Plantéate esta situación. Es viernes por la noche y tu intención es pasarla en un bar rodeado de amigos, cantando en un karaoke, y tomando algo mientras charláis y os ponéis al día. Tras salir del local para airearte un poco, dos hombres te asaltan con la intención de robar tu chaqueta. Te tiran al suelo, te dan patadas, y en el proceso te llevas un golpe en la nuca y terminas en el hospital con una conmoción. Al despertar al día siguiente, tu vida ha cambiado por completo.
Lo ocurrido a Jason Padgett bien podría ser la triste anécdota de miles de personas que lamentablemente han pasado por algo similar, pero en su caso, tal y como relata en el libro "Cómo una lesión cerebral me convirtió en una maravilla matemática", aquel golpe fue mucho más que un susto. A partir de ese momento, allí donde miraba veía matemáticas, desde el número pi en los rayos del Sol hasta los ángulos con los que caía el agua del grifo.
Struck by Genius: How a Brain Injury Made Me a Mathematical Marvel
Padgett dejó su trabajo en una tienda de muebles y empezó a leer libros sobre matemáticas y física. Pese a no haber mostrado interés alguno en esas materias a lo largo de toda su vida, ahora no había nada en el mundo que llamase más su atención. De la noche a la mañana se había convertido en una persona con un talento extraordinario, pero pese a lo surrealista de la historia, en realidad no era la primera en sufrir el conocido como síndrome del sabio.
Lo que sabemos sobre el síndrome del sabio
El primer caso del que se tiene constancia se remonta a 1783 y, desde entonces, casi siempre ha estado relacionado con el autismo o algún trastorno del desarrollo neurológico. Es la razón por la que, con el poco tacto que caracterizaba a aquella época, en ocasiones se haya conocido a esta condición como el sabio autista o el sabio idiota.
Hoy en día se conoce como el síndrome del sabio autista y se trata de una respuesta del cerebro que, frente a una discapacidad intelectual o neurológica, lo intenta compensar con una alteración del hemisferio derecho. Ya sea por causas de nacimiento o lesiones cerebrales posteriores, en aquellos casos en los que el hemisferio izquierdo ha sufrido algún daño, el derecho ha sufrido un sobredesarrollo que termina provocando una habilidad prodigiosa en aspectos muy concretos.
El síndrome del sabio puede afectar al cálculo matemático como en el caso de Padgett, pero también se manifiesta en otras aptitudes como el arte, especialmente a nivel musical; la memoria, en forma cálculos exactos sobre el calendario o recordar hechos concretos y su fecha; o incluso mediciones de distancia de gran precisión pese a no disponer de instrumentos adecuados.
Por la facilidad con la que ese interés puede convertirse en una peligrosa obsesión, las personas que sufren del síndrome del sabio requieren tratamiento para aprender a aprovechar esas habilidades especiales de forma positiva. Sólo una persona entre un millón nace con esta particularidad y, a día de hoy, menos de 50 personas en todo el mundo están afectados por este síndrome.
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