Como muchos chavales que crecimos en los 80, las pelis de los Cazafantasmas (Ghostbusters en versión original) eran una fascinante aventura que tenía un ligero toque de terror y un humor tontorrón propio del cine dirigido a un público juvenil que imperaba en la época y en la que la gente podía salir fumando y en el que la genial de los diálogos se compartía con el carisma de los protagonistas. Eran otros tiempos, pero en mi corazón los Cazafantasmas han mantenido encendidos sus reactores de protones durante todos estos años.
A pesar de ello, fue bastante escéptico ante el renacer de la franquicia visto hace unos años con Más allá: el fallido reinicio de 2016 me pareció tremendamente soso, y no logré encontrar ese espíritu de las dos películas originales. Pero Ghostbusters: Afterlife me encantó, y creo que logró un difícil equilibrio entre nostalgia y renovación generacional. Es cierto que le faltaba algo de la mala uva de las originales y que en general el tono estaba muy dulcificado de cara a atraer a un espectador joven, pero ha sido la excusa perfecta para entrar en el cine a ver Cazafantasmas: Imperio Helado tremendamente ilusionado como antaño.
Demasiados cazadores para tan pocos fantasmas
Ghostbusters: Frozen Empire llega a los cines este viernes, 22 de marzo, con una nueva entrega de la icónica y renovada franquicia de los Cazafantasmas y la promesa de ofrecer una historia de humor paranormal, nostalgia crepuscular y aventuras espectrales. Sin embargo, ¿logra capturar la esencia que hizo de las primeras entregas un éxito de culto? Es una pena, pero no.
La trama nos sitúa dos años después de los eventos de Ghostbusters: Afterlife, donde la familia Spengler y sus compañeros se han establecido como los nuevos Cazafantasmas en Nueva York. Encabezados por Phoebe Spengler, interpretada por una brillante Mckenna Grace, el equipo se enfrenta a un antiguo mal que amenaza con sumir al mundo en una nueva era glacial. Sin embargo, a medida que se va desarrollando la historia, nos encontramos con un enfoque más juvenil que parece alejarse de la esencia original de la franquicia.
Una de las principales críticas hacia Cazafantasmas: Imperio Helado es su marcado enfoque en el público juvenil, lo que podría limitar su atractivo para los seguidores más veteranos de la saga. Las entregas anteriores se destacaron por presentar a adultos que, a pesar de sus habilidades científicas, se comportaban como chavales, agregando un encanto único a las dos primeras películas. Sin embargo, esta incursión cinematográfica parece perder parte de esa magia al centrarse demasiado en las experiencias adolescentes de los protagonistas.
Otro aspecto que afecta la cohesión de la trama es la abrumadora cantidad de personajes. Y es que a los heredados de la cinta anterior, junto con el elenco clásico de Cazafantasmas, se le suma varias incorporaciones que crea un cúmulo tal de rostros que dificulta mantener un ritmo fluido en la narrativa, lo que se traduce en algunos bajones puntuales y un arranque poco inspirador y muy sobre explicativo que recapitula los eventos de la película anterior. Tal vez por eso muchas de las escenas que se muestran en los avances promocionales se han quedado en la mesa de montaje y no aparecen en la película, en un evidente esfuerzo por aligerar lastre, especialmente llegado a su tramo final.
Los auténticos Cazafantasmas
Sin embargo, el film logra recuperarse gracias al talento de Mckenna Grace, quien lleva el peso de la historia con su actuación convincente y carismática. Y las destacadas interpretaciones de Bill Murray y Dan Aykroyd aportan un toque de nostalgia que seguramente resonará con los fans más acérrimos de la franquicia. Si bien Murray roba la pantalla cada vez que aparece en plano, tengo que destacar al bueno de Aykroyd, mi cazafantasmas preferido de toda la vida, que en esta película quita el polvo acumulado a ese espíritu de empollones inadaptados que en los 80 soñaban con calzarse la mochila de protones.
En cuanto a la trama en sí, Cazafantasmas: Imperio Helado ofrece una historia entretenida pero predecible. El drama adolescente y familiar es el corazón de esta nueva película, pero carece de originalidad y no logra destacarse entre otras producciones similares. La película parece navegar entre dos aguas, sin decidir si dirigirse a los fans veteranos de la franquicia o a la nueva generación de espectadores. En realidad esta trama central, resulta bastante sosa y aunque no llega a ser aburrida, tampoco es extraordinaria en ningún sentido, aunque imagino que pondrá de los nervios a ese tipo de gente que no soporta ver en una película que a las chicas les puedan gustar otras chicas.
En conclusión, Cazafantasmas: Imperio Helado es una película entretenida que queda lejos de alcanzar las cotas de calidad de las originales. Aunque tiene momentos de brillantez y nostalgia, es imposible no reírse con algunos de sus chistes o emocionarse viendo al Ecto-1 derrapando por las calles, la falta de un tono claro y una trama más sólida impiden destacar. Quizás habría funcionado mejor en los cines de hace treinta años, cuando la audiencia estaba más receptiva a este tipo de historias ingenuas pero bien intencionadas. De ahí que cuando alguien me diga que no ha visto Cazafantasmas y me embargue la ternura, será la película original de Ivan Reitman y no esta la que le recomiende.
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