La parte favorita de muchos cuando vemos las películas de James Bond es cuando 007 se pasa por el laboratorio y los agentes le enseñan los nuevos cachivaches que le han preparado para la próxima misión. Que si un coche con misiles integrados, un reloj con rayos láser o un bolígrafo pistola. No sólo es que estén guapísimos todos y cada uno de ellos, es la anticipación por ver cómo los usará Bond cuando peor estén las cosas. Porque nunca pasa lo contrario, nunca muestra un arma o una herramienta que al final no se use en toda la película.
A decir verdad, para este tipo de cuestiones hay un ejemplo mucho más ilustrativo como es el meme de Mickey Mouse rompe la cuarta pared y le cuenta al espectador que eso que apareció en pantalla "Es una herramienta sorpresa que nos ayudará más tarde". Lo que quizás no todos saben es que tanto James Bond como el simpático ratón emblema de Disney están haciendo una demostración práctica de un principio narrativo dramático ruso.
Antón Chéjov fue uno de los dramaturgos más importantes de la historia, con obras tan emblemáticas como Tío Vania o Las tres hermanas. A él le debemos el principio del "arma de Chéjov", y más en concreto a las cartas que escribía a jóvenes dramaturgos en busca de consejos para mejorar sus historias. En una de ellas está la frase que terminó por engendrar el concepto del arma de Chejov.
"Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser disparado. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí", comentaba Chéjov, aludiendo a la necesidad de responder a las expectativas de los espectadores. Ya sabéis, los cabos sueltos que tanto se critican en series de televisión, y que tiene como representante al oso polar de Perdidos.
En la actualidad el concepto original del arma de Chéjov ha mutado bastante, usándose ahora para hacer referencia a ese detalle que aparece desde el principio y que termina por ser vital en la parte final. Esto es distinto y tiene más que ver con el foreshadowing, o el arte de la anticipación, que con usar únicamente lo que la historia necesita y ser responsable a la hora de no saturar de elementos el relato.
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