Abelardo González
Editor - TechUn usuario de Reddit montó el PC Gaming de su mujer y, sobre el papel, no hubo ningún tipo de problema durante el montaje. Sin embargo, la situación dio un giro de 180º cuando lo encendió, ya que comprobó que el ventilador rugía como una turbina y las lecturas de temperatura dispararon todas las alarmas. En reposo, su procesador Ryzen 5 7600X marcaba 55 ºC, una señal preocupante para una CPU moderna que indica que la disposición no está funcionando de forma correcta.
Bajo carga, la situación fue crítica con picos de 99 ºC que provocaron que el equipo activase un sistema de seguridad que reduce frecuencias para evitar daños, pero que recorta el rendimiento de forma inmediata. Tras inspeccionar el montaje y retirar el disipador, todas las dudas se fueron de inmediato cuando se reveló la razón tan absurda detrás de este comportamiento: el plástico de la base seguía puesto bajo una capa de pasta térmica.
El problema del plástico
Ese film actúa como aislante, bloqueando el paso del calor del procesador al radiador. Por ello, la pasta (en lugar de rellenar microimperfecciones metálicas) termina extendiéndose sobre el propio plástico recalentado. Así, hoy existen protecciones que evitan "derretidos", pero hay que tener en cuenta que mantener temperaturas extremas durante un tiempo prolongado puede afectar a la vida útil del dispositivo. Además, también provoca inestabilidad y eleva el ruido.
Esto último está provocado por un fallo con los ventiladores, ya que siempre se quedan al máximo. Al retirar el plástico, limpiar la zona y reaplicar la pasta de forma correcta, el protagonista de la historia reconoce que el cambio fue radical. Gracias a ello, el equipo dejó de ir al límite y fue capaz de sostener mejor rendimiento sin asfixiarse por el calor. De hecho, reveló la mejoría con datos: pasó de 4,8 GHz a 99 ºC a 5,4 GHz a 82 ºC.
A esto, además, añadió que el error solo duró una semana y pudo evitar problemas mayores gracias a eso. En reposo, la temperatura también bajó de 55 ºC a 35-40 ºC, demostrando así que un detalle de segundos es capaz de alterar por completo el comportamiento técnico y, con ello, el rendimiento real de un PC Gaming nuevo. Por último, también confirma la regla de oro del montaje: ir despacio y revisar lo obvio. De lo contrario, un fallo pequeño puede desencadenar en horas de diagnóstico hasta dar con el error.
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