Hay juegos que necesitan tiempo para crear su hueco en el corazón de los jugadores; títulos cuyos fallos destacan por encima de las virtudes en sus primeros compases, pero que con el paso de las horas terminan palideciendo ante la experiencia global que ofrece la obra. Sand Land es uno de esos casos. Tras una demo que no gustó a gran parte de la comunidad, y unas primeras impresiones que nos dejaron algo fríos, me alegra enormemente haberme equivocado con esta aventura. Puede que Sand Land no sea sobresaliente como videojuego, pero sí como adaptación del manga en el que se basa. Y es que pocos ejemplos se me ocurren que encarnen la esencia del legado de Akira Toriyama como esta licencia, y por fortuna como este proyecto.

Para quien no conozca esta serie, Sand Land es un manga de Akira Toriyama que publicó hace más de 20 años en la Shonen Jump. Su intención era contar la historia de un anciano y su tanque, pero terminó convirtiéndose en una aventura que servía para acercar dos razas, los humanos y los demonios. En un reino asolado por una devastadora sequía, un gobierno autoritario se ha apropiado de todas las reservas de agua, vendiéndola a precio de oro y sumiendo al pueblo en la mas absoluta pobreza.

Una historia de humanos y demonios

En el juego encarnaremos a Beelzebub, el príncipe de los demonios. A pesar de lo que los humanos piensan de los de su especie, realmente son criaturas de buen corazón (aunque algo traviesas) que incluso luchan contra el ejército del rey para devolver el agua a la gente. Junto a Rao, un sheriff con un oscuro pasado del que resarcirse, y Thief, su leal y escurridizo súbdito, Beelzebub se embarcará en un viaje para encontrar el Manantial Legendario y volver a llenar la tierra de agua.

Desarrollado por ILCA, creadores de One Piece Odyssey, Sand Land se presenta como un Action RPG en el que los vehículos tienen una importancia capital, tanto para la acción como para el desplazamiento y la exploración. Bajo la estructura de un juego de mundo abierto tradicional, iremos cumpliendo diferentes misiones que nos llevarán por la trama principal, a la vez que descubrimos encargos secundarios con los que aprender más de su mundo y sus habitantes. En relación a estas misiones, a pesar de que su dinámica es puro recadeo, a nivel narrativo no decepcionan. Uno de los principales motivos por los que quise jugar a este título tras leer su manga y ver la película de Sand Land fue para descubrir más historias en esta estupenda ambientación, sumergirme más en su premisa, y el juego cumple a la hora de darnos un abundante elenco de personajes que amplían el lore de este universo.

Con Beelzebub podremos desplazarnos, saltar e incluso combatir, aunque las luchas a los mandos del príncipe de las tinieblas son mucho menos estimulantes que las refriegas a bordo de los Toiyama-mechs. Tendremos a nuestra disposición un sistema de combate muy simple de golpes ligeros y fuertes, esquivas y habilidades especiales que podemos ir mejorando. También habrá ocasiones en las que enfrentemos secciones de sigilo (poco inspiradas) o incluso alguna mazmorra con puzles sencillos, pero nada que nos robe mucho tiempo de las mecánicas principales a cuatro ruedas.

El mundo de Sand Land es un gigantesco erial, poblado por grupos de dinosaurios, monstruos y bandidos que nos atacarán si nos cruzamos por su camino. Los templos en ruinas, las cuevas y las bases con materiales especiales también son comunes en Sand Land; ¡incluso tenemos las míticas torres de radio para ver todos los puntos de interés de una zona! Recorrer sus dunas, sus montañas y sus acantilados es un placer gracias a lo agradable que resulta conducir las máquinas a nuestra disposición; sin embargo, el mundo abierto que presenta, más allá de lo convencional que resulta, se queda corto en muchos aspectos.

Es comprensible hasta cierto punto que el escenario esté tan vacío de NPCs y contenido a nivel argumental. Podría haberse solventado con encuentros y eventos aleatorios, pero lamentablemente el mundo de Sand Land no tiene ninguna capacidad de sorprender al jugador. Nuestros viajes de un lado a otro siempre serán interrumpidos por los mismos grupos de enemigos, las mismas misiones para rescatar mercaderes y los mismos tipos de puntos clave, que nunca guardan una recompensa diferente de cofres.

Hay templos subterráneos que podemos explorar, y de los que los personajes teorizan sobre sus orígenes, vaticinando una pieza interesante de lore… para luego terminar descubriendo otro cofre con monedas antiguas de cobre, como en el resto de templos de Sand Land. Todo lo que el título te anima a explorar con sus fantásticas sensaciones a los mandos y su espectacular apartado artístico, te lo arrebata con el paso de las horas con la simple promesa de más materiales como recompensa universal por tu curiosidad.

Afortunadamente, el mundo abierto también esconde actividades más interesantes, como las carreras contrarreloj o las misiones de cazarrecompensas, coherentes con su universo y tremendamente divertidas de realizar. No bastan para paliar la sensación de que se podrían haber aprovechado mejor sus localizaciones, pero dan una necesaria variedad al conjunto.

Una aventura de conducción y acción

A pesar de lo crítico que he sido hasta el momento con Sand Land, a partir de aquí comienzan las buenas noticias: sus mecánicas jugables nucleares, las que están relacionadas con la conducción, el combate y la personalización de vehículos funcionan a las mil maravillas. Las contiendas son muy arcade, huyendo por completo de cualquier intención de simulación; podremos usar el turbo, disparar de forma ágil con varios tipos de armas o incluso saltar y hacer combos, según la máquina que estemos usando. También tendremos habilidades especiales de nuestros acompañantes, como Rao y Thief, que incluso podrán montarse en otro vehículo a ayudarnos o sabotear a los rivales. Si bien no hay ni un ápice de estrategia en los combates, son tan gratificantes y divertidos que no huirás de una sola lucha. A nivel kinestético, Sand Land es una maravilla, provocando que den pereza las partes a pie.

Podremos manejar tanques, buggys, robots saltadores y de combate o motos, entre otros, cada uno de ellos con sus propias características y manejo; incluso el DualSense se comporta diferente con cada uno de ellos. Tendremos que construirlos casi todos desde cero: armas principales y secundarias, motor, chips, armazón… no estamos ante Armored Core VI, pero pasaremos mucho tiempo en el taller mejorando las piezas de nuestros vehículos, el nivel de los mismos, probando diferentes tipos de armas y munición o incluso decorándolos a placer; además, el taller es solo parte del viaje, ya que antes tendremos que reunir y refinar los materiales necesarios para hacerlo. También podremos comprar planos con nuevos diseños de piezas o lootear equipamiento especial venciendo a ciertos enemigos o asaltando bases.

En este sentido, Sand Land se siente tremendamente orgánico, ya que su jugabilidad sencilla y directa nos animará, sin que el título lo pida, a que vayamos recolectando los materiales de forma natural, ya sea explorando los depósitos de minerales o recogiendo los restos de los enemigos tras una batalla; muy pocas veces he tenido que salir a farmear ingredientes, algo que repercute de forma muy positiva en el ritmo del título. El resultado es una aventura muy ágil y entretenida, que mezcla a la perfección su atractiva historia principal con sus mecánicas de personalización y la evolución de nuestros recursos.

La historia principal se divide en varias partes; comenzaremos reviviendo los acontecimientos de la película de una forma extendida, con secciones especialmente impresionantes que recrean de forma jugable algunos de sus momentos más espectaculares. A este respecto, cabe destacar el esfuerzo del estudio por dotar a la campaña principal de variedad y de hacerla lo mas cinematográfica posible, con un resultado muy satisfactorio. Tras este arco, encontramos uno de los principales reclamos de este juego para los fans de Sand Land, y es el añadido de un arco argumental inédito hasta la fecha: Forest Land, una nueva región y una secuela a la historia que ya conocemos. No podemos decir mucho más, salvo que está a la altura de las expectativas.

La trama sabe expandirse de una forma coherente e interesante con esta nueva saga. Por si fuera poco, Sand Land cuenta con un endgame que sabe rematar a nivel argumental todo lo construido en las aproximadamente 20 horas de campaña principal. Para redondear la propuesta, tenemos un apartado técnico que termina convenciendo con el paso de las horas. A nivel artístico, es como estar dentro de un manga de Toriyama, es una representación perfecta de su estilo; a pesar de que algunas animaciones no están tan trabajadas como otras, que los enemigos desaparecen al ser derrotados o incluso la presencia ocasional de popping, la fluidez con la que se mueve el juego y el fabuloso diseño de los protagonistas y sus carros de combate compensan con creces sus fallos.

Sus logros estéticos consiguen opacar sus carencias mecánicas como mundo abierto, siendo todo un placer pasear por su mundo; es una lástima que no se le haya dotado de mayor peso narrativo.

Otro de los pilares, no solo de Sand Land, sino de la obra de Toriyama, es su sentido del humor, y es algo que se ha captado a la perfección en el juego. Las animaciones con tembleque de los enemigos cuando caen derrotados, las confesiones tontorronas de Belce, los encantadores diseños de los personajes… el tono de este título es puro Toriyama, y no del de Dragon Ball Z, sino del de Dr. Slump y los inicios de Dragon Ball.