En un primer momento, Monkey Man podría pasar desapercibida como otra película de venganza más en la estela de John Wick, famosa por su estilización de la violencia. Sin embargo, Dev Patel, el protagonista, guionista y director detrás de este proyecto, cuela al inicio de la película una referencia explícita a la saga protagonizado por Keanu Reeves para que nadie pueda señalar algo tan obvio tratando de sacarle los colores a esta nueva película. ¿Es Money Man simplemente una imitación? No exactamente. Patel agrega un pequeño extra a la mezcla, aunque en las distancias cortas, la película se enfrenta a desafíos para alcanzar la grandeza de sus referentes del género.
"Monkey see, monkey do"
La trama de Monkey Man se desarrolla en un inicio lento, presentando un escenario y un personaje principal que se cocinan a fuego lento en una fascinante mitología que bebe tanto de la tradición religiosa como de la cultura pop de la India. A medida que la película avanza, la acción tarda en arrancar, pero cuando lo hace, alcanza una tremenda velocidad, sumergiendo al espectador en una vorágine de adrenalina.
Sin embargo, a pesar de tratar temas como la injusticia social, la ecología, la corrupción y, por supuesto, la venganza, Monkey Man parece perderse en la espectacularidad de la acción, dejando de lado la profundidad argumental que prometía en sus primeros compases. Aquí radica una de las principales críticas a la película: la falta de equilibrio entre la narrativa que construye y la finalidad de la acción.
Comparada con sus referentes más destacados, como Ong Bak y John Wick, Monkey Man parece quedarse corta en la ración de espectáculo. Mientras que Ong Bak deslumbra con sus piruetas y artes marciales, y John Wick nos deslumbra con su pirotecnia, la película de Patel no logra alcanzar esa misma pegada en términos de acción (perdonad el chiste). Tampoco es algo demasiado criticable, especialmente si tenemos en cuenta que la acción humaniza al protagonista, y mientras en sus referentes el héroe es una imparable máquina de matar, el personaje de Patel sangra, se duele de cada golpe y parece estar todo el rato con un pie en la tumba.
Eso no quiere decir que no haga cosas muy bien, con algunos recursos narrativos y estéticos preciosos, pero en un momento dado la película quiere parecerse tanto a sus referentes que parece olvidar su propia identidad, y es una pena, porque había hecho un trabajo estupendo hasta ese momento por ser un producto original y con personalidad propia. Y es que además se su trama, con sus peculiaridades culturales y sus pequeñas dosis de exotismo para el espectador occidental, es mayoritariamente un trabajo de respuesta a John Wick. Y como me explicaba el amigo Kenny Ruiz, ahí donde Chad Stahelski da una clase magistral de estilización de la violencia, Monkey Man hace un recrudecimiento estético de la misma. Y funciona muy bien, con una gloriosa colección de planos detalles, fotografía de alto contraste con colores de neón saturadísimos y algunas composiciones de plano estupendas para, en realidad, poner en pantalla a gente pegándose. Ya solo por eso, merece la pena pegarle un despreocupado visionado.
Es importante destacar que Monkey Man marca el debut como director de Dev Patel, quien, tras un par de cortometrajes, demuestra ser no solo un actor tremendamente interesante, sino también un guionista y director inspirado al que espero poder acompañar en un largo recorrido tras las cámaras.
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