Cuando los Tercios lucharon contra los samuráis más temidos de Japón

Cuando los Tercios lucharon contra los samuráis más temidos de Japón

  • España tuvo que enfrentarse a piratas chinos y japoneses por el control de Filipinas

  • Los ronin eran samuráis sin amo que terminaban como delincuentes y mercenarios

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Samurais

Pese a que podría considerarse una de esas batallas en miniatura orquestadas por un crío con mucha imaginación, la idea de ver a españoles y japoneses librando una pequeña guerra está lejos de ser una bobada. Allá por 1582, los Tercios de la Armada española se enfrentaron en Filipinas a los samuráis más temidos de todo Japón.

Quiénes eran los ronin

Dicen que no hay nada más peligroso que un hombre que no tiene nada que perder y, en una sociedad tan atada a las tradiciones y la servidumbre como la japonesa, entrar en ese saco son palabras mayores. Los ronin eran los reyes del saco porque gozaban de dos de las características más peligrosas del Japón feudal, además de ser samuráis, no estaban atados a nadie porque no tenían amo.

Sin nadie a quien servir, ya fuese por la muerte de su amo, la caída de la familia a la que pertenecían frente a otra casa rival, o por simple destitución al perder el favor de su señor, el samurái pasaba a convertirse en ronin. De ahí el Rise of the Ronin del juego que pronto llegará a PS5.  En los casos más nobles eso terminaba con un simple vagabundo, pero con la posibilidad de aprovechar todo lo aprendido para ganarse la vida como mercenario o criminal, los ronin pronto se convirtieron en alguien al que temer.

En algunos casos, como en la historia que nos ocupa, los ronin se enrolaban en barcos pirata que, junto a corsarios chinos y coreanos, asaltaban y robaban con extrema violencia a cualquier barco que se atreviese a navegar sus aguas. Y en una época cargada de transportes que viajaban de Oriente a Occidente, eso podía llegar a convertirse en un negocio de lo más lucrativo.

De hecho, era lo suficiente lucrativo para que un grupo de piratas llegasen a tener una flota de 18 sampanes (un tipo de barco tradicional del sudeste asiático) y contasen con una fortificación desde la que comandar ataques constantes en la zona de la actual Taiwan y la isla de Okinawa. A aquellos piratas asiáticos se les conocía como wakos, y estaban a punto de toparse con el primer ejército profesional de la historia, los Tercios españoles que se mantuvieron 150 años invictos.

Cuando el gobernador de las islas Filipinas se enteró de lo que estaba ocurriendo en sus aguas, acudió a Felipe II para alertarle del creciente problema. Con apenas siete embarcaciones -cinco de apoyo, una galera y un navío-, las embarcaciones españolas debían enfrentarse a las 18 embarcaciones pirata y la fortificación con la que los wako se habían adueñado de la zona.

La batalla de Cagayán entre los samuráis y los Tercios

La inferioridad numérica y el hecho de no contar con que los piratas estaban fuertemente armados, casi les cuesta un disgusto incluso antes de empezar la batalla. Tras avistar uno de los navíos enemigos y atacarlo a cañonazo limpio, los españoles se apresuraron a abordar el barco y tuvieron que dar media vuelta al comprobar que los piratas llevaban armas de fuego, no simplemente katanas y armas blancas como habían dado por hecho, y estaban preparados para hacerles frente.

No sólo repelieron el ataque español, sino que consiguieron darle la vuelta a la situación y empezaron a abordar el barco con la intención de apoderarse de él. Por suerte, el apoyo de un segundo barco hizo que terminasen pensándolo dos veces y acabaron saltando al agua para huir a nado hacia la costa. Aquellos que no llevaban grandes armaduras consiguieron mantenerse a flote para ponerse a salvo.

Shogun

Si acababan de enfrentarse a uno y ya estaban sufriendo de lo lindo para hacerles frente, ahora tocaba vérselas con otros 17, y además no podían hacerlo en las mejores condiciones para la pequeña flota, sino en la estrechez y desprotección del río Grande de Cagayán en el que los piratas se habían hecho fuertes y protegían sus barcos.

Por suerte, valiéndose de un cebo que hizo salir a los sampanes hasta mar abierto, la superioridad de fuego de los navíos españoles hizo que los barcos de los piratas fueran cayendo uno tras otro, lo que les permitió desembarcar en la orilla del río y fortificarse a base de trincheras y cañones que habían bajado de los barcos.

Ante un bombardeo constante, los piratas intentaron llegar a un acuerdo, pero la única respuesta que recibían por las tropas españolas era o negativas o pólvora. Pese a que les ganaban en número, todo atisbo de intentar romper las líneas españolas se convertía en un fracaso, lo que finalmente derivó en una retirada masiva de los piratas. Para evitar que aquello volviera a suceder, en la zona se fundó la ciudad de Nueva Segovia que actualmente se conoce como Lal-lo.

Imagen | whimsical quail en Midjourney

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