Seguro que conoces algún meme que, de una manera u otra, viene a decir que nada ni nadie mola más que Batman. Y es que sin duda es uno de los grandes iconos de la cultura pop, y su popularidad actual tiene mucho que ver con aquella Bat-Mania que generó en 1989 la primera película de Batman de Tim Burton. Y no es que Batman no fuera ya muy conocido, o para el caso de lo que os quiero hablar hoy, no es que no hubiera protagonizado ya algún que otro viejos (infumables en su mayoría). Pero fue llegar Michael Keaton a las pantallas de cine vestido de cuero y goma de color negro y volvernos todos locos.
En la década de 1990, la industria de los videojuegos vivió una época dorada. Los avances tecnológicos permitieron a los desarrolladores explorar nuevas posibilidades y crear experiencias más satisfactorias para los jugadores. A los aficionados más jóvenes lo mismo les sorprende el hecho de que un juego como Super Probotector resultara tecnológicamente revolucionario en el momento de su lanzamiento. En ese contexto, las adaptaciones de franquicias cinematográficas se convirtieron en una tendencia popular, y por qué no decirlo, rentable. Por un lado, porque atraían a una gran cantidad de público gracias a la visibilidad de las diferentes propiedades intelectuales, por el otro, porque muchas empresas podrían explotar sus licencias en sus divisiones de cine, televisión y videojuegos de manera simultánea.
Uno de los ejemplos más notorios de este fenómeno fue la llegada de Batman Returns y Batman Forever a la consola Super Nintendo(SNES), desarrollados por Konami y Acclaim respectivamente. Os hablo de estas dos versiones porque la SNES era la consola de sobremesa que yo tenía con 11 años, y fueron las que pude jugar. Estos dos juegos, lanzados en rápida sucesión, generaron reacciones encontradas tanto entre la crítica especializada como entre los jugadores. Y a mi me generaron tantas horas de diversión como de frustración. Tanto, que uno de esos juegos lo recuerdo como uno de mis preferidos de aquella generación de consolas, y otro, con un trauma recurrente que todavía me quita el sueño.
Tan bueno y tan malo como sus películas
Batman Returns de Konami (1992) y Batman Forever de Acclaim (1995) fueron juegos basados en las películas del mismo nombre. Batman Returns, un juego de acción y peleas callejeras, captura la atmósfera gótica de la película dirigida por Tim Burton gracias a unos enormes, rotundos y detallados personajes pixelados. Por su parte, Batman Forever es un juego de acción en 2D que refleja el estilo visual de la película dirigida por Joel Schumacher, apostando por la moda de Mortal Kombat para poner a sus personajes "realistas" en pantalla. Ambos juegos permiten a los jugadores ponerse la capucha de Batman y enfrentarse a los villanos de Gotham City, cada uno en su estilo, y la verdad es que no pudieron dejarme sensaciones más diferentes.
Para comprender la recepción de estas adaptaciones, es necesario analizar en primer lugar los motores gráficos utilizados en cada uno de los juegos. Batman Returns, desarrollado por Konami, se destacó por su impresionante motor gráfico que permitía recrear con fidelidad los oscuros y peligrosos callejones de Gotham City a golpe de píxel, al más puro de los arcades de Konami de la época, como el de las Tortugas Ninja o el de los X-Men. Los gráficos detallados, los efectos de iluminación y las animaciones fluidas contribuyeron a sumergir al jugador en el universo del Caballero Oscuro. Los personajes eran enormes, y se jugaba con cierto números de remates y movimientos especiales en los que entraban en juego la interacción con los escenarios. Batman era una máquina de golpear al ritmo al que machacabas los botones del mando. La jugabilidad de Batman Returns ofrecía un nivel de calidad a la altura de los mejores beat 'em up de la época. Bat-Épico.
Por otro lado, Batman Forever, desarrollado por Acclaim, presentó un enfoque diferente en cuanto a su motor gráfico. Aunque también buscaba capturar la esencia oscura de Gotham City, los gráficos de Batman Forever se arrimaban a los de Mortal Kombat (el juego utilizaba el motor gráfico de la secuela) y su resolución y la calidad de las animaciones no destacaban precisamente en su versión para los 16-bits de Nintendo. A pesar de esto, el juego intentaba compensar las deficiencias de jugabilidad con el uso de gadgets durante las peleas.Sin embargo, estas mejoras no lograron eclipsar las críticas sobre los gráficos irregulares y la falta de cohesión en la jugabilidad.
La recepción de ambos juegos por parte de la crítica especializada fue polarizada. Batman Returns recibió críticas bastante positivas en su mayoría, elogiando su fidelidad a la estética de la película, la atmósfera inmersiva y la jugabilidad satisfactoria. Algunos críticos incluso lo consideraron uno de los mejores títulos del género. Yo por aquel entonces estaba lejos de dedicarme a esto profesionalmente, pero también lo pensaba. Batman Forever se encontraba en el polo opuesto del espectro, Al menos, lograba capturar la esencia de la película, como un producto bastante mediocre. No creo que haya demasiados jugadores de la época que lo recuerden con cariño.
Y es que más allá de la recepción crítica, la opinión de los jugadores también fue crucial en la percepción de estas dos adaptaciones. Batman Returns ofrecía una experiencia muy satisfactoria y fiel a la visión oscura de Tim Burton, pero hay que reconocer que empezaba a verse ya algo viejuno. Repito que en aquel momento estaba muy de moda el estilo gráfico de Mortal Kombat, y que Killer Instinct ya asomaba por el horizonte. Por otro lado, Batman Forever intentaba innovar en los visual con esos personajes fotográficos (para lo que daban las máquinas de la época), y un diseño, por lo general bastante feo que por lo menos tenía algo de coherencia con la película. Pero se manejaba muy mal y era realmente complicado incluso pegar donde querías pegar mientras encajabas uno tras otro golpes y disparos. Era un mal juego, no hay manera de maquillarlo. Ni motivos para hacerlo ya a estas alturas.
En el contexto de la industria de los videojuegos de la época, las adaptaciones de franquicias cinematográficas eran una práctica común. Los estudios de desarrollo veían en estas licencias la oportunidad de atraer a un público más amplio y capitalizar el éxito de las películas. Y eso en la mayoría de los casos, era una trampa para los chavales. Recordad que Internet era mera ciencia-ficción en España en aquellos años. Se ha hablado mucho sobre que el proceso de adaptación no siempre era sencillo, ya que los plazos de producción eran ajustados y los recursos limitados. Por lo general, y salvo honrosas excepciones, los resultados solían ser decepcionantes. Es curioso que estos dos juegos sean buenos ejemplos en uno y otro sentido, en la decepción y en la excepción. Me pregunto qué estarían pensando el equipo de Konami liderado por Yoichi Yoshimoto a la hora de hacer un juego tan redondo como el Batman Returns, y cómo se las apañaron, porque el caso de Acclaim estaba claro: "pilla la pasta y corre". Por cierto, Yoshimoto volvería a trabajar con Batman en el fantástico The Adventures of Batman & Robin.
Tal vez la clave esté en las declaraciones de uno de los trabajadores de Konami, Masaaki Kukino, que explicaba que la empresa llevaba tiempo queriendo lanzar un arcade de Batman, pero problemas con la gestión de la licencia lo impidieron. A lo mejor el sueño de crear un juego con la calidad de las grandes recreativas de la casa terminó cristalizando en este potente título de SNES. Ya da un poco igual, pero incluso comparando Batman Returns con otras versiones (también jugué a la de Game Gear, desarrollado por Aspect, que también andaban liados con el Sonic 2), la diferencia de resultados era tremenda. Tan grande, que me han dado ganas de desempolvar el cartucho.
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