Pasan los años y Stargate, puerta a las estrellas, sigue como una de mis películas de ciencia ficción favoritas. El público siempre se ha sentido fascinado por el misterio de las pirámides y los grandes monumentos egipcios, que impulsaron, por ejemplo, grandes blockbusters como Indiana Jones: En busca del arca perdida, y la superproducción presentada por Roland Emmerich y Dean Devlin supo aprovechar este gancho con una fusión de géneros tan entretenida como absorbente, en la que, además, tuvimos un villano que encajaba a la perfección.
Aunque hay una historia de que el actor que lo interpretaba acabó tan traumatizado que el último día de rodaje se desnudó en mitad del set y dejó la profesión, también es cierto que Jaye Davidson hizo muy buen trabajo a la hora de dar vida a Ra. Su forma de actuar, con "pequeñas sonrisas y todo el movimiento corporal de arrogancia y poder" (como un gato), resultaba "hechizante" e "hipnotizante", se llegó a decir sobre él, rasgos que sin duda ejemplificaban bien a los suyos, los Goa'uld, una raza de parásitos alienígenas, egocéntricos y megalómanos, que se hacen pasar por dioses para controlar ejércitos y pueblos, y que luego la serie de televisión expandió dejando claro que Ra no era el último de los de su especie.
Pero aunque en SG-1 se presentaron a muchos otros señores imponentes y carismáticos (ver a Cliff Simon como Ba'al es, desde luego, un placer), Ra fue el primero y quizás el más icónico. O al menos el más singular. Tal y como explican los compañeros de AlloCiné, el lado andrógino, de aspecto adolescente, del personaje contrasta fuertemente con la crueldad y la brutalidad de sus acciones. Alejándose del arquetipo de villanos físicamente impresionantes, o de aspecto algo más de sabandija maquiavélica, Emmerich demostró tener un buen olfato cuando contrató a un actor con un físico delgado, líneas finas y, repetimos, una elegancia refinada.
Cliff Simon lo bordó como Baal en SG-1, pero su personaje sí era un villano más clásico.
Distintos, pero similares: el cambio de los Goa'uld
Dicho esto, hay que decir que el concepto de los Goa'uld cambió mucho del largometraje respecto a la serie de televisión. En la película, como os hemos dicho, Ra es presentado como un ser andrógino, de apariencia más bien élfica, que sí, habita un cuerpo humano, pero no lo hace como una especie de parásito serpentina tal y como luego nos introducen en la serie de televisión. Aún así, la idea de unos seres alienígenas que necesitaban un anfitrión humano para poder ejercer su poder absoluto sí se respetaba, así como sus principales rasgos.
Es por ello que podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que Ra no solo es un villano fascinante, sino que nos vendió una raza alienígena tan arrogante como poderosa que era muy divertida de ver en pantalla, tanto como para aguantar sus idas y venidas durante siete temporadas y algún que otro capítulo adicional. La idea de que los dioses del Antiguo Egipto, y de otras mitologías, fueran en realidad extraterrestres haciendo uso de poderosos artefactos tecnológicos, estuvo muy bien llevada, tanto en la película como en la serie de TV.
Tanto es así que 30 años después todavía considero a Stargate, puerta a las estrellas y Stargate: SG-1 una muy buena película y una muy buena serie de televisión para ver pese a que algunas cosas puedan haber envejecido algo mal, y pese a la abundancia de planetas canadienses que se pudo ver en la secuela del largometraje para la pequeña pantalla. Si quieres conocer al Supremo Señor del Sistema Goa'uld, o alguno de sus congéneres, entre ellos el muy oscuro Anubis, puedes hacerlo a través de MGM+, un canal disponible en Prime Video.
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