A la hora de actualizar un PC Gaming, los usuarios suelen centrar su vista en la tarjeta gráfica. Por ello, la serie RTX 4000 de NVIDIA o la nueva línea RX 7000 de AMD se convierten en un objeto de deseo, una posibilidad que nos ha dejado alguna que otra historia trágica protagonizada por jugadores con muy mala fortuna. Sin embargo, también hay que prestar especial atención a los procesadores, ya que si esta unidad no está en sintonía con la GPU los usuarios pueden experimentar el temible cuello de botella, una condición que aparece cuando los componentes no son compatibles entre sí.
Así, es fundamental tener en cuenta que existen dos factores diferenciales a la hora de comprar un procesador: el número de núcleos y la cantidad de caché. El procesador, al actuar como elemento central de un ordenador, representa la potencia de cálculo de una máquina y es el encargado de ejecutar programas, aplicaciones y juegos. Por ello, hay que tener en cuenta que no es tan sencillo como acudir a por el más caro, ya que esto no implica que necesariamente tengamos entre manos a la mejor CPU tal y como señalan los compañeros del portal francés JeuxVideo.
¿Qué es más importante a la hora de jugar a videojuegos?
Como indicamos en el párrafo anterior, es importante diferenciar entre los núcleos y el caché. Los primeros, en resumidas cuenta, hacen referencia a la potencia bruta, razón por la que puedes hacerte una idea del rendimiento informático del que es capaz; los segundos, a su vez, se tratan de un almacenamiento ultrarrápido, motivo por el que se encuentra en sintonía con la unidad SSD (encargada de almacenar archivos, juegos o el sistema operativo) y la memoria RAM (almacena temporal datos calculados por el procesador, pero de forma más lenta que este).
Así, una vez clasificados, hay que destacar que existen dos tipos de núcleos. En la actualidad, tenemos los núcleos de rendimiento, dedicados a tareas que consumen más recursos, y núcleos de eficiencia, pensados para sacar partido a las tareas que consumen menos recurso. La caché, por su parte, hace referencia al almacenamiento ultrarrápido, razón por la que lleva a cabo una función similar a la RAM, pero de una forma mucho más óptima y, por ende, más rápida.
Por ello, con todas las cartas sobre la mesa, si te interesa comprar un procesador como jugador lo indispensable es que te fijes en la cantidad de caché, ya que esta cifra es más importante que el número de núcleos. Así, cuanto mayor sea la caché, menos tendrá que recurrir a la RAM (una forma de almacenamiento más lenta) para hacer frente a los cambios de información en tiempo real. Por ello, si eres jugador, la memoria caché debe ser tu prioridad, especialmente si los juegos consumen mucha CPU como sucede con los títulos MMO o de simulación.
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