Es indiscutible que la inteligencia artificial ha llegado para quedarse. Desde la irrupción de ChatGPT, el bot conversacional capaz de elaborar redacciones, escribir código y otro tipo de tareas similares, cada vez más compañías y usuarios abogan por las posibilidades de estas herramientas. Sin embargo, los posibles riesgos potenciales preocupan a figuras de la talla de Joe Biden y Elon Musk. Y, además, hay que tener en cuenta que puede entrar en juego una condición intrínsecamente humana que influye directamente en la percepción de estos sobre la inteligencia artificial: la poca confianza a la hora de hablar con un robot.
Para ahondar en este aspecto, un reciente estudio recogido por Techspot analizó la reacción de cientos de personas a la hora de interactuar con inteligencias artificiales. Así, en el experimento propusieron a 219 parejas interactuar entre sí con un tema político como punto de partida. Y, para ello, se les brindaron 3 opciones: utilizar una IA para generar respuestas automáticas, que solo uno de los participantes utilizase esta posibilidad o que ninguno de ellos optase por usar una inteligencia artificial. Sorprendentemente, el resultado de la primera parte del experimento concluyó que apenas un 14,3% (1 de cada 7 respuestas) fueron generadas por una IA.
Las personas evalúan negativamente a los que utilizan inteligencia artificial
La segunda parte del experimento aumentó las parejas hasta 299 y, una vez más, les pidió que debatiesen sobre un tema político. Sin embargo, en esta ocasión el número de condicionantes aumentó a cuatro, razón por la que podían optar por no utilizar respuestas inteligentes, usar las sugerencias predeterminadas de Google, apostar por respuestas generadas por una IA con un tono emocional positivo o, por el contrario, adherirse a esta última opción, pero con una serie de comentarios con un tono más negativo. Como resultado, los investigadores comprobaron que las IA son capaces de ofrecer respuestas y textos con carga positiva a cambio de sacrificar la personalización.
Así, Jess Hohenstein, investigadora y autora principal del trabajo, señaló que mucha gente tiende a “evaluarte de forma negativa por el simple hecho de sospechar que utilizas una IA para ayudarte”. Con esto, cree que se ilustra la sospecha general que la gente parece tener en torno a la inteligencia artificial. A su vez, señaló que aunque esta herramienta te ayuda a escribir, por sus capacidades es capaz de “alterar el lenguaje de formas que quizás no esperas”, un aspecto por el que suele influir en “elaborar mensajes más positivos”. Y, como conclusión, indicó que las personas prefieren hablar con otros humanos en lugar de con inteligencias artificiales.
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