Hace unos días me topé con uno de esos vídeos virales que, mediante los gráficos más cutres posibles, venían a explicar qué ocurriría realmente si decidieses lanzarte hacia una piscina de monedas como en la escena de Disney. A diferencia de lo que ocurría con el Tío Gilito (o Scrooge McDuck, o Tío Rico, o como se llamase en tu país), al saltar hacia las monedas el cuerpo quedaba completamente destrozado porque, bueno, en realidad estás saltando hacia algo sólido y así es como funcionan las leyes de la física.
Ni zambullirte ni nadar, el peso de las monedas crearía una masa lo suficientemente sólida como para reventarte el cuerpo al primer impacto. Sin embargo, mientras recordaba la mítica escena de Patoaventuras que se ha convertido en icono del personaje y de la propia Disney, no pude evitar pensar en un: ¿y si la ciencia tuviese la clave para hacer que fuese posible?
Nadar en una piscina de monedas
Pese a que la magia de los dibujos animados lo puede todo, yo me estoy refiriendo a una solución real. En el caso del Tío Gilito, allá por 2017 la nueva serie de Patoaventuras en Disney+ abordó el problema haciendo que el personaje evitase que uno de los sobrinos saltase a la piscina de monedas.
Su explicación en ese momento era que él había conseguido hacer eso después de muchos años de entrenamiento y haber adquirido una gran fuerza. De hecho, hacia el final de esa misma temporada, el sobrino alcanzaba el hito de conseguir nadar entre monedas tal y como hacía el Tío Gilito.
Una broma recurrente que, ya desde los cómics, se pintaba con situaciones como cuando los míticos cacos, que siempre querían robar su fortuna, conseguían adentrarse en la cámara saboreando su ansiada victoria. Fue entonces cuando el Tío Gilito, aparentemente rendido, les invitó a saltar a la piscina para disfrutar de un baño en monedas tal y como lo hacía él, lo que provocó que se estampase ante la enorme masa y quedasen completamente noqueados a la espera de que la policía los capturase.
Preguntado en muchas ocasiones sobre por qué el Tío Gilito tenía esa habilidad, el creador original del personaje simplemente se limitaba a comentar que era algo que sólo él podía hacer. Ni magia ni una piscina especial, simplemente era una característica del multimillonario pato. ¿Pero y si realmente la ciencia nos hubiese dado las claves para crear una piscina de monedas en la que sí podríamos nadar?
De las arenas movedizas a la piscina de monedas
Aunque cada vez se utilizan menos en la ciencia ficción y las películas de aventuras, seguro que en algún momento os habéis topado con la idea de las arenas movedizas. Zonas en las que podías terminar ahogado hundiéndote en tierra aparentemente sólida, y que se convirtió en nuestra niñez en uno de esos peligros recurrentes frente a los que pensábamos que tarde o temprano nos terminaríamos enfrentando durante la vida adulta, como el tener que luchar contra una serpiente o salvar una atraco.
La clave para entender cómo funcionan las arenas movedizas está en la misma premisa que la idea de las monedas. Hablamos de una mezcla de partículas sólidas finas que, sumadas al agua que las envuelve y aire atrapado, hacen que bajo ciertas condiciones se comporten como un fluido, permitiendo así que cierta presión, como una persona caminando por encima de la masa, rompa el equilibrio entre los distintos elementos.
Es aquí donde entra en juego el concepto de lecho fluidizado. Si introducimos bajo una capa de arena suficiente aire a presión para que cada grano de la misma se mueva con total libertad, tal y como lo hacen los elementos del agua al permitir que nademos en ellos, conseguimos que la arena se convierta a un estado en el que se parezca mucho a un líquido.
Gracias a ello no sólo podemos hundirnos con facilidad en esa piscina de arena, con la presión adecuada, y algo más de fuerza de la que realizamos al hacerlo propio en la piscina de agua, incluso podríamos desplazarnos en ella nadando. Si queréis ver cómo funciona la idea, el vídeo que tenéis sobre estas líneas muestra un experimento en el que se aplica la idea del lecho fluidizado para convertir un jacuzzi de arena en algo en lo que te puedes sentar en estado sólido, y en el que puedes nadar tras aplicar el aire a presión.
Sin embargo, seguimos hablando de arena, donde sus granos son mucho más pequeños y ligeros de lo que es una moneda. Pero que sea más difícil no quiere decir que sea imposible. Manteniendo una presión constante y correctamente repartida, a la par que gastando una ingente cantidad de energía para mantener el aire fluyendo con la fuerza adecuada para romper la gravedad y que ninguna de las partes de la piscina se convierta en un sólido en el que quedar atrapados, puede que zambullirte desde gran altura siga estando lejos de ser una buena idea, pero ejerciendo aún más fuerza que en el caso de la piscina de arena, podrías terminar nadando en una piscina de monedas como el Tío Gilito.
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