La Tierra Media, el mundo lleno de magia y leyendas creado por el J.R.R.Tolkien alrededor del Señor de los Anillos, fue testigo de la llegada de un grupo de seres extraordinarios conocidos como los Istari. En este vasto y complejo universo narrativo, estos magos fueron enviados con un propósito claro: ayudar a los pueblos libres en su lucha contra los poderes de la Oscuridad. Sin embargo, su misión se vio marcada por la tragedia y el fracaso, lo que convierte su historia en una de las más intrigantes y a la vez desconocidas dentro de la mitología de Tolkien.
Origen de los Istari en la mitología de Tolkien
Los Istari son Maiar, espíritus que existen desde antes de la creación del mundo y que sirven a los Valar, los poderes divinos de la mitología tolkieniana. En su origen, estos seres fueron enviados a la Tierra Media por los Valar, preocupados por el resurgimiento de Sauron, quien había sido uno de los más poderosos entre ellos. La decisión de enviar a los Istari se tomó en un consejo de los Valar, donde se estableció que su misión era guiar y asesorar a los pueblos libres en su lucha contra la oscuridad. Sin embargo, su poder no debía ser usado de forma directa, sino que debían actuar como guías y consejeros.
Relación con la Tierra Media y sus pueblos
El Concilio de los Istari estaba compuesto por cinco magos: Gandalf, Saruman, Radagast, Alatar y Pallando. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad y habilidades. Gandalf, conocido como Olórin en su forma original, era el más sabio y compasivo de todos. Saruman, o Curumo, fue el líder de los Istari, pero su ambición lo llevó por un camino oscuro. Radagast, el Pardo, era el mago de la naturaleza y la vida animal, aunque su enfoque en la naturaleza lo llevó a ser visto como un personaje menor. Alatar y Pallando, conocidos como los Magos Azules, fueron menos relevantes en las historias de la Tierra Media, y su destino final permanece envuelto en el misterio.
Fracaso en la lucha contra Sauron
El concilio funcionaba bajo la supervisión de Saruman El Blanco, el más poderoso entre ellos, quien, en teoría, debía coordinar los esfuerzos de los magos. Sin embargo, a pesar de su noble propósito, el funcionamiento del concilio se vio afectado por las ambiciones individuales, especialmente las de Saruman, que se dejó corromper por el poder, desviando así la misión original de los Istari. Mientras Gandalf El Gris se dedicó a fomentar la resistencia entre los pueblos libres, otros, como Radagast, se centraron más en la cuidado de la naturaleza, resultando en una falta de cohesión y enfoque que, al final, contribuyó al fracaso colectivo de los magos en su tarea de proteger la Tierra Media. El destino de estos magos, y los motivos por los que su misión parece fracasar en el momento en el que Sauron forja el Anillo Único es un misterio sobre el que Tolkien no fue especialmente concreto, centrando su atención especialmente en las historias de Gandalf y Saruman.
A pesar de su origen noble y su misión sagrada, los Istari fracasaron en su tarea de unir y guiar a los pueblos libres. Saruman, cegado por su ambición, buscó el poder del Anillo Único en su propio beneficio. Su traición fue un duro golpe para la causa del bien en la Tierra Media. Radagast no logró advertir a los pueblos de la creciente amenaza de Sauron. Mientras tanto, los Magos Azules, que viajaron hacia el este, fueron incapaces de influir en los acontecimientos que se desarrollaban en la Tierra Media. Solo Gandalf pudo reaccionar a tiempo una vez que se percató de la importancia del anillo que Bilbo Bolsón ocultaba en La Comarca.
Una vez que Gandalf comprendió la gravedad de la situación para los pueblos de la Tierra Media, fue el que tomó la iniciativa en la lucha contra Sauron. Sin embargo, su éxito no llegó sin sacrificios. A lo largo de su viaje, se enfrentó a numerosos peligros, e incluso la muerte y renacimiento, como Gandalf El Blanco.
Gandalf fue el único de los Istari que realmente cumplió con su misión. Su comprensión de la naturaleza humana y su capacidad para unir a los pueblos libres lo convirtieron en un líder clave en la lucha contra Sauron. Su papel en la Compañía del Anillo y su constante búsqueda por encontrar y proteger a los portadores del Anillo lo llevaron a ser una figura clave en la batalla final contra el mal. Fue Gandalf quien inspiró a otros a luchar, recordándoles que la esperanza no se había perdido y el encargado de guiar a los diferentes miembros de La Comunidad del Anillo hacia su destino.
El destino final de los Istari: fracaso y redención
El destino de los Istari fue está por caminos divergentes, siendo Saruman y Gandalf los más destacados. Saruman, inicialmente el más poderoso, terminó aislado y vagando como un espectro por la Tierra Media. En contraste, Gandalf, tras cumplir su misión, partió hacia las tierras de los Valar al final de la Tercera Edad en un viaje de simbólica trascendencia, habiendo logrado unir a los pueblos libres en la lucha contra el mal. Sin embargo, el destino de los otros magos, como Radagast y Alatar, queda en gran medida en la penumbra. Aunque Tolkien no proporcionó demasiados detalles sobre ellos, sus notas y correspondencia sugieren que la fascinación por la Tierra Media y sus habitantes les llevó a perder de vista su verdadero propósito: combatir las fuerzas oscuras. Esta pérdida de finalidad parece estar estrechamente vinculada a una pérdida de identidad como Maiar, haciendo que la historia de estos Istari se desdibujaran en la rica narrativa de la Tierra Media, quedando relegadas al terreno de la leyenda.
La historia de los Istari es una de las muchas capas que enriquecen el universo de Tolkien. Es un recordatorio de que, aunque se les encomendó una gran tarea, el fracaso también es parte de la existencia, no importa cuán poderoso se sea. La lucha entre el bien y el mal es una constante en la mitología de Tolkien, y los Istari simbolizan esa lucha. A pesar de sus fracasos, la historia culmina en un acto de redención, ya que Gandalf logra unir a los pueblos libres y derrotar a Sauron. El relato de los Istari es uno de los elementos más intrigantes y menos conocidos en la obra de Tolkien. Si bien su historia, mezcla de fracaso y redención, participa de uno de los motivos narrativos más repetidos en su narrativa.
Ilustración de portada: Tristan Hao Hao.
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