Es un pensamiento que comparten muchísimos jugadores. Zelda: Breath of the Wild es, probablemente, uno de los mejores juegos de mundo abierto que se han hecho jamás. Nintendo ha logrado engancharnos a la pantalla con una Hyrule totalmente inédita y llena de secretos por descubrir; un fenómeno que sólo se consigue estudiando el comportamiento humano y prediciendo cuáles serían las experiencias que pueden serle satisfactorias. En otras palabras, hay un buen motivo por el que la exploración en el exclusivo de Nintendo Switch sea tan buena, y todo se reduce a la psicología.
Esta disciplina ha nutrido el mundo de los videojuegos a través de sus muchas, muchísimas vertientes. La psicología ha cumplido un papel clave en el diseño de niveles, la interfaz de la pantalla y hasta en la respuesta de los jugadores ante las recompensas virtuales. Sí, sé que hablar de "recompensas virtuales" y "psicología" deriva inmediatamente en charlas sobre las lootboxes; mecánicas que tienen el comportamiento humano medido al dedillo. Pero hoy queremos sacar a colación esta combinación de mundos para explicar por qué Zelda: Breath of the Wild tiene un mundo tan entretenido. Y, como bien explica la cuenta de Game Maker's Toolkit en su vídeo de YouTube, todo empieza con un experimento.
Clases de psicología entre dibujos
Los niños que dibujaron sin pensar en una recompensa (y obteniéndola al final por sorpresa) fueron los que más se interesaron en el mundo de la ilustración tras el experimento.
Nos trasladamos al 1973, año en el que la revista Journal of Personality and Social Psychology publicó un informe muy interesante sobre la motivación del ser humano. En resumidas cuentas, un grupo de científicos tomó una clase llena de niños de 3 a 5 años y la dividió en tres grupos para estudiar cuáles son los efectos que otorga una recompensa cuando se entrega tras realizar una actividad entretenida. En este caso, todos los alumnos hacían dibujos con rotuladores por pura diversión, pero la cosa cambió tras la realización de este experimento.
En resumidas cuentas, todos los niños de la clase debían hacer un dibujo. El primer grupo recibiría una recompensa concreta cuando terminara la actividad (un diploma sencillo), mientras que la segunda tanda de niños no vería ninguna sorpresa al terminar su ilustración. En palabras más técnicas, estas dos partes representaban la motivación extrínseca (hacer algo por una recompensa, como un trabajo por dinero) y la motivación intrínseca (hacer algo simplemente porque disfrutas con ello, como un hobby).
El resultado de esto fue un cambio significativo en el comportamiento posterior de los alumnos en torno a la acción de dibujar. Los que recibieron una recompensa dejaron de mostrarse interesados en esta afición (algo que tiene el nombre de Efecto de Sobrejustificación, que convierte lo que antes era motivación intrínseca en extrínseca), mientras que los estudiantes sin recompensas se mostraron todavía más interesados por la actividad.
¿Y qué pasa con el tercer grupo? A estos niños no se les dijo absolutamente nada sobre una recompensa, pero los científicos igualmente les entregaron los diplomas como sorpresa final tras terminar sus respectivos dibujos. Y esto tuvo repercusiones de lo más positivas en su vínculo con el mundo de la ilustración, pues estos alumnos fueron los que estuvieron más comprometidos con las actividades relacionadas con el arte durante las semanas posteriores al experimento. Todo esto, claro está, fue el resultado de hacer una acción entretenida sin esperar nada a cambio… Y que todo terminara con una recompensa imprevista.
Cuando Nintendo bebió de la motivación intrínseca
"Eso realmente incentiva el sentimiento de exploración más que el pensamiento de 'Si hago esto, voy a obtener algún punto artificial o calificación'" (Bill Trinen).
Ahora bien, ¿qué relación hay entre la motivación intrínseca/extrínseca y Zelda: Breath of the Wild? Pues que Nintendo ha logrado que todos los jugadores se sientan como ese tercer grupo de niños que dibujaba sin esperar una recompensa por sus acciones. Porque esta versión de Hyrule tiene muchas sorpresas para los usuarios más curiosos: si terminas un círculo de rocas, podrías encontrar un Kolog; si usas el escáner del Imán o el Paralizador en un lago, quizás logres ver un tesoro hundido… Sí, hay veces que estas leyes no se cumplen y Link se queda con las manos vacías, pero eso no frena el sentimiento de exploración. De hecho, no hace más que incrementar la creatividad de la persona.
"Cuando los diseñadores de Nintendo crean sus juegos, no te dicen cómo debes jugar para obtener alguna recompensa mítica. Hay cosas que puedes hacer en el juego que darán como resultado una especie de recompensa o sorpresa inesperada", explicaba Bill Trinen, Vicepresidente de Experiencia de Jugador y Producto de Nintendo of America. "En mi cabeza, eso realmente incentiva el sentimiento de exploración más que el pensamiento de 'Si hago esto, voy a obtener algún punto artificial o calificación'".
Evidentemente, esto no significa que todos los videojuegos deban hacer experiencias centradas exclusivamente en la motivación intrínseca y las sorpresas inesperadas, pues hay muchos jugadores que prefieren saber cuáles son los objetivos a cumplir y las recompensas disponibles antes de ponerse en marcha con una tarea. Pero esto es lo bonito del mundo de los videojuegos, que tenemos títulos para todos los gustos y, en algunos casos, obtenemos entregas que pasan a la historia por su buen diseño. Y Zelda: Breath of the Wild entra cómodamente en este grupo.
En 3DJuegos | El día que Nintendo se marcó con Zelda un auténtico Watch Dogs: ¿Eran conscientes de lo que estaban haciendo?
Ver 2 comentarios