Todos podemos recordar escenas de videojuegos que han dejado huella en nuestra memoria por su enorme dificultad. Más allá de los souls de Miyazaki y mazmorras conocidísimas como el Templo del Agua en Zelda: Ocarina of Time, los jugadores nos hemos topado con infinidad de desafíos extremadamente complicados. Uno de los que han marcado mi infancia viene de Stuntman, una entrega que destacó por ser infernal y, al mismo tiempo, altamente original.
Este título alude a dos juegos de coches (uno desarrollado por Reflections Interactive para PS2 y otro hecho por Velez & Dubail para Game Boy Advance) que salieron allá por 2002 para las plataformas de PlayStation y Nintendo. ¿Y qué tiene de especial? Pues que, en lugar de basar su experiencia en carreras o en batir récords de circuitos, el título invita a los jugadores a destrozar su vehículo de formas muy concretas para avanzar. Lo que, en resumidas cuentas, convertía al usuario en un verdadero stuntman.
Un especialista de cine, pero en formato videojuego
Stuntman es el nombre inglés para referirse a un especialista de cine o un doble de riesgo. En resumidas cuentas, su trabajo consiste en realizar maniobras difíciles o que puedan ser peligrosas para los actores que participan en una película, lo que garantiza escenas de acción y momentos de tensión sin que los profesionales sufran un accidente. De hecho, prácticamente todas las estrellas de Hollywood cuentan con dobles para las producciones más temerarias, aunque hay quien prefiere llevar a cabo todas las acrobacias sin ayuda de estos extras.
Stuntman te ponía en la piel de un doble de riesgo que debía hacer acrobacias y escenas de acción con un coche.
¿Y por qué os contamos todo esto? Pues porque Stuntman iba exactamente de esto: de llevar un coche en niveles sacados de cualquier producción de cine. Aquí, el jugador debía ponerse al volante, hacer un recorrido a contrarreloj y cumplir una serie de indicaciones (romper las puertas del vehículo chocándolo contra una pared, saltar una rampa, atravesar un garaje, etc.) para poder pasar a la siguiente fase, lo que daba lugar a una escena emocionante digna de cualquier película de gánsteres o de la talla de James Bond.
De hecho, cada fase terminaba con un tráiler que mostraba todas las acciones realizadas por el jugador, evidenciando así su buen hacer como stuntman. Además, la propuesta base del título se complementaba con otros modos de juego como Stunt Construction, una suerte de editor de mapas para practicar choques, saltos, giros bruscos y más, y Driving Games, que servía para probar la maniobrabilidad de un vehículo, su precisión y velocidad, entre otras cosas.
Un juego original que frustraba por su elevada dificultad
Por desgracia, y como os comentaba más arriba en este mismo texto, la experiencia de Stuntman se empañaba significativamente por lo difícil de sus niveles. De hecho, todavía recuerdo las acciones que se debían realizar en un nivel porque lo repetí mil veces; ya fuera por chocar de manera incorrecta o por no llegar a tiempo al final de la fase, los reintentos eran inevitables.
Ya fuera por chocar de manera incorrecta o por no llegar a tiempo al final de la fase, los reintentos en Stuntman eran inevitables.
Y no soy la única persona que maldijo Stuntman por lo elevado de su dificultad; buena parte de los críticos valoraron positivamente su originalidad en lo relativo a ofrecer una experiencia de coches innovadora, pero muchos se frustraron en demasía por lo complicado de sus niveles. De este modo, el título recibió análisis con aplausos hacia el buen hacer de Reflections Interactive/Velez & Dubail en cuanto a crear una propuesta inédita y críticas por lo injusto de la experiencia general.
Por suerte, las quejas de la comunidad no supuso el fin de la saga Stuntman. Años después, en 2007, la desarrolladora Paradigm Entertainment lanzó junto a THQ una secuela llamada Stuntman: Ignition. Pero, a pesar de que esta segunda parte para PS2, PS3 y Xbox 360 tuvo valoraciones más positivas, la marca lleva aparcada desde entonces. Quizás, algún día, tengamos la oportunidad de demostrar nuevamente nuestras habilidades de stuntman en plataformas modernas.
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