Muchos escucharon hablar de él por primera vez gracias a la última película de Indiana Jones, pero el mecanismo de Anticitera lleva más de 100 años siendo un misterio para la comunidad científica y un objeto que ha despertado infinidad de teorías. Pese a que no todas son ciertas, hay una que es indudable: estamos ante el primer ordenador de la historia.
A diferencia de los actuales este no es electrónico, sino mecánico. En una caja de madera de 340 x 180 x 90 mm que no llegó a descubrirse, se encontraba un complejo mecanismo creado a base de treinta engranajes de bronce que, como en las ruedas de un reloj, al moverse arrojaban distintas respuestas a quienes lo utilizasen.
El primer ordenador de la historia
El mecanismo de Anticitera ofrecía predicciones sobre las posiciones de los astros en el cielo de hasta 19 años en el futuro, incluidas la ubicación de los planetas, el Sol y la Luna, así como los eclipses solares y lunares que debían producirse.
Con inscripciones que dotaban a cada rueda dentada de su leyenda correspondiente, este singular ordenador mecánico también podía servir para medir el tiempo y conocer las fechas de eventos clave del calendario como los Juegos Panhelénicos, los precursores de nuestros Juegos Olímpicos modernos.
Tras pasar más de 2.000 años hundido en un naufragio, los restos del mecanismo de Anticitera fueron encontrados en 1901 en el mar Egeo, cerca de la isla de Anticitera que terminó dándole su nombre. Por escritos de Cicerón en los que se hablaba de dos máquinas construidas por Arquímedes capaz de predecir los movimientos astronómicos, se ha atribuido al inventor y matemático griego su creación.
"El mecanismo de Anticitera era una máquina diseñada para predecir acontecimientos siderales basados en las teorías astronómicas sofisticadas más recientes de aquella época, es el único testigo de una historia perdida de brillante ingeniería, un producto de genialidad pura, una de las maravillas del mundo antiguo pero realmente no funcionaba muy bien".
Pruebas y estudios posteriores sugieren que, pese a lo que indudablemente es un avance técnico increíble, una creación de la antigüedad que la humanidad tardó 1.600 años en volver a replicar, en realidad el mecanismo de Anticitera estaba lejos de ser preciso porque las mediciones de la época en la que fue creado, entre los años 150 y 100 antes de Cristo, no eran exactas.
El cruzarse con esos errores, el fallecimiento de su creador sin haber traspasado sus conocimientos a generaciones posteriores, o la pérdida de los documentos oportunos que hubiesen permitido su reproducción en una época muy dada a los incendios de bibliotecas y las guerras, pueden ser razones más que suficientes para no haberse encontrado más piezas similares. Sin duda es el típico objeto que parece sacado de otra era.
Imagen | Lane.ek en Midjourney
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