El 23 de enero de 1959 un grupo de estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales de la Unión Soviética parten con la intención de explorar la montaña Kholat Saykhl. De los 10 que iniciaron el camino, sólo uno volvió a casa. Tras meses de búsqueda, las autoridades rusas encontraron los restos del grupo culpando de la catástrofe a una fuerza natural desconocida.
El misterio, conocido desde entonces como el incidente del Paso de Diátlov en honor al guía que encabezaba la expedición, se convirtió en un hervidero de surrealistas teorías que a menudo se agarraban a las pruebas militares rusas, los extraterrestres, o incluso al Yeti. Sin embargo todo lo ocurrido tenía una explicación mucho más plausible. La clave para descubrirla estaba en una película de Disney.
El incidente del paso de Diátlov
Tras un viaje por tren y carretera de varios días, el 27 de enero el grupo de 10 estudiantes rusos inicia el ascenso hacia el monte Otortén. Su objetivo es alcanzar una cima situada a 1.234 metros y descender los urales esquiando. Una excursión tan atractiva como fácil que, para ocho hombres y dos mujeres con experiencia en montañismo, no debería comportar mayores problemas.
La fecha, sin embargo, no es la más adecuada. Los fuertes vientos y nevadas de la estación hacen que el ascenso suba a una Categoría III en esa época del año, la más difícil. Un día después del inicio de la expedición, Yuri Yudin, el segundo miembro más joven con apenas 21 años, decide volver por su cuenta por los problemas que una lesión de espalda le está provocando para mantener el ritmo.
La expedición debía enviar un telegrama a su vuelta para confirmar que todo había ido bien hacia el 12 de febrero, pero tras pasar los días y no recibir noticias del grupo, Yudin y la propia universidad dan la voz de alarma. Tras organizarse un grupo de salvamento de estudiantes y profesores al que termina sumándose la policía y el ejército, el 26 de febrero las autoridades encuentran el campamento del grupo a 10 kilómetros de la cima.
La tienda en la que debían descansar se encuentra rajada desde dentro y, esparcidos por la zona, empiezan a encontrar los cuerpos de parte de la expedición. La mayoría están descalzos, vestidos sólo con su ropa interior y dispersos en direcciones erráticas. Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.
Las autoridades descartan que haya sido una avalancha
Las inclemencias del tiempo y las grandes cantidades de nieve que descansan sobre la montaña obligan a los investigadores a posponer la búsqueda del resto de miembros del grupo hasta que el deshielo permita continuar. Cuando lo hace, meses después, dan con los últimos miembros del grupo en condiciones aún peores. Además de los huesos destrozados, han sufrido mutilaciones que han afectado a lengua y ojos.
Cualquiera que se haya enfrentado a casos similares es capaz de predecir lo ocurrido como si hubiera vivido los hechos de primera mano. El frío fue el responsable de provocar lo que se conoce como desnudo paradójico, una psicosis provocada por la hipotermia que obliga al que la sufre a quitarse la ropa al sentir un exceso de calor motivada por el calor de la sangre.
Mutilaciones tan específicas son habituales en este tipo de incidentes son igual de fáciles de resolver. Son las partes del cuerpo que más tardan en congelarse y las más jugosas a ojos de animales carroñeros que se hayan podido encontrar con los cuerpos. Por último, que estén esparcidos por la montaña y sufran severas fracturas parece estar relacionado con la fuerza de una avalancha. Sin embargo, hay un problema.
Durante las primeras investigaciones previas al deshielo se descartó esa posibilidad porque no había signos de que se hubiera producido una. Sin encontrarle sentido a lo ocurrido se cerró el caso culpando a esa citada fuerza natural desconocida.
Las teorías del Paso de Diátlov llegan a internet
Tras lo sucedido, las autoridades rusas cerraron el Paso de Diátlov durante más de tres años, lo que motivó aún más las descabelladas teorías que fueron sucediéndose tras el incidente. Yuri Yudin, el miembro que volvió a casa antes de tiempo, declaró en posteriores entrevistas: "Si yo tuviera la oportunidad de hacerle a Dios una sola pregunta sería, ¿qué pasó realmente con mis amigos esa noche?".
La curiosidad sobre el caso creció aún más al darse a conocer que la novela "Of the highest rank of complexity", escrita por uno de los profesores que participó en la búsqueda, fue notablemente censurada por las autoridades rusas. Junto a la caída de la Unión Soviética y la desclasificación de ciertos documentos del caso, el misterio del incidente despertó la obsesión de aficionados alrededor del globo e incluso se creó una fundación destinada a forzar a Rusia a reabrir el caso para seguir investigando lo sucedido.
Tras explotar aún más de la mano de documentales y la llegada de las redes sociales, parte de ese equipo que sigue investigando el caso se cruza con Johan Gaume, un ingeniero y científico especializado en nieve y avalanchas. Quieren encontrar, de una vez por todas, una teoría plausible que dé por cerrado el caso.
Lamentablemente las simulaciones de avalanchas que posee la ciencia en ese momento no permiten ir más allá de lo que dicen los datos recogidos por aquellas primeras investigaciones. En primer lugar hay que entender cómo las avalanchas pueden llegar a afectar a los cuerpos, y para eso van a necesitar la ayuda de un aliado completamente inesperado: Disney.
Disney al rescate del misterio
Tras iniciar la investigación y percatarse de que no dispone de la información suficiente, Gaume contacta con Disney motivado por otros expertos de la comunidad de la simulación por ordenador. La tecnología que la compañía cinematográfica ha utilizado para Frozen no sólo es increíblemente realista y precisa a la hora de simular la nieve y sus efectos, también es la más avanzada que hay actualmente en este tipo de simulaciones de físicas.
Tras ponerse en contacto con los ingenieros detrás del programa de simulación, Gaume termina recibiendo la aprobación de Disney para utilizar su tecnología y, junto a un estudio adicional de General Motors que había utilizado cuerpos reales para testar el uso del cinturón de seguridad y terminó con muchas costillas rotas, terminan dando con la clave. El culpable no fue una avalancha. Al menos no una avalancha convencional.
Los análisis realizados certifican que lo único capaz de golpear la tienda y los cuerpos de la forma y con la fuerza que lo hizo, provocando además que se ofrezca la sensación de que en realidad no se ha producido una avalancha, es lo que se conoce como una avalancha de placa.
En determinadas situaciones, lejos de producirse un mar de nieve que arrastra todo cuanto toca, lo que sucede es que una capa de nieve se desliza de forma compactada sobre otra. La fuerza del golpe explica las fracturas, que se produjese más de una avalancha de placa la razón por la que terminaron corriendo y esparcidos por la zona con la intención de salvar a los afectados, y la baja altura de las porciones de nieve compacta pueden ser lo suficientemente destructivas como para causar todos los daños implicados sin necesidad de cubrir todo el campamento. Misterio resuelto, gracias a Frozen.
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