Hace unos meses, Suecia tuvo que recular y tirar por tierra una de sus medidas más polémicas de los últimos años: la implementación de dispositivos tecnológicos en las aulas. A priori, esta parecía una idea lógica, ya que se trataba de la forma perfecta de trasladar la relevancia de la tecnología a las clases, pero terminó evidenciando cómo las nuevas generaciones sufrían un deterioro cognitivo respecto a las previas. Sin embargo, parece que nuestros vecinos de la zona alta del mapa no han aprendido la lección y, según ha revelado Ulf Kristersson (primer ministro sueco), la tecnología sigue siendo prioritaria para el país.
Como señala TechSpot, Kristersson admitió que utiliza chatbots de Ia como ChatGPT o LeChat para explorar alternativas políticas. Esta declaración no es sorprendente, ya que opciones como ChatGPT cuentan con 700 millones de usuarios semanales y, por pura estadística, es muy probable que haya políticos entre ellos. Sin embargo, sí es la primera vez que un cargo tan importante reconoce una acción de este tipo, asegurando que se apoya en la IA para contar con una "segunda opinión". Además, también reveló que utiliza esta herramienta como una medida de comparación internacional en la toma de algunas decisiones.
La confianza excesiva en la IA es un riesgo
Como era de esperar, su declaración generó multitud de críticas en el ámbito político y mediático, ya que algunos temen que esta práctica exponga la política sueca a influencias extranjeras. ¿El motivo? Los servicios apoyados en IA pertenecen a empresas externas al país y, por ende, Suecia no puede legislar sobre las mismas. A su vez, muchos expresaron su preocupación en torno al uso de datos sensibles o clasificados, pero portavoces del gobierno sueco aseguraron que no se comparte este tipo de información con los servicios de IA.
Sin embargo, las prácticas de Kristersson podrían poner en peligro a su país. Hace unos días, conocimos que ChatGPT había filtrado miles de chats privados que estaban disponibles en Google, una situación que podría afectar al primer ministro sueco. Además, Virginia Dignum (investigadora) alertó sobre el riesgo de la confianza excesiva en la IA que tienen algunos altos cargos, mientras que Jakob Ohlsson (consultor) hizo hincapié en el uso ingenio de la inteligencia artificial, una herramienta tecnológica gestionada por empresas extranjeras con servidores fuera del control sueco.
Así, las palabras de Kristersson han sentado como un jarro de agua fría en su país de origen. En él, señalaron que los chatbots ajustan sus respuestas a las expectativas del usuario, una situación que podría llegar a distorsionar el juicio político del primer ministro. Además, también han hecho hincapié en que la aproximación a la IA debe ser controlada, ya que estos modelos han mostrado una tendencia hacia la invención de datos. Por ello, incluso aquellos que apoyan su uso, coinciden en su análisis de la situación: la IA no debe tomarse como una verdad absoluta y, por ende, tampoco tendría que reemplazar el criterio humano.
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