El mundo de las criptomonedas está lleno de historias de lo más variopintas. Unas semanas atrás, os contamos la historia de Dogecoin, un imperio de 10.000 millones de dólares que no paró de crecer tras una broma de Elon Musk. Además, también está marcado por historias de millonarios de la noche a la mañana, como el caso de un usuario que gastó 464.000 euros en Bitcoin, se olvidó de sus monedas y 8 años después consiguió 82 millones de euros de un plumazo.
Sin embargo, nunca nos habíamos topado con algo tan rocambolesco como una criptomoneda nacida de la palabra de Dios. O, al menos, eso es lo que asegura Eli Regalado, un pastor de Colorado que junto a su mujer Kaitlyn fundaron IDNXcoin. Dicha divisa, como recoge el portal Techspot, tenía un valor medio de 1,50 dólares. Y, tras años disponible para la compra, reportó a sus creadores una fortuna de 3,2 millones de dólares. Pero, como señala la misma información, dicho dinero fue conseguido de forma ilegítima utilizando la palabra de Dios.
Vacaciones, joyas, bolsos de lujo y mucho más
Como indica Regalado en la publicación original, decidió crear la divisa porque “Dios me dijo que lo hiciera”. Así, anunció el proyecto unos meses atrás y aseguró que el Señor respaldaba su idea: “estoy poniendo los raíles para transferencia de la riqueza de Dios”. Bajo dicho discurso, Regalado consiguió 3,2 millones de dólares, y él y su mujer comenzaron a utilizar dichos importes para aspectos como vacaciones, joyas, bolsos de lujo, odontología estética, ropa de marca, una niñera e incluso un Range Rover. Además, también destinaron 290.000 dólares a su propia iglesia en línea.
Sin embargo, la historia dio un giro de 180º cuando los inversores comenzaron a acusar al matrimonio. Tras no ver beneficio alguno, Regalado les indicaba que debían esperar a que “el plan de Dios se desarrolle”. De hecho, afirmaba que es posible que hubiera escuchado mal sus palabras, por lo que continuaba rezando esperando que “Dios haga un milagro”. En la actualidad, Regalado y su esposa se enfrentan a cargos de fraude civil, pero ambos mantienen que, a pesar de sus delitos, Dios les dijo en todo momento lo que debían hacer.
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