no se me hace tan tosco como uno esperaría de uno de esos primeros RPG en 3D, y tengo control pleno de las animaciones y la lectura de daños en los enemigos es siempre correcta.
Queen's Domain no se me hace tosco o anticuado. Es incuestionablemente moderno, aunque traiga consigo muchos elementos del pasado. Lo que importa es que los hace suyos y se los lleva por el camino del bien, dándonos en efecto un tipo de juego que creíamos extinto. Es el equivalente a encontrar un individuo vivo de alguna especie del Pleistoceno, adaptado a la perfección a su hábitat.
Y eso me parece ilusionante, porque si tiene el éxito suficiente, quizá tengamos la suerte de que popularice justo ese tipo de juegos que ni siquiera The Elder Scrolls o los últimos lanzamientos de FromSoftware están abrazando. Como mínimo, Queen's Domain me ha dejado claro que es perfectamente posible hacer funcionar algo así en nuestros días, que no es poco.
Si te genera curiosidad, te recomiendo encarecidamente que pruebes la demo de Queen's Domain en Steam: dura apenas una hora, pero es un rato realmente agradable en el que no te queda más remedio que leer, pensar y prestar atención a todos los elementos del escenario si quieres progresar. Es un tipo de juego mucho más reflexivo, y poco menos que una cura para la época en la que todo está delimitado por marcadores de la interfaz. La versión final aún no tiene fecha de lanzamiento.
Sus autores tienen otro juego llamado The New Flesh que puedes jugar gratis.
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