Durante mi último viaje a Los Ángeles para cubrir el Summer Game Fest y el resto de eventos satélite dentro del mundo del videojuego tuve la oportunidad de hacer algo que me encanta hacer cuando viajo: ver la tele de otros países. En Estados Unidos, evidentemente, fue la oportunidad de ver deportes norteamericanos a horas naturales y no de madrugada. Y en sus parones para publicidad un anuncio me llamó poderosamente la atención.
Estoy hablando de promociones de Flamin' Hot, la película de Hulu y Disney + sobre Richard Montañez, el conserje de la empresa Frito Lay que tuvo la idea de crear los Cheetos picantes. Si el punto de partida ya es muy loco, resulta que la directora no es otra que Eva Longoria. Entre la incomprensión y la risa me situaba cada vez que aparecía por mi televisión un extracto de la película.
Pero esto me hizo reflexionar, y darme cuenta de que esta es la nueva tendencia en el cine. Basta con echar un vistazo a la cartelera, tanto física como la de las plataformas, para ver que los productos comerciales y sus historias están siendo la nueva fiebre del cine. No en vano, uno de los estrenos más esperados del año es Barbie.
Pero no se queda ahí el asunto, en los últimos meses y además de Flamin' Hot, también se han estrenado Tetris y Air, sobre la historia del desarrollo y lanzamiento del clásico de Game Boy y sobre la creación de las Air Jordan de Nike, respectivamente. Y esto no va a parar.
La era del plástico llega al cine norteamericano
Si hacemos denominador común de todo esto, nos quedamos con historias de gente que tenía todo para perder, pero que logra innovar y cambiar la cultura popular. Podemos quedarnos en el plástico y pensar en ese clásico de Arnold Schwarzenegger titulado Un padre en apuros, y ese juguete tan pedido en navidades, pero creo que el verdadero empujón para este tipo de historias hay que buscarlo apenas una década en el pasado.
Por todos es sabido que el cine estadounidense ama los biopics, historias personales sobre individuos tremendamente relevantes. El Instante más oscuro, J. Edgar, The Imitation Game o la próxima Oppenheimer, son películas recientes sobre historias del pasado tremendamente importantes para la historia occidental. Sin embargo, todo cambió en 2010. Ese año David Fincher estrenó una película que logró tres premios Oscar titulada La red social.
Protagonizada por Jesse Eisenberg, el film contaba la historia de cómo un estudiante Harvard abandonó su carrera para crear una página web; sí, era la historia de Facebook. Fincher demostró que se podían crear biopics recientes, basados además en un producto conocido por todo el planeta, y conseguir el beneplácito de público y crítica.
Sin embargo, la fórmula actual está aún más refinada desde el punto de vista comercial. Facebook estaba en pleno crecimiento en 2010, mientras los productos que ahora desencadenan películas son marcas asentadas. Esto es así porque se apela a una nostalgia infantil, o casi juvenil, como conector con el público. Con los superhéroes o las grandes franquicias funciona de forma similar, usando el que todos sabemos quien es Peter Parker y gran parte de sus peripecias, o que el odio lleva al lado oscuro, para conectar con el público.
Es de esperar que en el futuro tengamos más películas de este tipo, así como inspiradas por su mundo. No en vano, no he citado a otras como Dragones y Mazmorras, pero bien podría encuadrarse en este artículo como una película derivativa de un producto comercial. Como le decían a Dustin Hoffman en El graduado: "Plásticos".
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