Debíamos tener unos 20 años y a una de mis mejores amigas le tocó la lotería. No la devolución, ojo, hablamos de un buen picazo. Para celebrarlo prometió llevarnos un día a cenar y, en una de nuestras salidas acabamos en un McDonald’s que decidió pagar ella porque "lo había prometido". Fue el equivalente a cuando un amigo rico reclama 4 euros de Bizum que le debes de la zona azul.
Llámalo rico, llámalo pudiente, llámalo como quieras. El caso es que sabes a ciencia cierta que esa persona gana mucho más dinero que tú, y él es plenamente consciente de ello, de lo poco que suponen esos 4 euros para su economía a diferencia de lo que te ocurre a ti, pero… siendo tu amigo, ¿por qué reclama ese Bizum de forma tan insistente?
Por qué los amigos con pasta te reclaman los Bizum según la ciencia
La clave según Hal Heshfield, profesor de psicología en la Universidad de California, está en el hecho de que tu amigo ya no se siente parte del grupo. Los ricos pueden sentirse aislados o diferentes al resto de sus amigos y alcanzar un punto en el que, por creerse fuera del círculo, dan por hecho que la razón por la que siguen en él es meramente por su dinero.
Es por eso que, aquellos que de repente están empezando a ganar mucho más dinero del que tenían, de repente empiezan a tener problemas con la generosidad que no estaban ahí cuando tenían un poder adquisitivo inferior, y que pueden empeorar aún más si sus amistades no llevan un ritmo de vida similar.
A mayor riqueza, cualquier relación se convierte en una transacción, y lo que antes suponía llamar a tus colegas para que te ayudasen con una mudanza, ahora es tan simple como contratar a una compañía que lo haga. Se cambia la camaradería de una amistad por un pago que resulta más fácil, y justo ahí es cuando empiezan los problemas.
Según Heshfield, si un amigo te reclama un importe ridículo pese a no suponerle un problema, lo más probable es que esté entrando en esa espiral en la que creen que se están aprovechando de ellos, así que lo más fácil para intentar evitarlo es, en primer lugar pagar lo que pide y, tras ello, intentar hablar con él para ver si ocurre algo más. O puedes hacer como yo, ser un maldito troll y recordarle de por vida a esa persona el día que te pagó un McRib como si te hubiese invitado a comer langosta.
Imagen | Brooke Cagle
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