Análisis de Ryse Son of Rome. Muerte o Gloria

Análisis de Ryse Son of Rome. Muerte o Gloria
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CryTek lo tenía todo en sus manos para lograrlo. Impecable aspecto visual, contexto histórico ideal, título de lanzamiento de la Next-Gen... Pero se olvidó de lo que de veras importaba: la experiencia jugable. Ryse: Son of Rome es uno de los primeros tropiezos de la Next-Gen, un título de acción y sangrientos combates monótono, limitado y que sólo levanta el vuelo en momentos puntuales.

Ryse ha sido, prácticamente desde su anuncio, uno de los títulos más esperados de la generación de videoconsolas que está a punto de comenzar. Los motivos para ello están relacionados con varios pilares sobre los que CryTek ha cimentado toda la expectación que lo ha rodeado, y tienen que ver principalmente con el hecho de ser una nueva IP de lo más atractiva, con un fascinante contexto histórico y con el apabullante aspecto gráfico que ha exhibido desde su verdadera puesta en escena en el E3 de este mismo año... hace sólo unos meses. Y, ¿por qué hablamos de una "verdadera" presentación? Puesto que inicialmente el título se concibió como exclusivo de Kinect, y sólo con el paso del tiempo acabó descartando el periférico de la marca Xbox para acabar inclinándose por el soporte de mando tradicional.

Así, y quizá por ese cambio de dirección en el desarrollo del producto, ha acabado Ryse siendo un producto de acción y aventuras que, lamentablemente, está muy lejos del estándar de calidad que esperábamos. A años luz de lo que ansiamos ver de un estudio antaño en forma como el alemán que, recordemos, ha contado con momentos de gloria como las entregas originales de Far Cry o Crysis, pero que últimamente va viendo como el nivel de sus lanzamientos desciende juego a juego. Ryse es, sin embargo, su primer revés de verdadero calado, un eslabón más de ese descenso en el entretenimiento y la diversión de sus lanzamientos. Lo cual es motivo de verdadera sorpresa puesto que a pesar del negativo feedback de los eventos y ferias, seguía perfilándose en el horizonte de Xbox One como una de las propuestas más cautivadoras.

Por desgracia Son of Rome cae víctima de una manifiesta falta de ambición en cuanto a lo jugable, algo que condena su experiencia y que resulta chocante ante lo fastuosos que son otros elementos del programa como, por ejemplo, unos valores de producción dignos de una auténtica superproducción cinematográfica. Así pues el envoltorio de esta aventura en la que romanos y bárbaros miden fuerzas a golpe de espada y escudo es precioso, un auténtico placer para los sentidos; sin embargo no van a pasar muchos minutos antes de que nos demos cuenta de que lo que se esconde tras ese continente brillante es, en realidad, un contenido bastante discreto.

Vástagos de Roma

La historia de Ryse es más sencilla de lo que parece. Todo comienza con la presentación de Marius Titus como protagonista, un general perteneciente a las huestes del Imperio Romano, que relata su historia al Emperador Nerón en un momento límite en el que la capital está a punto de venirse abajo ante el empuje de los bárbaros. Así, a modo de flashback, el protagonista nos relata una parte importante de su vida, desde su juventud hasta su madurez, con algunos momentos gloriosos en la vida de un militar de la época como pueden ser los de las campañas en el norte.

Las cinemáticas del videojuego se cuentan entre las más impresionantes visualmente que hemos visto en los últimos tiempos, y son tan brillantes desde el punto de vista de la ejecución que se mezclan con las secuencias in-game sin apenas transición. CryTek, no obstante, usa este tipo de secuencias más para mostrar la calidad de su retrato de rostros y de a efectos técnicos la impecable recreación de las vestimentas de la época que para contarnos algo que trascienda lo más mínimo. Las escenas se suceden al comienzo y al final de cada capítulo sin aportar nada de importancia, con dilatado metraje, diálogos laxos y situaciones que sólo en contadas ocasiones ayudan a hacer avanzar de veras la narrativa.

El aspecto de las cinemáticas es sencillamente sobrecogedor. CryTek se había puesto como meta impresionar, y lo ha conseguido.
El aspecto de las cinemáticas es sencillamente sobrecogedor. CryTek se había puesto como meta impresionar, y lo ha conseguido.

Hay un fuerte componente de carácter sobrenatural y, como desde CryTek ya dejaron claro en su momento, el rigor histórico no ha sido su principal interés durante el desarrollo, así que en este sentido el videojuego no va a satisfacer a los amantes de la autenticidad o la fidelidad. A pesar de que al protagonista le pasan todo tipo de desgracias no vamos a lograr empatizar con él, y su carrera de 8 niveles alrededor de algunos de los lugares más icónicos del Imperio Romano es más atractiva por los distintos escenarios que vamos visitando que por el nexo que los hila. Durante nuestro viaje pisaremos desde la propia Roma hasta algunos telones de fondo verdaderamente espectaculares, en una aventura que nos deja estéticamente algún momento para el recuerdo como un salvaje desembarco y algún que otro asalto a posiciones enemigas.

Sin embargo, como decimos, esta aventura con la que acompañamos a un valiente romano en su vertiginoso ascenso en el organigrama militar tiene más fuerza visceral y cosmética que jugable o narrativa. El nivel de desafío, por si fuera poco, no es particularmente generoso sino más bien todo lo contrario, lo que se traduce en que la idea de salida para un usuario medianamente avezado en los títulos de acción y aventuras es la de, recomendamos, optar por la dificultad más alta de las que hay disponibles desde el comienzo. Recluta y Soldado, las dos más sencillas, son tan fáciles que convierten la campaña en un paseo militar, literalmente, y sólo Centurión logra ponernos las cosas un poco más difíciles y hacernos pasar algún apuro en momentos específicos del modo historia.

La historia de Marius nos llevará de punta a puntal del Imperio Romano, viviendo aventuras que siempre se zanjan con el filo de nuestra espada.
La historia de Marius nos llevará de punta a puntal del Imperio Romano, viviendo aventuras que siempre se zanjan con el filo de nuestra espada.

En cualquier caso hay dos formas de superarlo y obtener el nivel de exigencia más alto, Legendario, la primera vez forzosamente en el formato campaña para ir liberando los distintos escenarios, y una vez desbloqueado cada uno de ellos puede ser revisitado gracias a la Cronología. La tercera alternativa en discordia es la de encarnar a un Gladiador anónimo en combates individuales o multijugador, y en una serie de pruebas que en esencia tienen todos los rasgos comunes con la campaña y a los que prestaremos su debida atención más adelante.

S.P.Q.R. -Los Combates-

Con toda su fuerza estética y su inmejorable telón de fondo, ¿qué falla para que Ryse no haya estado a la altura de las expectativas? Como el lector ya imagina se trata de su experiencia jugable, definitivamente pobre y limitada hasta extremos que pueden resultar chocantes. El juego es principalmente de acción y está marcados por combates en el 90% del tiempo que pasamos en la campaña, por desgracia ni éstos están demasiado logrados ni los pequeños respiros que nos concede tantísima acción con otros entretenimientos tienen el más mínimo interés.

El fuerte de Ryse, así pues, buscaba ser el combate, aunque tenemos que confirmar lo que habíamos venido apuntando toda la prensa desde el comienzo de su presentación en sociedad: Son of Rome es tan apabullante visualmente como escaso en cuanto a posibilidades jugables y rácano en mecánicas de juego. Las escenas de este tipo tienen todas un patrón muy similar, Marius queda rodeado por bárbaros que se turnan para atacarle y tiene que ir lidiando con ellos uno por uno hasta acabar con todos. Concluimos el enfrentamiento, y avanzamos hasta un pasillo que desemboca en una arena que nos lleva a otra batalla, y así sucesivamente. Si repetimos este patrón unas ocho o nueve veces tenemos un capítulo completo del videojuego de CryTek.

Salvaje y visceral, sí, pero los combates de Son of Rome también son más bien poco atractivos desde un punto de vista jugable.
Salvaje y visceral, sí, pero los combates de Son of Rome también son más bien poco atractivos desde un punto de vista jugable.

No tendríamos nada en contra de esto si los propios combates fueran divertidos, pero una vez superado el impacto inicial de los primeros minutos nos damos cuenta de que poca diversión a largo plazo va a ser capaz de proporcionarnos un producto con unos controles y alternativas tan simples y poco alentadoras. La base fundamental tiene que ver con el ataque estándar que se lleva a cabo con el botón azul del pad, y con el bloqueo que se ejecuta con el verde. No diremos que se puede sacar adelante el título al completo con esos dos botones porque mentiríamos... pero casi. Llevar la iniciativa es una opción legítima en el programa, sin embargo es mucho más rentable y seguro aguantar, cubrirnos y contragolpear constantemente hasta acabar con nuestros oponentes.

Al margen de los dos botones más básicos también existe la posibilidad de utilizar otro para golpear con el escudo y desbaratar las defensas, el amarillo, y de dejar pulsados tanto éste como el del ataque estándar para llevar a cabo cargas pesadas que incluyen un salto sobre nuestros enemigos y que son ideales para causar más daño aunque, como es lógico, nos dejan expuestos durante todo el proceso y sólo debemos llevarlas a cabo cuando estemos seguros. Además también hay otro que desata una suerte de poder de Marius que rellenamos combatiendo, el Foco, y que nos permite asestar golpes con una mayor frecuencia y fiereza, además de dejar a nuestros adversarios aturdidos en primera instancia y permitirnos una ligera ventaja inicial.

Algunas mecánicas destinadas a dar color a la experiencia no aportan, en realidad nada. La del lanzamiento de Pilum con un brutal auto-apuntado es un buen ejemplo.
Algunas mecánicas destinadas a dar color a la experiencia no aportan, en realidad nada. La del lanzamiento de Pilum con un brutal auto-apuntado es un buen ejemplo.

Esto no dista mucho de lo que ofrece cualquier videojuego de acción muy básico, así que en CryTek han buscado con las ejecuciones algo que haga de su obra algo único y a fe nuestra que, en ese sentido, lo han conseguido. Así pues cuando un enemigo está a punto de morir una marca aparece sobre su cabeza para que tiremos del gatillo derecho y pongamos en marcha todo un proceso que se reduce a una serie de QuickTime Events que tiñen el cuerpo de nuestros oponentes de colores para que sepamos en qué momento debemos pulsar el botón adecuado. Aquí lo que importa no es tanto acabar con nuestros competidores con esta maniobra, puesto que podríamos hacerlo más rápido con un golpeo normal, sino más bien el sacar provecho de las ventajas que ofrece en mejoras de salud o pluses de experiencia, por ejemplo.

Hay cuatro alternativas para sacar partido que escogemos al vuelo con la cruceta, y el saber qué nos hace falta en cada momento acaba siendo algo muy a tener en cuenta, especialmente fijándonos en el hecho de que son cadenas muy sencillas de completar y que aunque fallemos todas ellas siguen ofreciéndonos bonificaciones, aunque menores que si lo hacemos con éxito. Resulta irónico que las ejecuciones, con todas las críticas que han recibido, son el elemento que acaba despertando algo de interés en toda la acción, pero más que por llevar a cabo la muerte de nuestros oponentes con ellas lo consiguen a través de todo el ligero componente estratégico que llevan consigo.

La modalidad de juego Gladiador es el acompañamiento para la campaña, y nos permite vivir la arena y la sangre del Coliseo en solitario o acompañados.
La modalidad de juego Gladiador es el acompañamiento para la campaña, y nos permite vivir la arena y la sangre del Coliseo en solitario o acompañados.

Alternativas a la Sangre

¿Cómo combate Ryse contra esta sensación de monotonía de las luchas? Lo cierto es que de la peor forma posible, salpicando ocasionalmente los espacios entre ellas con una serie de mecánicas tan vistosas en apariencia como poco edificantes a efectos interactivos. Por ejemplo resulta impactante el caminar dentro de una formación de tortuga, y está recreado de forma inmejorable en cuanto a lo sensitivo, pero cuando sólo podemos utilizar dos botones para todo el proceso (el de avanzar y el de cubrirnos) acabamos deseando que estas partes se acaben lo antes posible. Lo mismo sucede con el dar órdenes a nuestros arqueros, que consiste en apretar un botón, o el disparar por nuestra cuenta grandes ballestas o lanzar nuestro pílum... Todo maniobras que carecen del más mínimo ápice de manejo manual y que, merced a su autoapuntado en el caso del lanzamiento de proyectiles, se basan únicamente en pulsar el botón adecuado en el momento justo. Algo nada estimulante, como es obvio.

El lanzamiento, además, incluye un sistema de progreso muy ligero, pero que acaba siendo otra de las partes de gestión que ayudan a darle algo de empaque a la experiencia jugable. La idea es tan obvia como pudiera parecer desde fuera, y se reduce a la de obtener premios en forma de puntuación (denominada Gloria) e invertirlos con astucia en distintos rangos de mejora para nuestro personaje. Se trata de aumentar dos rangos de Salud, Ganancia de Experiencia o algunas ventajas de Combate, y de hacer lo propio con tres en el caso del Foco. Podemos invertir la mencionada moneda in-game o, por el contrario, hacernos a través de micro-transacciones con fichas suficientes para lograrlo.

Por otra parte la otra gran alternativa que ofrece el programa es el multijugador, basado en el combate en arenas y, en esencia, contra los mismos enemigos de la campaña. Si en el modo historia de carácter individual vamos a acabar hartos de ver los mismos modelos una y otra vez, puesto que los bárbaros no varían apenas en su look, en la vertiente on-line tenemos a los mismos sólo que luchando en otro telón de fondo. Acabamos con ellos y cumplimos pequeños objetivos esquivando proyectiles y destruyendo objetos para obtener recompensas y poder así mejorar a nuestro nuevo héroe.

Las posibilidades para hacerlo pasan por lograrlo a través de las modalidades Arena, Ronda a Ronda y Solo. El primero es un combate cooperativo para dos usuarios en el Coliseo, sacando adelante sus desafíos y vigilando el mantener alto el baremo de disfrute de un público sediento de sangre. Ronda a Ronda, por su parte, es también cooperativo y nos permite escoger el entorno de cada arena, mientras que el último de ellos nos planta en solitario ante el Coliseo superando en esencia los mismos retos.

El protagonista de esta parte es otro distinto, un gladiador, y también cuenta con una serie de parámetros que podemos potenciar para ser más efectivos en combate. Hablamos de diez baremos, bastante similares a los del modo off-line pero con algunos pluses como bonus de multitud o de inventario, por ejemplo, que ayudan a darle un interesante componente persistente a todo lo que tiene que ver con el juego acompañado. Disfrutamos también de alternativas para customizar hasta cuatro elementos de ropa para el héroe, así como la del escudo o la espada, además de dos espacios para consumibles que podremos utilizar en los combates.

Lo mejor del multijugador es el sentir que se progresa y se desbloquean mejoras y accesorios para el personaje. ¿Lo peor? Que los combates son idénticos a la campaña.
Lo mejor del multijugador es el sentir que se progresa y se desbloquean mejoras y accesorios para el personaje. ¿Lo peor? Que los combates son idénticos a la campaña.

Dinastía Julia -Gráficos y Sonido-

Desde el comienzo de su andadura promocional, Ryse ha exhibido trazas de monstruo visual, y la verdad es que con él en las manos el resultado no deja de impresionar. Dejando de lado estériles polémicas como la de su resolución nativa de 900p, lo que debe quedar claro es que el programa presenta un aspecto extraordinario, con un gran equilibrio entre elementos gráficos, artísticos y tecnológicos que le ayudan a rayar a una altura extraordinaria.

Artísticamente presenta un look fenomenal, con todos los aspectos necesarios para recrear los entresijos de la antigua Roma muy cuidados. Cierto que el programa no es respetuoso con el rigor histórico en cuanto a lo narrativo como ya hemos adelantado, ni tampoco lo es en aspectos como la presentación de sus desorganizadas tropas, sin embargo en todo momento el retrato es fenomenal en cuanto a uniformes, localizaciones y el resto de elementos que ayudan a crear cierta inmersión. No obstante hay otras cosas no tan cuidadas que a menudo estropean estas sensaciones, como por ejemplo la escasez de variedad en los tipos de enemigos, tan reducidos en cuanto a número como planos en términos de carisma.

Pero la ejecución de todo ello admite poca réplica. Las cinemáticas son impresionantes, ejecutadas con un estilo cinematográfico estupendo, y acreedoras además de unos rostros y una expresividad extraordinarios. Ya en lo puramente in-game los modelados de romanos y bárbaros son fantásticos, con mención especial para un protagonista que es la verdadera estrella del show. Todo en su físico está cuidado hasta el más mínimo detalle, y son loables también los esfuerzos para tratar el rostro de un Marius que expresará verdaderas emociones de ira y furia cuando ataca. Animaciones para unos y otros son dignas de elogio, especialmente en unas ejecuciones que a menudo rozan lo sobrecogedor.

Una de las mejores cosas de Ryse son, sin duda, los diferentes escenarios que pisaremos. Muy variados y capaces de dejarnos anonadados.
Una de las mejores cosas de Ryse son, sin duda, los diferentes escenarios que pisaremos. Muy variados y capaces de dejarnos anonadados.

Los escenarios, por su parte, son otro de los focos de atención del estudio. De acuerdo en que desde el punto de vista puramente jugable su linealidad y concepto a modo de sucesión de pasillos no ayuda en absoluto, y hace de distracciones como, por ejemplo, dar con desbloqueables algo muy poco inspirador, pero en cuanto a lo visual no hay nada que objetarles. Son variados para las entre seis y ocho horas que nos va a llevar superar la campaña de Son of Rome, y ofrecen también resultados interesantes en el multijugador con una imposible arena cambiante para el Coliseo. Hay mucho evento escriptado en los fondos para darle un color y dinamismo estupendo; y a pesar de un importante exceso en el efecto de desenfoque en ciertos momentos, el resultado es extraordinario sin observar por ello irregularidades palpables en la tasa de imágenes por segundo.

Si hablamos del sonido, por último, lo hacemos también de una vertiente en la que el estudio alemán demuestra los asombrosos valores de producción con los que ha contado para la realización de su última propuesta. La banda sonora es impactante y está ejecutada con maestría, los efectos de sonido son tan brutales como su sanguinaria puesta en escena hace presagiar y el programa llega a nuestro país traducido y doblado con esfuerzo, dramatismo y buena elección de voces.

Discreto

Sin sello
Muerte o Gloria

Ryse: Son of Rome

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Ryse: Son of Rome es la primera gran decepción de Xbox One. Hablar de que las expectativas a su alrededor estaban altas seguramente sea quedarse corto, puesto que sus estandartes romanos eran una de las banderas de la consola de Microsoft. Sin embargo sus tambores de guerra no han resonado con la suficiente fuerza, y su monótona jugabilidad y escasa diversión han lastrado un producto que sí que nos deja entre lo positivo unos valores audiovisuales de infarto y la poco frecuente posibilidad de vivir una época pretérita de auténtica leyenda.

Comprar Ryse: Son of Rome
  • Visualmente es espectacular, en todos los sentidos.
  • Las animaciones para los combates y las ejecuciones son soberbias.
  • Valores de producción audiovisuales que impresionan.
  • Jugablemente muy escaso en cuanto a posibilidades.
  • Acaba siendo monótono a corto plazo.
Jugadores: 1-2
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: 6-8 horas
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