Cuando en 1994 Disney convirtió a El Rey León en un fenómeno de masas, junto a la magnífica película animada se coló en nuestras mentes otro concepto. De aquella mítica canción de Hakuna Matata nació una filosofía de vida en la que vivir el momento, sin agobiarte por lo ocurrido en el pasado y despreocupado de lo que te depara el futuro, era la clave para ser feliz. Por muy llamativa que sonase la idea, era una patraña que ha traído más problemas que soluciones.
Esa vorágine de citas filosóficas y consejos emocionales, acrecentada durante años de la mano de frases en tazas y camisetas de una forma tan entrañable como peligrosa, se ha convertido en el gran caballo de batalla a desmontar por parte de la psicología. Los nulos fundamentos de estas palmaditas en la espalda cada vez más populares en tiempos de desidia son, de la mano de psicólogos como Ethan Kross, la respuesta más tóxica que podemos darle a nuestros problemas.
Las frases bonitas también pueden ser tóxicas
Aquello de vivir el momento sin preocupaciones pasadas o futuras que recogía la cinta de Disney puede ser la letra perfecta para una canción infantil, pero choca directamente con cómo ha evolucionado nuestro cerebro para garantizar nuestra supervivencia. No sólo es casi imposible suprimir esos sentimientos, intentar hacerlo termina derivando en una frustración difícil de aplacar si vives bajo el mantra del Hakuna Matata.
Acciones como pensar en el futuro dándole el peso que merece, resultan cruciales para la motivación, la imaginación y el desarrollo de nuestras dotes de planificación. Por contra, intentar evitar o enterrar el pasado sin reflexión, impide no sólo aprender a apreciar los buenos momentos vividos, sino también aprender de los errores para evitar volver a cometerlos más adelante.
Casi cualquier consejo emocional que sirva como pie de foto en un reel de Instagram es sospechoso de caer en un saco similar, desde el "desahógate" que puede incidir en que la persona que se siente mal termine igual o peor que antes de compartir sus emociones, hasta quienes postulan que evitar abrirse al resto es una conducta tóxica sin tener en cuenta que, a menudo, aprender a gestionar nuestra respuesta emocional y abordar problemas con más calma que pasión suele demostrar que, superado el temporal, tal vez la situación no era tan grave como aventuraba nuestro pronto.
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