El Señor de los Anillos: Gollum tiene un momento en el que el hobbit habla de tú a tú con Sauron. Éste, el ser más poderoso de la Tierra Media, después de Morgoth, anima a Gollum a cumplir la promesa que una vez le hizo: buscar y proteger el Anillo Único. ¡Toma momentazo! Pues no. Es una cinemática de apenas 20 segundos que se te olvidará cuando superes sus 13 horas de campaña. Y es que ese es el gran problema de Gollum, todo se queda en un "quiero y no puedo".
Después de todo el finde corriendo, trepando y debatiendo entre personalidades malévolas, he completado el juego. O casi, porque me he topado con un bug —uno de tantos, quiero decir— en la última misión que no me ha dejado ver los créditos. Esto no ha condicionado mi opinión sobre el juego. Aunque, si como fan de la Tierra Media he disociado mientras jugaba, creo que ya sabéis por dónde van los tiros del análisis, ¿no?
Un anillo que recuperar, pero que no tampoco importa mucho
Esto no empieza con aquello de "en un agujero en el suelo, vivía un hobbit". Este hobbit lleva 400 años loco en un agujero, sí, pero sucio y lleno de ponzoña. Ya lo conocéis si habéis leído a Tolkien: durante 4 siglos, Smeagol vivió solo con una personalidad perversa llamada Gollum como un virus en su cabeza. Postergando su vida, pero matando su corazón. Todo hasta que un monstruo, al menos a ojos de este personaje, le robó su bien más preciado, su tesoro, y le obligó a salir para recuperarlo. Eso sí, el anillo es secundario en esta historia.
Así nos plantamos apenas un par de años antes de La Comunidad del Anillo. Y aquí mi primer problema con el juego. Revivir con los ojos de Gollum un momento tan trascendental en la historia de la Tierra Media es emocionante, pero es un espejismo. Daedalic Entertainment acaba tirando por la vía fácil recurriendo, una vez más, a la historia más conocida sin aportar nada especialmente original a la historia del propio Gollum. Supongo que esto es como Star Wars: tira mucho lo conocido y la Guerra del Anillo es como el Imperio, algo así como una zona de confort para el fan.
Pero, ¿por qué estoy dando tanta importancia a la historia? Lo cierto es que quizá otro juego te anime a no atender a lo que nos cuenta, pero El Señor de los Anillos no es moco de pavo en la cultura popular y las comparaciones son odiosas. Desde que se anunció se le ha comparado constantemente con Styx: Master of Shadows, pero los autores de Gollum siempre han marcado distancias asegurando que su juego es más una aventura narrativa que un juego de acción y sigilo. Hay acción y sigilo aquí, sí, pero todo está encaminado a gozar de lo que te cuentan y aquí va el segundo problema: cuesta mantener la atención.
Durante sus más de 10 horas de campaña se nos va a contar qué hizo Gollum, a quién conoció o qué vio, pero a la historia le cuesta arrancar bastante. Apenas veréis algo nuevo, escenarios o trama, hasta pasadas las primeras 7 horas de juego. Son 2 historias en una, ambas luchando a codazos por destacar con una diferencia abismal de calidad. Es en esta segunda mitad del juego donde El Señor de los Anillos Gollum se hace interesante. ¿Y sabéis por qué? Porque Daedalic tiene ganas de contar algo original. Aunque para entonces quizá te hayas bajado del carro.
La presencia de la elfa Mell y su relación con Gollum es interesantísima. Parece casi una segunda campaña. Incluso un segundo juego donde se permite respirar, indagar en el lore, el por qué de los personajes, sus relaciones y aportar cosas nuevas. Desde mencionar a Beren y Luthien —no os preocupéis, no hay una relación de amor entre ellos— para arrojar luz sobre esa necesidad de comprensión de ambos personajes; o los primeros movimientos estratégicos antes de atacar Gondor —con aparición de Grond incluida, el ariete que echa abajo las puertas de Minas Tirith y que aún está en construcción—.
Y para entonces quizá te hayas bajado del carro. No sabría decir si es miedo o quizá exceso de precaución. Ya sabéis cómo funciona esto de los fandoms, y cómo cambiar una coma puede causar una avalancha de odio visceral. Pero si vas a revisitar a un personaje que ya tiene todo dicho, qué menos que explorar nuevos horizontes con nuevas ideas.
Si visual y jugablemente no convence, ¿qué hacemos?
A la hora de jugar, las sensaciones no son mucho mejores. Si aquel Styx, mil veces comparado con este juego, estaba muy centrado en seguir a pies juntillas a Thief, Gollum no parece encontrarse cómodo con ningún género. Si piensas en Gollum como en un menú de restaurante, su primer plato sería el género de las aventuras narrativas. Y a este le acompañan muchos otros platos secundarios tan distintos entre sí como son el sigilo, la acción, los puzles, persecuciones, minijuegos o hasta decisiones que cambian el curso de la partida.
Sé que al ser un juego lineal, Gollum está limitadísimo a la hora de llenar tiempo de juego, y aquí el peso de lo jugable recae en la escalada y el sigilo. Ninguna de las dos destaca, eso por descontado. Y es que A Plague Tale podría haber sido un buen mentor. Ambos se rigen bajo lo mismo: una historia potente, un personaje endeble y el combate es opcional. Pero toman caminos diferentes y Gollum mima muy poco esa ingente cantidad de cosas que nos obliga a hacer.
El sigilo es anecdótico y ninguno de lo que parecen momentazos se va a grabar en tu retina. Gollum no tiene un diseño de niveles digno de mención. Es amplio, sí, pero no muy variado o con posibilidades. La mayor parte de las veces, si no escoges el camino A, no hay uno B. Demasiado pasillero para una campaña que nos suelta mil y una veces en situaciones que piden a gritos algo más de variedad.
Pero tampoco sabe vender bien su sensación de desafío a la hora de edificar todo su juego en torno a la escalada y el plataformeo. Es simple, casi como un añadido muy similar a un Assassin’s Creed moderno. Olvídate de juguetear con sus mecánicas y posibilidades. Simplemente salta, agárrate y a otra cosa. No es malo, pero tampoco desafiante. Si fallas te va a pasar como a mí: no has calculado la estamina y la barra de energía de Gollum no es suficiente para sortear un agujero. Porque sí, Daedalic trata la escalada con una barra de esfuerzo como en Zelda: Breath of the Wild, pero hasta ahí la comparación.
Si a todo esto le sumas un apartado gráfico… dejémoslo en no muy espectacular, el resultado final es bastante discreto. El juego usa Unreal Engine 5, aunque salta a la vista que las estampas no son las que esperaríamos para "el motor de última generación de Epic Games". No lo parece. Todo está muy apagado y ni el trazado de rayos salva el día. De hecho, no recomiendo activarlo, los reflejos son, con suerte, anecdóticos. Por lo menos la escala de los mapas son grandes y variados. Ahí está el verdadero poder de UE5.
La dualidad de Smeagol, tan buena como en las películas
Aunque en su salto a nuestro país Daedalic no nos ha traído un Gollum interpretado por Eduard Farelo en castellano, solo nos conformamos con doblaje en inglés, el nivel interpretativo es sobradamente bueno. Los alemanes han sabido tratar la dualidad de este pequeñajo ser con mimo. Las cinemáticas, muy pobres tanto en animaciones como factura, presentan un buen Sméagol. Siempre dudando. Siempre chistando. Mirando a todos lados como si esa presencia le siguiese a todas partes, pero no sabe que está en su cabeza.
En lo jugable, esto se traslada gracias a una mecánica muy particular de toma de decisiones que, otra vez, se repite con miedo. Apenas 6 veces en todo el juego y es, de lejos, lo más entretenido. Son momentos en los que Gollum y Smeagol deben debatir y convencer al otro sobre qué camino tomar, violento o pacífico. Os pongo un ejemplo: si un aliado nos traiciona y, al tiempo, se nos presenta la ocasión de tirarlo por un terraplén colina abajo, tenemos que convencer a Smeagol con varias razones de peso. También sucede al revés, y es que podemos poner la otra mejilla y ser buenos, pero antes tenemos que convencer al malo.
Hacer entrar en razón a uno, no es más difícil que al otro. Tampoco hay ventajas como que Gollum sea más persuasivo a la hora de decidir matar a alguien y domine con más facilidad a Smeagol. Pero eso no quita que sea muy interesante. De hecho, si no conseguimos convencer a la otra parte, como es de esperar pasará lo contrario a lo que queríamos, por lo que tiene cierto regusto a desafío sin medias tintas.
El problema es que muchas veces las decisiones son tan obvias, que pierde un poco la gracia. Aunque se agradecen las novedades. También está encapsulado en un estilo de juego lineal predefinido desde antes que le des a jugar, que no deja mucho al tuntún las decisiones. Pero se agradecen las novedades.
No puedo decir que El Señor de los Anillos Gollum sea un juego de contrastes. De blancos y negros, porque os estaría mintiendo. Lo malo pesa sobre lo bueno. Si eres fan de El Señor de los Anillos como yo, no puedo recomendarte el juego. Que te apetezca jugarlo o no dependerá de cómo de curioso seas a la hora de saber qué hizo este pequeñajo antes de La Comunidad del Anillo. Pero, todo queda encapsulado en un proyecto independiente, fácilmente olvidable y no muy satisfactorio de jugar.
Comprar El Señor de los Anillos: Gollum- El juego está hecho con Unreal Engine 5.1, la versión más actualizada del motor de Epic Games.
- El juego en PC es súper demandante. Tendrás que tener un buen sistema para hacerlo funcionar.
- Las decisiones son algo relevantes. Están predefinidas, pero te dan algo de rejugabilidad.
- La historia no es canon. Añade personajes y tramas, pero ni cambia, ni modifica nada del lore de Tolkien.
- Toca muchos géneros pero no destaca en ninguno.
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