La historia de Richard Blair es una de esas marcadas por la pérdida de oportunidades ligada a la ambición extrema. En 2018, aprovechó la falta de interés en el dominio Lambo.com para adquirirlo por 8.500 euros (10.000 dólares). En esencia, su intención era revenderlo por una cantidad mucho más grande aprovechando que "Lambo" es un apodo popular de Lamborghini. Sin embargo, el tiro terminó saliéndole por la culata.
Durante años, su estrategia se centró en inflar el precio de dominio por etapas. En 2020, lo puso a la venta por 1,28 millones de euros y confirmó dónde estaba el punto de partida. Desde entonces, los saltos continuaron produciéndose hasta alcanzar una cifra millonaria. Así, rechazó ofertas de 2,82 millones de euros y 10,24 millones de euros, ya que confió en "un pelotazo a largo plazo" que terminó explotándole en la cara.
En 2022, Blair alcanzó el techo irreal al solicitar 49,51 millones de euros y, apenas unas semanas después, 64 millones de euros por un dominio que le costó 8.500. A pesar de no contar con un respaldo de uso real, tal y como sucede con otras compras de dominios millonarios, ello no provocó que Blair perdiera la fe en su idea. Sin embargo, decidió ejercer un comportamiento dañino que terminó llevándole a juicio: redirigir el dominio a un sitio personal con mensajes combativos.
En 2022, Lamborghini realizó una reclamación ante la OMPI/WIPO bajo el procedimiento UDRP, un camino estándar para dominios que explotan marcas ajenas mediante registros oportunistas. Por desgracia para Blair, el panel de la OMPI concluyó mala fe en sus actos y dio la orden de transferir el dominio a la marca italiana. En ese momento, el comprador del dominio intentó revertir la decisión en tribunales, pero se topó con la dureza de un juzgado que no fue seducido por su causa.
Adiós a una oportunidad millonaria
Para la corte estadounidense, Blair no tenía derecho legítimo sobre "Lambo" y, de hecho, adoptó el alias después de comprar el dominio. Así, señalaron que buscaba beneficiarse del prestigio y buen hacer de Lamborghini, motivo por el que se le obligó a entregar el dominio a cambio de "nada". Por desgracia para él, no solo perdió los 8.500 euros de inversión, sino que también dejó pasar una oportunidad millonaria a la que hay que sumarle la afronta de costes legales.
En líneas generales, esta historia demuestra que su intención de exprimir hasta el último céntimo le llevó a perder una oportunidad de oro: pudo vender el dominio en varias ocasiones por cifras millonarias, pero prefirió negociar hasta el final. Ahora, tras ver cómo pasa el tren, estará dolido con historias como la vez que OpenAI compró un dominio, ya que la cordura de algunos compradores les ha servido para ganar millones de euros a costa de grandes multinacionales.
Imagen principal de Abdulla Al Rokhaimi (Unsplash)
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