Por razones obvias hemos perdido la cuenta de los CAPTCHA para demostrar que no eres un robot que hemos realizado desde que, a finales de los 90, el sistema empezase a popularizarse en internet. La idea de evitar los bots en busca de una respuesta cada vez más humana, analizando cuánto tardamos en darle clic a una imagen o qué movimientos hacemos en el ratón, fue adquirida por Google en 2009 y desde entonces no ha dejado de crecer con pruebas cada vez más absurdas y retorcidas.
Que esas cajas con pruebas para demostrar nuestra humanidad hayan servido para entrenar posteriormente a la inteligencia artificial no es el único giro de guión que han vivido los CAPTCHA. Y es que hoy en día, con la IA alcanzando la posibilidad de analizar y resolver estas pruebas sin ser descubiertas, han perdido todo el sentido. Justo ahí es donde entra en juego "I’m Not a Robot", el CAPTCHA que menos de un 1% de la gente ha conseguido superar.
Creado como una crítica hacia el auge de los bots en internet, e intentando demostrar la teoría de la internet muerta, Neal Agarwal quiso dar forma al CAPTCHA definitivo. Un sistema de 48 pruebas tan difícil de resolver para un humano, que hasta la propia IA tendría problemas para superarlo. Tras más de 2,5 millones de jugadores habiéndose enfrentado al reto, ese menos de un 1% que destaca su creador equivale a apenas 22.000 personas.
¿Qué lo hace tan complicado? La clave está en una combinación de puzles incrementalmente más difíciles en los que haces prácticamente de todo. Superado el reto de elegir qué luces de semáforo están encendidas, no tardarás en enfrentarte a desafíos como una partida de ajedrez completa, un juego de encontrar a Wally, aparcar a la primera un vehículo con las flechas del teclado o, en el punto en el que más se atasca la inteligencia artificial, romper con una novia generada por la IA o incluso convencerla de que eres un humano.
Una carrera de obstáculos en la que, a base de paciencia y utilizando la experiencia para descifrar las reglas de sus juegos, el CAPTCHA refleja un ácido paralelismo respecto al internet actual. Igual que en las pruebas del juego, los humanos nos enfrentamos a la red luchando constantemente contra algoritmos como los de las tiendas online o las redes sociales que están diseñados para manipularnos y llevarnos por un camino distinto al que teníamos en mente, despojándonos con ello cada vez más de nuestra propia humanidad.
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